Petr¨®leo maldito en Nigeria
Con el precio del petr¨®leo brent (el de referencia en Europa) rondando e incluso superando los 50 d¨®lares por barril, se entiende que el incendio de un oleoducto de la compa?¨ªa anglo-holandesa Shell en Nigeria, el desaf¨ªo de la guerrilla en esa balsa de oro negro que es el delta del r¨ªo N¨ªger y la huelga general convocada por el aumento en un 25% del precio de los combustibles en el mercado interior hayan cobrado una notable repercusi¨®n internacional. Nigeria, un pa¨ªs abierto al golfo de Guinea que dobla la superficie de Espa?a y triplica su poblaci¨®n, es el primer productor de crudo de ?frica (unos 2,5 millones de barriles diarios), el sexto exportador mundial y el quinto suministrador de EE UU.
La repercusi¨®n de una huelga general en el precio del petr¨®leo hace olvidar conflictos inter¨¦tnicos que han causado decenas de miles de muertos
La corrupci¨®n generalizada contamina la econom¨ªa, agudiza las desigualdades y hace que los beneficios del oro negro no lleguen a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n
Las turbulencias internas en Nigeria, especialmente en el delta, donde se desarrolla una especie de guerra de baja intensidad, tienen una repercusi¨®n inmediata en los mercados internacionales. Sobre todo cuando ¨¦stos se ven convulsionados por otros factores de riesgo, como la descontrolada posguerra en Irak (con las segundas reservas del mundo), la incertidumbre sobre el futuro de Yukos (primera petrolera rusa), la decisi¨®n de Hugo Ch¨¢vez de elevar desde el 1% hasta el 16,6% la tasa de explotaci¨®n para las compa?¨ªas extranjeras en Venezuela, la huelga en el sector parapetrolero noruego y las consecuencias adversas de la temporada de huracanes en el Caribe y el golfo de M¨¦xico.
Aun as¨ª, es dif¨ªcilmente comprensible que una noticia surgida el 7 de octubre pasase casi inadvertida, con una m¨ªnima repercusi¨®n medi¨¢tica. Ese d¨ªa, la oficina del administrador del estado de emergencia en la regi¨®n nigeriana de Plateau, impuesto en mayo tras un estallido de violencia inter¨¦tnica, anunciaba que, en los 32 meses transcurridos entre el 7 de septiembre de 2001 (tras enfrentamientos inter¨¦tnicos en la capital, Jos, que se cobraron unas 1.000 vidas) y el 18 de mayo de 2004 (cuando el poder central tom¨® el control directo tras choques no menos sangrientos), la guerra no declarada entre cristianos y musulmanes en ese Estado (uno de los 36 de Nigeria, m¨¢s un territorio) caus¨® 53.787 muertes. Hasta esa fecha se manejaba, sin datos oficiaes a los que agarrarse, la cifra de 10.000 muertos desde el a?o 1999.
?ste es el desglose de v¨ªctimas mortales: 18.931 hombres, 17.397 mujeres y 17.459 ni?os. M¨¢s, muy probablemente, que en conflictos b¨¦licos homologados como los de Chechenia, Afganist¨¢n e Irak. Dieciocho veces m¨¢s que en los atentados a las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono. Una vez m¨¢s, queda en evidencia el doble rasero que aplica el Primer Mundo. Hace apenas 10 a?os, Occidente se tap¨® los ojos durante meses para no ver lo que pasaba en Ruanda. Cuando se quit¨® la venda y las matanzas llegaron a los telediarios, centenares de miles de personas hab¨ªan muerto ya a machetazos o palos. Nuevamente, el Primer Mundo no ve lo que pasa en el Tercero.
En Plateau, la muerte tambi¨¦n llega a balazos. No en vano, Nigeria es un aut¨¦ntico supermercado de armas de fuego que alimenta el dinero del petr¨®leo, abundante, pero p¨¦simamente distribuido: la renta per c¨¢pita supera los 800 d¨®lares, pero m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n se halla por debajo del l¨ªmite de la pobreza y sobrevive con menos de un d¨®lar al d¨ªa.
Los beneficios del petr¨®leo apenas si llegan a los sectores m¨¢s desfavorecidos de la poblaci¨®n. Se quedan a lo largo de un camino lastrado por la corrupci¨®n. S¨®lo Bangladesh queda por detr¨¢s de Nigeria en el ¨²ltimo ¨ªndice de Transparencia Internacional, aunque la vecina Guinea Ecuatorial, que ni siquiera figura en la lista, no le va a la zaga.
