Golondrinas y cambio clim¨¢tico
?Cu¨¢ntas golondrinas hacen un verano, pero uno muy c¨¢lido? Mark Lynas ha viajado durante tres a?os por todo el mundo recolectando las golondrinas que anuncian el verano del cambio clim¨¢tico. ?Centenares de ejemplos ser¨¢n bastantes? M¨¢s all¨¢, o m¨¢s ac¨¢, de las investigaciones de los meteor¨®logos y de los modelos clim¨¢ticos desarrollados por potent¨ªsimos ordenadores, las sequ¨ªas, las lluvias torrenciales, las tormentas de arena y la desaparici¨®n de los glaciares son se?ales claras de que algo pasa. Pero, parece, todav¨ªa que no creemos a las golondrinas.
Independientemente de lo que piensen los pastores, el lobo existe y algunas veces viene. Pedro puede mentir una y otra vez, pero las mentiras no matan al lobo. Mark Lynas (Fiyi, 1973), licenciado en Historia y Pol¨ªticas, es otro Pedro que anuncia la venida del lobo del cambio clim¨¢tico, pero lo hace basando su argumentaci¨®n en datos concretos y no s¨®lo en estad¨ªsticas, contando a los lectores d¨®nde se han producido ya dentelladas sobrecogedoras.
MAREA ALTA
Mark Lynas
Traducci¨®n de Jordi Fabla
RBA. Barcelona, 2004
297 p¨¢ginas. 19 euros
Las inundaciones que sufri¨® el Reino Unido en noviembre del a?o 2000, con alrededor de 10.000 hogares afectados y casi dos mil millones de euros de p¨¦rdidas, supusieron para Lynas el banderazo de salida de su gran reportaje sobre el tiempo -la tempera- y sus cambios. Uno recuerda las nevadas de cuando era ni?o, pero ?es un recuerdo compartido por m¨¢s ni?os de otras geograf¨ªas? ?Tienen validez para demostrar algo las percepciones personales?
Lynas ha viajado durante tres a?os a los cinco continentes buscando las se?ales del cambio. De Alaska y la ausencia de fr¨ªo de verdad -ya nunca pasan de 30 grados bajo cero y antes era normal llegar a menos de 40- a China y el avance del desierto, ahora cerca de Pek¨ªn, pasando por el archipi¨¦lago de Tuvalu -cuyos habitantes ya piden asilo ambiental en Nueva Zelanda porque el incremento del nivel del mar anega sus atolones- y Per¨², otro de los motivos del viaje.
El padre de Lynas, ge¨®logo,
trabaj¨® en Per¨² en 1980 y, de vez en cuando, les pon¨ªa a sus hijos diapositivas de aquella estancia. Una de ellas, la desembocadura de un glaciar del valle de Jacabamba en un lago, motiv¨® el viaje del autor para comprobar qu¨¦ quedaba de aquel r¨ªo helado que hab¨ªa permanecido inalterado durante miles de a?os: nada, no queda nada, apenas la sombra de lo que fue, como atestiguan las fotos que acompa?an al libro. Otra golondrina, cuya foto puede verse en la p¨¢gina web de Lynas, www.marklynas.org/.
La ventaja de este libro es que cuenta las cosas como en un reportaje de f¨¢cil y amena lectura. Los paisajes y las personas se suceden, todos ellos abonando la tesis del autor, porque es un libro que pretende demostrar una tesis, la de que el cambio clim¨¢tico ya est¨¢ aqu¨ª. Para ello, adem¨¢s de los datos que aportan los habitantes de cada rinc¨®n visitado, hay multitud de referencias a trabajos cient¨ªficos publicados en las m¨¢s influyentes revistas del gremio, que otorgan a este libro de divulgaci¨®n una respetabilidad cient¨ªfica imprescindible. Mark Lynas anuncia su prop¨®sito desde el principio: convencer a los esc¨¦pticos, mostrar a los incr¨¦dulos las pruebas, a lo largo de cinco continentes -viajar al sexto es m¨¢s dif¨ªcil, pero ah¨ª, en la Ant¨¢rtida, tambi¨¦n hay centenares de golondrinas que lo prueban-, y animarlos a limitar el alcance de la tragedia.
Porque, al final, el libro lla
ma a la acci¨®n individual. En definitiva, trata de convencer a los lectores de los riesgos del cambio clim¨¢tico y de hacerles actuar en consecuencia. Exigiendo a sus gobiernos medidas correctoras y tambi¨¦n procurando, cada uno de nosotros, producir menos gases de efecto invernadero, los desechos humanos que provocan el calentamiento excesivo de la atm¨®sfera. Y aunque el autor no entra en el fondo de las cuestiones econ¨®micas que hay detr¨¢s de este reto, lanza algunas andanadas contra el comercio global que hace que, por ejemplo, se coma en C¨¢diz cordero australiano, pese a los tremendos costes ambientales del transporte.
Otra de las estaciones de este v¨ªa crucis nos lleva a las reuniones internacionales sobre el cambio clim¨¢tico, a las discusiones sobre las reducciones y todo lo que eso lleva aparejado. El mercado de los humos, el de los bosques, el de las buenas intenciones y, en definitiva, la especulaci¨®n con el futuro de quienes piensan que no pasar¨¢ nada y que los que hayan tomado medidas habr¨¢n torpedeado alegremente sus propias econom¨ªas. Lo parad¨®jico es que el cambio clim¨¢tico afectar¨¢ tanto a los que hagan algo para mitigarlo como a los que no y, como muestra la teor¨ªa de juegos, en el dilema del prisionero casi nunca se coopera para escapar.
En una generaci¨®n, en dos a lo sumo, veremos si hab¨ªa lobo o no y c¨®mo muerde en cada lugar. El cerebro humano no parece muy bien dise?ado para prever el futuro -por eso abundan los echadores de cartas- as¨ª que no parece sencillo que nos hagamos a la idea del cambio clim¨¢tico y actuemos en consecuencia. La econom¨ªa que mira s¨®lo la cotizaci¨®n de la Bolsa del d¨ªa siguiente no permite el paso a la prospectiva ambiental, as¨ª que los profetas del pasado avisar¨¢n entonces de lo que hubiera habido que hacer.$TXTOCULTO ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
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