El congreso Mariano
Sabemos que la operaci¨®n militar m¨¢s dif¨ªcil es la retirada. Tambi¨¦n es lo m¨¢s dif¨ªcil en pol¨ªtica o en la empresa. Sobre los h¨¦roes de la retirada en pol¨ªtica escribi¨® una de sus piezas m¨¢s brillantes nuestro Hans Magnus Enzensberger. Nunca parece llegado el momento de retirarse, siempre prevalece la idea de que faltan algunos proyectos por concluir. El poema de Jos¨¦ ?ngel Valente nos advierte certero que "lo peor es creer que se tiene raz¨®n por haberla tenido". Y en esa creencia apareci¨® instalado ante el XV Congreso Nacional del PP Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para desmentir su retirada con un discurso al plenario, mitad apolog¨¦tico mitad amenazante, aplaudido por los compromisarios hasta dejar a su te¨®rico sucesor, Mariano Rajoy, sin sitio y sin horizonte.
Sucedi¨® como en los procesos qu¨ªmicos donde determinadas reacciones entre dos sustancias s¨®lo se producen en presencia de una tercera, el catalizador, que las hace posibles sin sufrir desgaste ni alteraci¨®n alguna. Esa era la funci¨®n cantada que todos sab¨ªamos acabar¨ªa cumpliendo la presencia de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en el Congreso celebrado el pasado fin de semana por el PP. Estaba claro que nada ser¨ªa igual si el preconizado Presidente de Honor se dejaba ver por el sal¨®n de sesiones. Y all¨ª le tuvimos. Primero graduando el momento de su aparici¨®n, luego modulando la expresi¨®n de sus afectos y de sus distancias y por ¨²ltimo dictando de forma inapelable la norma de comportamiento a seguir en adelante por la hueste partidaria.
?Con lo f¨¢cil que hubiera sido para un visiting professor de la Georgetown University como Aznar atarse a un compromiso acad¨¦mico ineludible que le hubiera mantenido a prudente distancia! Pero fue incapaz de alejarse para brillar por su ausencia, dejando a los dem¨¢s la defensa de sus aportaciones. Se dej¨® llevar por la desconfianza. Rehus¨® las nuevas tecnolog¨ªas de las que se vali¨® por ejemplo Rodrigo Rato. Prefiri¨® aparecerse en carne mortal como la Virgen del Pilar al ap¨®stol Santiago. Y vimos al peor Aznar, al m¨¢s herido, al m¨¢s rencoroso, al m¨¢s insoportable, al que de toda culpa se siente ajeno mientras a todos culpabiliza, al que pretende exhibir como aciertos los errores m¨¢s imperdonables. En la intervenci¨®n de Aznar dictada en el estilo de la m¨¢s odiosa institutriz todo fueron advertencias cargadas de admoniciones, como si la ¨²nica tarea pendiente de los all¨ª congregados fuera la de defender hasta la ¨²ltima tilde de sus ocho a?os de Gobierno.
La del domingo fue una demostraci¨®n a cargo de Aznar de c¨®mo algunos pol¨ªticos pasados por el poder tienden a considerar todo elogio cicatero e insuficiente y toda cr¨ªtica excesiva y malintencionada. Escribi¨® Kundera que la lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. Y el ex presidente olvida que lleg¨® al poder mecido por aquella conspiraci¨®n que -seg¨²n confesaba el conjurado Luis Mar¨ªa Anson, en un breve ¨¦xtasis de arrepentimiento- puso en riesgo la estabilidad del sistema constitucional. El ex presidente olvida aquella proclamaci¨®n del vale todo contra Felipe Gonz¨¢lez, olvida el lema obsesivo del ?v¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez!, olvida su resumen de 14 a?os de Gobierno del PSOE en t¨¦rminos de "paro, despilfarro y corrupci¨®n" a imitaci¨®n de la contundente denuncia de Gil Robles de la Rep¨²blica de sangre, fango y l¨¢grimas, olvida la pinza con los comunistas de Anguita en quien depositaba todas sus complacencias, olvida sus contestaciones desde el banco azul en las sesiones de control del Congreso de los Diputados sin una sola respuesta y con toda clase de descalificaciones.
El ex presidente olvida que el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo fue una propuesta de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero como tambi¨¦n lo fue el pacto para la reforma de la justicia, olvida que la ruptura del consenso en pol¨ªtica exterior es un legado personal suyo, que un pa¨ªs dividido pesa necesariamente menos en la escena internacional, que hubo Gescartera, Stock options de Villalonga, mentiras del Yakovlev, privatizaciones para los amiguetes y abandono improvisado del servicio militar por exigencia de CiU. Pero los compromisarios del fin de semana eran un p¨²blico f¨¢cil sin mezcla de pijer¨ªo alguno, propenso al aplauso como si aplaudiendo pudieran devanarse los relojes y volver al tiempo en que todo comenzase. Claro que la alternativa de Mariano para ser cre¨ªble tendr¨¢ que construirse con otros materiales.
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