Plateau es un polvor¨ªn que ejemplifica las contradicciones de un pa¨ªs multi¨¦tnico, independiente del Reino Unido desde 1960, con un mapa generador de conflictos, con m¨¢s a?os de dictadura militar que de poder civil, con una democracia fr¨¢gil y manchada por el fraude electoral, dividido entre musulmanes (sobre todo, al norte) y cristianos (sobre todo, al sur), con la sharia (ley isl¨¢mica) vigente en 13 Estados del norte y visible en sentencias de lapidaci¨®n como la de Amina Lawal, con violaciones de derechos humanos que denuncian desde Amnist¨ªa Internacional a Human Rights Watch, con tendencias separatistas que ya entre 1967 y 1970 se cobraron un mill¨®n de vidas en Biafra, con un conflicto con Camer¨²n por la pen¨ªnsula de Bakassi (potencialmente rica en petr¨®leo) y con el oro negro de monocultivo exportador que distorsiona la econom¨ªa.
Como en el 'salvaje Oeste'
M¨¢s que religioso, el conflicto de Plateau tiene un trasfondo econ¨®mico y de lucha por la tierra que recuerda los enfrentamientos del salvaje Oeste norteamericano entre ganaderos y granjeros. Los ganaderos son musulmanes llegados del norte en busca de pastos; los granjeros, cristianos ind¨ªgenas, son mayor¨ªa y, al menos en este Estado, llevan las de ganar, forzando a la huida a centenares de miles de musulmanes tras el saqueo e incendio de miles de viviendas y el exterminio de m¨¢s de 1.000 reba?os. Basta una chispa (la de mayo no fue peque?a: el incendio de una iglesia con 100 cristianos dentro) para alimentar el fuego de la violencia. Y la llama se extiende con facilidad: por ejemplo hasta el vecino Estado de Kano, donde rige la sharia, y los cristianos, en clara minor¨ªa, son las principales v¨ªctimas. O hasta Borno, fronterizo con Camer¨²n, donde un grupo que se hace llamar Los Talibanes pretende implantar una rep¨²blica isl¨¢mica.
Por doquier, la desarticulaci¨®n de la econom¨ªa, contaminada por el dinero f¨¢cil del petr¨®leo, la corrupci¨®n generalizada y el clientelismo, impide que cuajen los intentos de poner orden en el caos. El actual presidente, el cristiano yoruba Olusegun Obasanjo, cabeza de un r¨¦gimen militar en los setenta y elegido presidente en 1999 y 2003, ha dado algunos pasos contra la corrupci¨®n, visibles, por ejemplo en la eliminaci¨®n de muchos coches oficiales, pero est¨¢ a¨²n muy lejos de acabar con esta lacra y de superar otros dos retos: utilizar los ingresos del petr¨®leo para mejorar el bienestar de los ciudadanos y hacer que ¨¦stos se sientan, ante todo, nigerianos. S¨®lo as¨ª se desactivar¨ªa el polvor¨ªn.
Guerra de baja intensidad en el delta del N¨ªger
EL PRESIDENTE OBASANJO intenta convertir a Nigeria en gran potencia mediadora en los conflictos de ?frica, lo que le obliga a una presencia protagonista en fuerzas de pacificaci¨®n como la de Liberia, pero es incapaz de poner orden en su pa¨ªs. El delta del r¨ªo N¨ªger, donde se concentra la riqueza petrol¨ªfera nigeriana, ejemplifica esta paradoja cruel. All¨ª, el bot¨ªn que se disputaba en la guerra de Biafra es motivo de una guerra de baja intensidad, mucho menos cruenta que la de Plateau, pero que repercute en la producci¨®n de petr¨®leo.
Varias milicias operan en la zona, con frecuencia enfrentadas entre s¨ª. La m¨¢s nutrida es la Fuerza de Voluntarios del Pueblo del Delta del N¨ªger (FVPDN), encabezada por el se?or de la guerra Muyahid Dokubo-Asari, quien dice tener 2.000 combatientes y amenaza con una guerra total si Obasanjo no permite la autodeterminaci¨®n de la regi¨®n y el acceso a la riqueza petrol¨ªfera. A comienzos de octubre, la FVPDN y otras milicias firmaron un acuerdo de desarme que est¨¢ por ver si se cumple. El pueblo ijaw, al que Asari dice representar, vive en la pobreza sobre una balsa de petr¨®leo que
explotan compa?¨ªas extranjeras, y mueve una fortuna que, en su mayor parte, emigra al Primer Mundo
o se pierde en las redes de la corrupci¨®n.
La situaci¨®n est¨¢ marcada por los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, el asalto a instalaciones petrol¨ªferas, el secuestro de personal t¨¦cnico extranjero y sobre todo el robo masivo del petr¨®leo que circula por los oleoductos. Y no s¨®lo por las milicias, sino
por los habitantes sin organizar y con los m¨¦todos m¨¢s rudimentarios. En ocasiones, los incendios accidentales o provocados causan centenares de v¨ªctimas.
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