S¨ª, pero...
"S¨ª, pero ...", le va a decir el mi¨¦rcoles la Comisi¨®n Europea a Turqu¨ªa. "Pero..., s¨ª", confirmar¨¢, con menos claridad, el Consejo Europeo en diciembre. En realidad, todo se ha mezclado. La respuesta a las ansias de entrar de Turqu¨ªa es, en el fondo, lo que la Uni¨®n Europea se est¨¢ diciendo a s¨ª misma sobre su propio devenir. Pues est¨¢ descubriendo que, con la ampliaci¨®n a 10 nuevos miembros, la UE ha cambiado de forma irremediable, aunque no sepa muy bien a¨²n a qu¨¦. Pero hay que amarrarla en un n¨²cleo s¨®lido antes de abrirla a¨²n m¨¢s.
"Europa, ?una bella idea?", se pregunt¨® la conferencia organizada en Varsovia por el instituto holand¨¦s Nexus. La idea, la tenemos, aunque, hablando en t¨¦rminos generales, no sepamos bien qu¨¦ hacer con ella ahora. La construcci¨®n no tiene modelo al que agarrase, ni suficiente liderazgo pol¨ªtico para empujarla. Los deseos ciudadanos de m¨¢s Europa en muchos campos crecen, pero la impopularidad de la UE tambi¨¦n. ?Est¨¢ Europa llegando a sus l¨ªmites o ha tomado rumbos equivocados?
Hay dos dimensiones internas en esta construcci¨®n: la de la reconciliaci¨®n franco-alemana, en torno a la cual ha girado todo lo dem¨¢s durante estos a?os (adem¨¢s de la germano-polaca o germano-checa), y la de la reunificaci¨®n (de Alemania y del continente). Pero las vivencias hist¨®ricas pr¨®ximas (las que, c¨®mo m¨¢ximo, se remontan a los abuelos) son muy distintas y casi opuestas entre el Este y el Oeste. Las visiones de la identidad europea, las razones para la integraci¨®n, tambi¨¦n. Lo que hace que las visiones de ese futuro en com¨²n en el horizonte m¨¢ximo, el de los nietos, tambi¨¦n sean distintas. Incluso el siempre dif¨ªcil concepto de una identidad europea est¨¢ en retroceso. Sin embargo, aunque Europa se puede construir sobre la necesidad, necesita tambi¨¦n de la ambici¨®n. Pues, como se?alara el autor de La rebeli¨®n de las masas, "los europeos no saben vivir si no van lanzados en una gran empresa. Cuando ¨¦sta falta, se envilecen, se aflojan, se les descoyunta el alma".
Hay un reto central para la UE que tiene una dimensi¨®n interna y otra externa, a saber, la relaci¨®n con el mundo isl¨¢mico. Seg¨²n un estudio en curso de Jytte Klausen en varios pa¨ªses de la UE, dos terceras partes de los dirigentes electos de los musulmanes europeos querr¨ªan europeizar el islam, incluso en las lenguas en que se ense?a. Quieren que se desarrolle como una "religi¨®n europea", aunque una de las caracter¨ªsticas de la UE sea el secularismo, ser un espacio, un club laico, no un club de laicos. El debate sobre la compatibilidad de islam y Europa es uno de los centrales, y por eso afecta a la cuesti¨®n turca. Y en la medida en que hay un islamismo violento, obliga a la UE a mejorar su agenda de protecci¨®n de la sociedad civil.
Europa no debe s¨®lo mirarse al ombligo, sino, un poco a modo de faro moral, preguntarse qu¨¦ aporta al mundo. Sin el empuje europeo, por ejemplo, la Corte Penal Internacional no ser¨ªa una realidad. Lo m¨¢s urgente es quiz¨¢s la relaci¨®n con su vecindad, al Sur (Magreb, resto del Mediterr¨¢neo y gentes cercanas) y al Este (Ucrania y Rusia, que un d¨ªa, quiz¨¢s no tan lejano, pueden plantear tanto como Turqu¨ªa el ingreso en la UE). La idea de solidaridad hacia el exterior es tan fundamental para la UE y su futuro como la de la cohesi¨®n interior.
No es el mejor ejemplo intentar poner en pie centros de detenci¨®n para inmigrantes ilegales en esta periferia. Primero, porque parece inmoral. Y segundo, contraproductivo, pues acabar¨¢n convirti¨¦ndose en polos de atracci¨®n de esa inmigraci¨®n. Francia, dentro de su territorio, ya lo vivi¨® en Sangatte, cerrado por esos motivos.
Tras muchos ¨¦xitos, los ¨²ltimos el euro, un tratado constitucional que no se sabe bien si cierra una etapa o abre otra -y que los ciudadanos juzgar¨¢n-, y la quinta ampliaci¨®n, la Uni¨®n Europea, como los ordenadores cuando se atascan, est¨¢ necesitada de un reseteo o incluso, como se dijo en Varsovia, de una reconfiguraci¨®n.
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