Educar al 'Homo automovilis'
El martes 1 de julio de 2003 fue en Espa?a un d¨ªa sin especial relieve. En el Congreso de los Diputados se debati¨® sobre el "estado de la naci¨®n", en un clima envenenado todav¨ªa por el caso de los tr¨¢nsfugas de la Comunidad de Madrid; la Ertzaintza desactiv¨® un coche-bomba en Bilbao, cargado con 15 kilos de Titadyne, y Bruselas, de forma rutinaria, por medio del Eurostat, volvi¨® a sacarle los colores al Gobierno espa?ol por no haber rebajado las elevadas tasas de desempleo nacional. La noticia m¨¢s destacada fue la llegada a Madrid, en avi¨®n privado, del centrocampista brit¨¢nico David Beckham, uno de los fichajes gal¨¢cticos del Real Madrid. Y, sin embargo, ese d¨ªa anodino ocurri¨® algo milagroso que no mereci¨® titulares ni espacio en los informativos: nadie muri¨® en las carreteras espa?olas. No hubo atestados, ni se iniciaron diligencias judiciales por ese motivo, ni las urgencias hospitalarias tuvieron que lidiar con el drama de las vidas rotas en un instante. Era algo que no ocurr¨ªa en nuestro pa¨ªs desde el 14 de noviembre de 1995, algo tan raro y ex¨®tico como un eclipse solar, y no menos emocionante.
Las autoridades se enfrentan al reto de domesticar a una nueva criatura, un ser mutante que bien podr¨ªa denominarse 'Homo automovilis' por su doble naturaleza humana y motorizada
Lo que hace unas d¨¦cadas pod¨ªa tener una gravedad relativa, hoy, con m¨¢s de 25 millones de veh¨ªculos circulando, tiene un riesgo descomunal
"Los 17 muertos diarios que se producen en las carreteras espa?olas son cada d¨ªa 17 nuevas v¨ªctimas, eso es algo que olvidamos", dice Aitor Canales
La muerte al volante es un fen¨®meno que afecta al mundo entero, y representa el 2,5% de los fallecimientos totales, seg¨²n la OMS
En el Reino Unido, la ratio se sit¨²a en un muerto por cada 60 accidentes, mientras en Espa?a, en estos momentos, es de uno por cada 16
Un m¨¦rito inicial del nuevo carn¨¦ es que ha provocado un animado debate social, en el que la mayor¨ªa de los especialistas de tr¨¢fico se ha colocado de su parte
Pero ese d¨ªa de julio pes¨® poco en la balanza tr¨¢gica de 2003, un a?o en el que se contabilizaron 100.000 accidentes con v¨ªctimas, de ellas 5.400 murieron, 26.000 resultaron gravemente heridas y 150.000 tuvieron que ser atendidas por heridas leves. Y volvi¨® a repetirse la amarga estad¨ªstica que ha convertido al coche en la primera causa de muertes entre los menores de 35 a?os, con los varones de 18 a 34 a?os como principales v¨ªctimas de una tremenda carnicer¨ªa que la sociedad parece asimilar con aparente impasibilidad, como si fuera un tributo inevitable al coche, dios-m¨¢quina por excelencia.
Las prolijas estad¨ªsticas de Tr¨¢fico diseccionan cada a?o este problema, en el que confluyen siempre id¨¦nticos factores: exceso de velocidad o velocidad inadecuada a las circunstancias de la v¨ªa, adelantamientos antirreglamentarios, conducci¨®n distra¨ªda, nulo respeto a la distancia de seguridad con el veh¨ªculo anterior. Casi la mitad de las muertes se producen los fines de semana, y uno de cada tres fallecidos se hab¨ªa sentado al volante con copas encima. Tambi¨¦n la mala se?alizaci¨®n y el deficiente estado de las v¨ªas cumplen su siniestro papel en esta cosecha de muertes. Datos de una reciente investigaci¨®n del Real Autom¨®vil Club de Espa?a (RACE), en colaboraci¨®n con instituciones europeas y espa?olas, denunciaban que tres de cada diez tramos de la red nacional de carreteras son peligrosos.
Las cifras de accidentes con v¨ªctimas queman en las manos de cualquier Gobierno, tanto por el descomunal coste humano y social que representan como por el econ¨®mico, que en Espa?a, y seg¨²n un informe del Ministerio de Fomento del Gobierno anterior, asciende a unos 20.000 millones de euros. ?Qu¨¦ se puede hacer para derrotar a este enemigo?
