Un gran se?or de anta?o
Al leer hoy mismo la devastadora noticia del incendio en la biblioteca de Weimar, se me ha venido a la cabeza -?caprichosamente?- la memoria del Pr¨ªncipe de Ligne. ?Cu¨¢ntas p¨¢ginas suyas habr¨¢n ardido en esa deflagraci¨®n? En la antigua biblioteca de Weimar se guardaban principalmente obras de la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del XIX, precisamente el periodo cubierto por la actividad literaria del Pr¨ªncipe.
Goethe, uno de los antiguos rectores del centro cultural siniestrado, tuvo a De Ligne por el hombre m¨¢s feliz de su ¨¦poca. Es esa felicidad, por cierto que dudosa como cualquiera otra, la que buscamos en sus escritos y no pensamientos profundos o alambicadas teor¨ªas sobre el universo. Charles Joseph de Ligne odiaba lo indigesto, seg¨²n su propio testimonio: prefer¨ªa las comidas delicadas, ligeras y la frivolidad, de cuya permanencia parad¨®jica no dudaba: "Por m¨¢s que yo pudiera ser profundo no me tomar¨ªa nunca el trabajo de serlo".
AMABILE, OBRAS ESCOGIDAS DEL PR?NCIPE DE LIGNE
Selecci¨®n, traducci¨®n, pr¨®logo
y notas de Jorge Gimeno
Pre-Textos. Valencia, 2004
335 p¨¢ginas. 25 euros
Naci¨® en B¨¦lgica, escribi¨® en un pr¨ªstino franc¨¦s y vivi¨® un poco aqu¨ª y otro all¨¢, en toda Europa. Se encontraba igualmente a gusto en los campos de batalla y en los salones aristocr¨¢ticos. Disfrut¨® a fondo la doucer de vivre en el Antiguo R¨¦gimen y tampoco lo pas¨® mal despu¨¦s de la revoluci¨®n, pese a que tuviera que someter su casa a un r¨¦gimen m¨¢s modesto. Descubri¨® que por lo general las mujeres de su ¨¦poca se aburr¨ªan y decidi¨® voluntariosamente entretenerlas, aunque de modo no del todo desinteresado: por lo visto le fue extraordinariamente bien. Pero su gran pasi¨®n fueron los jardines, a cuyo cuidado y embellecimiento dedic¨® muchas horas y numerosas p¨¢ginas. Su ch?teau de Beloeil se convirti¨® en un lugar de peregrinaci¨®n para los aficionados al arte de la jardiner¨ªa.
Escribi¨® reflexiones morales, apuntes de viaje, retratos de personajes c¨¦lebres (Rousseau, Voltaire, Casanova, Catalina de Rusia, Napole¨®n, Chateaubriand...), di¨¢logos un poquito filos¨®ficos y notas autobiogr¨¢ficas en las que no falta lo que hoy llamar¨ªamos cierta co?a marinera. Nunca pretendi¨® resultar subversivo ni se mostr¨® clarividente o por lo menos simpatizante con lo por venir. Quienes gustan de leer autores del pasado con el pretexto de que "son m¨¢s actuales que nunca" no deben acercarse a De Ligne, porque su inter¨¦s estriba en que piensa y escribe desde un mundo definitivamente periclitado, al que ya s¨®lo podemos acceder a trav¨¦s de anacr¨®nicos testimonios como el suyo. Sus planteamientos sociales o hist¨®ricos, su visi¨®n de los criados o las mujeres, no es que sean ahora "pol¨ªticamente incorrectos", sino que se sit¨²an al margen de lo que podemos considerar recomendaciones pr¨¢cticas para el presente. ?C¨®mo reaccionar, por ejemplo, frente a alguien que moraliza as¨ª?: "La verdad est¨¢ en el placer. Que el deber forme parte de ¨¦l. Una vez cumplido, que no haya sino disipaci¨®n, alegr¨ªa, juego, caza, fiestas, teatro, buena mesa, buena sociedad, cosas extraordinarias, locura incluso, y locuras: pero siempre dentro del buen gusto". Un buen gusto, por supuesto, no exento de picante: en su semblanza de Voltaire, tan vivaz y circunstancial como todas las suyas, no omite mencionar un cuesco monumental que se le escap¨® al gran hombre en la intimidad cuando estaba en pleno esfuerzo creativo...
Jorge Gimeno ha preparado una edici¨®n admirable de las obras del Pr¨ªncipe, magn¨ªficamente traducidas (empe?o nada f¨¢cil) y anotadas, que Pre-Textos presenta con su primor habitual. Una joya nost¨¢lgica pero tambi¨¦n misteriosamente tonificante para paladares un poco m¨¢s selectos de lo habitual. Charles Joseph de Ligne muri¨® en 1815, en pleno congreso de Viena, a la salida de un baile. Ten¨ªa setenta y nueve a?os.
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