Carta a Ian Gibson
Se?or Gibson: en su columna La est¨¦tica del albero del pasado martes d¨ªa 12 de octubre, cerraba sus consideraciones en torno al uso de este material constructivo en Sevilla planteando la especie de que el extendido "amor a la Virgen, diosa de la ternura" que se profesa en la ciudad es expresi¨®n de una supuesta sensibilidad esencial propia de sus gentes. Se acerca con esta tesis, sorprendentemente, a la posici¨®n de los ceporros del costumbrismo, abundant¨ªsimos tanto en la capital aut¨®noma como en el resto de nuestra geograf¨ªa, que se empe?an en identificar la pertenencia de los individuos a las diferentes comunidades locales con la asunci¨®n por ¨¦stos de ciertos usos, costumbres, ideas y creencias que elevan a la categor¨ªa de esenciales igual que hace usted y, acto seguido, se arrogan la autoridad para privar de naci¨®n a los que no los comparten.
Si existe esa sensibilidad genuina, desde luego no es uno de sus elementos constitutivos la exaltaci¨®n mariana que usted pinta amorosa, pero que es idolatr¨ªa soez, fervor desquiciado. No denota devoci¨®n hacia la elevada idea de "Madre de Dios", que sin duda resultar¨¢ excelsa para los cat¨®licos, sino adhesi¨®n partidaria a figuras concretas que, en realidad, no congrega a fieles, sino a hinchadas que rivalizan entre s¨ª para establecer sin paliativos la aplastante superioridad de la imagen de sus preferencias sobre todas las dem¨¢s.
Los humoristas Faemino y Cansado, instados en un programa de arrebato regionalista a referir alguna vivencia memorable que les hubiera ocurrido en Andaluc¨ªa, contaron al alim¨®n c¨®mo una vez en Sevilla, tras atribuir jocosamente m¨¢s capacidad milagrera a una de estas im¨¢genes que a otra rival m¨¢s apreciada en el entorno en el que se encontraban, estuvieron a punto de sufrir una agresi¨®n f¨ªsica por su atrevimiento.
No, no hay amor ni ternura en la estructura de esta veneraci¨®n, que m¨¢s bien parece una de las innumerables formas de afloramiento del fanatismo que la gente de aqu¨ª, al igual que la de cualquier otra parte, es capaz de generar. Es posible que sin ella, Sevilla fuera diferente de lo que es ahora, pero ser¨ªa, probablemente, siquiera un poquit¨ªn mejor.
Considere a su entera disposici¨®n a este admirador, si no rendido ni incondicional, s¨ª leal y entusiasta.
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