Dos
millones de multas al
a?o
En 2003, Tr¨¢fico impuso m¨¢s de dos millones de multas y retir¨® 143.000 carn¨¦s de conducir (el total de permisos se sit¨²a en 22 millones) a otros tantos conductores infractores. No fueron los tribunales, sino la autoridad administrativa, la que utiliz¨® con m¨¢s frecuencia -casi en el 80% de los casos- esta medida extrema, aunque fuera por periodos breves de uno, dos o tres meses. Castigos que pesan poco en las conductas de ese 15% de infractores natos que, seg¨²n los expertos, contaminan con su ejemplo nefasto el tr¨¢fico nacional. "Los conductores que no aprecian el riesgo son una minor¨ªa", dice Pedro Sauret, del Real Autom¨®vil Club de Catalu?a (RACC). Y Miguel Mu?oz Medina, presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Carretera (AEC), le da la raz¨®n. "Recuerdo la pel¨ªcula Motorman¨ªa, en la que un se?or encantador se transformaba en un monstruo al volante, pero los comportamientos esquizoides son raros, lo normal es que haya una armon¨ªa. Como dice el profesor Luis Montoro, se conduce como se vive".
La afirmaci¨®n de Montoro da que pensar, y no precisamente con optimismo, sobre la sociedad que hemos construido, porque basta ponerse al volante de un coche por cualquiera de los 164.544 kil¨®metros de carreteras espa?olas para ver al m¨¢s tranquilo padre de familia cometer infracciones mortales sin inmutarse. Lo que hace unas d¨¦cadas pod¨ªa tener una gravedad relativa, hoy, con m¨¢s de 25 millones de veh¨ªculos circulando, tiene un riesgo descomunal. Porque lo que asoma tras las cifras es casi un fen¨®meno de mutaci¨®n gen¨¦tica que ha convertido al habitante de la Tierra en un nuevo ser que podr¨ªamos llamar Homo automovilis. Una criatura que utiliza cada vez menos las piernas, salvo para pisar el freno y el acelerador. Un mutante que reclama a gritos m¨¢s educaci¨®n, mayor sensibilizaci¨®n para gobernar su doble naturaleza humana y motorizada que puede causar indecible destrucci¨®n.
La muerte al volante es un fen¨®meno que afecta al mundo entero, y representa el 2,5% de los fallecimientos totales, seg¨²n la OMS. Pero el reparto de esta pesada carga es desigual, y son los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo los que soportan el grueso de la tragedia. Incluso en la acomodada Europa, la proliferaci¨®n de coches y la fren¨¦tica movilidad de los ciudadanos al volante est¨¢n poniendo en aprietos a todos los Gobiernos. "Se sabe que uno de cada tres europeos ha sufrido o sufrir¨¢ heridas como consecuencia de un accidente ", dice Aitor Canales, impulsor de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Tr¨¢fico, Stop-Accidentes (www.stopaccidentes.org), y v¨ªctima a su vez de un percance menor. "Los 17 muertos al d¨ªa que se producen en las carreteras espa?olas son cada d¨ªa nuevas v¨ªctimas, eso es algo que olvidamos".
El coche, gran icono de nuestra sociedad, ha impuesto su ley, colocando al peat¨®n en una posici¨®n subalterna. Pero el problema lo plantea la dif¨ªcil convivencia entre los propios autom¨®viles. Y resolverlo, como declar¨® hace unos d¨ªas el ministro del Interior, Jos¨¦ Antonio Alonso, exige medidas "urgentes".
Alonso presentaba en el Congreso el anteproyecto de ley vial que implantar¨¢ en Espa?a el llamado carn¨¦ por puntos, que ya funciona en Alemania, Francia e Italia. Se trata, sustancialmente, de dar continuidad a las sanciones por infracci¨®n, de forma que cada conductor vea reflejada en su carn¨¦ su conducta. El permiso vale 12 puntos que se pueden perder a golpe de infracciones. Consumidos todos, el infractor deber¨¢ seguir cursos de reeducaci¨®n.
La medida ha merecido aplausos, pero basta dar un repaso a la educaci¨®n vial que se recibe en las autoescuelas para comprender que el planteamiento falla por la base. Atiborrarse de datos absurdos como lo que puede sobresalir la carga de los camiones o los tipos de catadi¨®ptricos autorizados que hay, no parece la mejor manera de preparar al alumno para hacer frente a la llamada jungla de asfalto. ?No ser¨ªa preferible educar desde el principio al aspirante a conductor, antes de plantearse la necesidad de reeducarlo?
"Son cosas diferentes", dice Pere Navarro, director general de Tr¨¢fico. "Ya se ha nombrado a un subdirector especialmente para que modifique este tipo de pruebas te¨®ricas que no tienen demasiado sentido. Pero los cursos de reeducaci¨®n ser¨¢n necesarios y son otra cosa". Y tanto. De momento, y seg¨²n un interlocutor de Tr¨¢fico, "son un batiburrillo con el que nadie se aclara". Las autoescuelas, que han visto en estos cursillos una excelente presa, han comenzado ya a batirse el cobre para obtener la concesi¨®n de Interior. En la calle, los conductores parecen intranquilos. "Todo depende de c¨®mo se aplique este carn¨¦", comenta un taxista que presume de no haber tenido multas en 35 a?os de profesi¨®n. "Bueno, hasta hace unos meses, que me hicieron pagar 60 euros por aparcamiento indebido. Era una zona azul y saqu¨¦ el tique. Al volver, vi que me hab¨ªan denunciado porque hab¨ªa sacado el boleto en una m¨¢quina verde, por puro despiste. Claro, esto me parece una estafa del Ayuntamiento. Espero que lo de los puntos lo hagan mejor".
Un m¨¦rito inicial del nuevo carn¨¦ es que ha provocado un animado debate social, en el que la mayor¨ªa de los especialistas de tr¨¢fico se han colocado de su parte. Y no pocos conductores. Quien m¨¢s quien menos, como las diputadas Gloria Rivero, del PSOE, y Ver¨®nica L¨®pez, del PP -ambas en la comisi¨®n de Seguridad Vial del Congreso de los Diputados-, ha probado en su carne los zarpazos de la carretera. Rivero viajaba con dos ni?as por una autopista del sur de Tenerife cuando se vio envuelta en un choque en cadena. "Hab¨ªa un tramo en obras y se produjo un atasco. Yo respet¨¦ la distancia de seguridad con el coche de delante, pero el que ven¨ªa detr¨¢s no. Me dio un golpe terrible que me sac¨® de la carretera y choqu¨¦ contra la mediana. Por suerte no nos pas¨® nada serio". Quiz¨¢ esa experiencia la hizo m¨¢s sensible a los problemas del tr¨¢fico. "La situaci¨®n es tan dram¨¢tica que necesita una intervenci¨®n ya", dice.
Un resbal¨®n en el asfal to
Tambi¨¦n su colega L¨®pez aplaude un cambio, que considera "fundamental" a la vista de las cifras. Conductora veterana, a sus 52 a?os de edad, L¨®pez tuvo un percance sin consecuencias en la autov¨ªa entre Pamplona y San Sebasti¨¢n. "Har¨¢ unos cinco o seis a?os. Recuerdo que perd¨ª el control del coche porque hab¨ªa aceite en el asfalto". Por suerte pudo contarlo, y ahora defiende las medidas que limiten al m¨¢ximo la impunidad con la que se mueven los infractores.
Pero para que una medida como el carn¨¦ por puntos funcione -en Francia ha reducido un 20% los muertos anuales- se necesitar¨¢ dotaci¨®n presupuestaria para poner en marcha las infraestructuras t¨¦cnicas necesarias y, sobre todo, para afrontar un consistente refuerzo de la plantilla de la Guardia Civil de Tr¨¢fico. Alonso maneja una cifra de 1,6 millones de euros, y ha prometido que de los 8.100 agentes de tr¨¢fico actuales se pasar¨¢ a los 8.700, adem¨¢s de anunciar la colocaci¨®n de 500 nuevos radares. Pero las cosas no parecen tan f¨¢ciles. "El problema es que las plazas de guardia civil de Tr¨¢fico no se cubren f¨¢cilmente", explica Canales, de Stop Accidentes. "Es un puesto con muchos riesgos y mal pagado. Ni los Tedax tienen un ¨ªndice de muertes tan elevado". En cuanto a los radares, Stop Accidentes conf¨ªa en que sean colocados con criterios de seguridad, y no meramente "recaudatorios".
El panorama que prometen las autoridades resulta seductor, aun considerando que los efectos del carn¨¦ por puntos tardar¨¢n algunos a?os en notarse. "Es una medida importante, aunque no sea m¨¢s que por el estado de opini¨®n que est¨¢ creando", opina Miguel Mu?oz Medina, que fue director general de Tr¨¢fico hace a?os y lleva toda la vida dedicado al tema automovil¨ªstico. Mu?oz cree que la ¨²nica manera de afrontar el reto de salud p¨²blica que representan los accidentes de tr¨¢fico es una combinaci¨®n de "educaci¨®n y represi¨®n". Este c¨®ctel sabiamente administrado ha permitido al Reino Unido ocupar un lugar privilegiado en esta negra estad¨ªstica de las muertes de tr¨¢fico.
Represi¨®n y educaci¨®n
En las brumosas islas brit¨¢nicas se ha conseguido reducir notablemente esta sangr¨ªa, de forma que la ratio se sit¨²a en un muerto por cada 60 accidentes, mientras en Espa?a es de uno por cada 16. Son muchos los factores que intervienen en esta eficacia brit¨¢nica, desde la celeridad de los servicios de asistencia (en varios pa¨ªses europeos est¨¢ legislado el tiempo m¨¢ximo que debe tardar una ambulancia en llegar al lugar del accidente), que puede reducir un 60% las muertes, hasta la conducci¨®n civilizada, que evita innumerables siniestros.
?Conducimos peor los espa?oles? "No creo que se pueda generalizar por nacionalidades, lo que ocurre es que nos falta cultura vial", alega Miguel ?ngel V¨¢zquez, director de comunicaci¨®n de la principal asociaci¨®n de aseguradores, Unespa. "La gente cree que se le obliga a usar el cintur¨®n de seguridad por molestar, y no se dan cuesta de que salva una de cada tres vidas". Unespa realiz¨® hace unos meses un estudio exhaustivo sobre el comportamiento de los conductores espa?oles que viene a poner de relieve un dato previsible. La experiencia al volante reduce el n¨²mero de accidentes. Por razones obvias, las aseguradoras examinan no s¨®lo los 100.000 accidentes con v¨ªctimas, sino el medio mill¨®n de accidentes de todo tipo que se producen en Espa?a anualmente. Su conclusi¨®n es que el conductor m¨¢s seguro es una mujer en torno a los 35 a?os con 10 de experiencia al volante. Si una d¨¦cada despu¨¦s el perfil de las conductoras modelo sale inesperadamente mal parado, V¨¢zquez argumenta, "es porque, creemos, son las madres las que prestan el coche a los hijos, y ¨¦stos los que tienen m¨¢s accidentes".
Para Mu?oz, de AEC, habr¨ªa que hacer un esfuerzo sobre todo de comunicaci¨®n para que se convierta en una prioridad social la conducci¨®n responsable. "Para m¨ª, el ideal es el que se sienta ante el volante sin haber bebido, perfectamente descansado, y conduce con extrema atenci¨®n. Los que me dicen que han ido de Madrid a Sevilla sin paradas me preocupan, porque la atenci¨®n produce fatiga, y eso puede significar que conduc¨ªan distra¨ªdos".
Llueva o luzca el sol, el fen¨®meno se repite cada fin de semana, cada puente, cada ¨¦xodo de vacaciones. Interminables colas de viajeros al volante, innumerables infracciones, la mayor¨ªa de las cuales se escapa al control punitivo, porque nada parece suficiente para frenar esta locura. "Desgraciadamente, se necesita mucha represi¨®n, muchos palos, para enderezar las cosas. En un mundo ideal no ser¨ªa as¨ª, pero no estamos en un mundo ideal", reflexiona Diego S¨¢nchez Rodr¨ªguez, profesor de formaci¨®n vial de una autoescuela de Madrid. Ense?ar a conducir a una legi¨®n de alumnos desde 1989 le ha dado un conocimiento privilegiado de la situaci¨®n del tr¨¢fico. "Los alumnos s¨®lo quieren aprobar como sea. Muchos ni te escuchan", dice.
Pero tampoco las aptitudes pedag¨®gicas de los profesores est¨¢n siempre a la altura del reto que representa el tr¨¢fico. "Mi profesor nos ense?aba trucos para no dar positivo en los controles de alcoholemia. Lo mejor es fumarse un par de cigarritos, dec¨ªa", explica un joven de 23 a?os que se sac¨® hace tres el carn¨¦. "Aparte de que alardeaba de haber tirado por la ventanilla la L obligatoria para los conductores noveles nada m¨¢s conseguir el permiso de conducir".
Qui¨¦n sabe si hab¨ªa sido alumno de este profesor el chaval de 18 a?os que se estrell¨® con su flamante coche en una carretera de Toledo el 2 de abril de 2000. Porque, pese a ser conductor novel, en la parte trasera del veh¨ªculo no figuraba la L, lo que le permiti¨® adelantar a un coche de la Guardia Civil de Tr¨¢fico sin provocar sospechas. Tom¨® la siguiente curva a 130 kil¨®metros por hora y perdi¨® el control del coche, ocupado por cinco personas. Todos resultaron heridos de diversa consideraci¨®n menos una pasajera del asiento trasero, una ni?a, que falleci¨® a consecuencia del golpe.
360 euros por
"El caso lleg¨® a los tribunales y el juez lo calific¨® de mera falta", dice Aitor Canales, de Stop Accidentes. "El resultado fue una multa de 360 euros sin retirada del carn¨¦, aunque la sentencia est¨¢ recurrida". Canales cree que este caso ilustra el principal problema de la siniestralidad de las carreteras espa?olas, que ¨¦l resume as¨ª: "Falta voluntad para penalizar las muertes con veh¨ªculo de motor", algo que no ocurre en otros pa¨ªses de Europa. Mu?oz est¨¢ de acuerdo en eso. "En el Reino Unido, conducir ebrio tiene pena de c¨¢rcel. Con la seguridad vial no se juega". En Espa?a, las cosas van por otros derroteros y cambiarlas no parece sencillo.
causar muerte
"Organizamos un curso de formaci¨®n vial en colaboraci¨®n con otros pa¨ªses europeos y nos dimos cuenta de lo dif¨ªcil que es cambiar la mentalidad de los conductores", cuenta Sauret, del RACC. "Vimos lo arraigadas que est¨¢n ciertas conductas. A fin de cuentas, nuestros conductores son un reflejo de la sociedad espa?ola".
Una sociedad dada a los excesos, y con tendencias an¨¢rquicas, a juzgar por algunas conductas al volante. Entre los m¨¢s de 170.000 conductores implicados en los 98.000 accidentes de tr¨¢fico con v¨ªctimas que se registraron en 2002, m¨¢s de 3.500 conduc¨ªan sin carn¨¦, y un millar se dieron a la fuga tras provocar un accidente. El caso de Juan Manuel Fern¨¢ndez Montoya, Farruquito, que atropell¨® y mat¨® a un peat¨®n cuando conduc¨ªa sin carn¨¦ y se dio a la fuga, dista mucho de ser una excepci¨®n. A menudo, una infracci¨®n llama a otra, hasta que se llega al delito. Como explicaba a este peri¨®dico en mayo pasado la abogada del RACE Gloria Vinader, "hay un aut¨¦ntico problema, la cantidad de gente que circula sin permiso y la cantidad de coches sin seguro. Y claro, si no tienen ninguna de las dos cosas cuando atropellan a alguien o causan un accidente, les da m¨¢s miedo parar y huyen". Despu¨¦s de todo, mientras la calificaci¨®n de imprudencia grave o leve dependa exclusivamente de la percepci¨®n de un juez, es poco probable que el culpable de un delito tan tremendo vaya siquiera a la c¨¢rcel.
"La pena oscila entre uno y cuatro a?os de c¨¢rcel. Pero con menos de dos a?os de condena no se va a prisi¨®n, y muchas veces los jueces son comprensivos con estos delitos, que quedan pr¨¢cticamente impunes", subraya Canales.
Por eso, Stop Accidentes pelea desde hace a?os por introducir cambios sustanciales en la apreciaci¨®n social de esta lacra. "Accidentes hay muy pocos", dice, "lo que hay son imprudencias". Canales propone que, del mismo modo que se habla de violencia de g¨¦nero, se hable de violencia vial. Quien se sienta al volante con copas de m¨¢s, quien pisa el acelerador con total desprecio de las se?ales limitadoras de la velocidad, quien ignora los sem¨¢foros rojos, quien adelanta de forma temeraria, ejerce una violencia que est¨¢ reclamando una punici¨®n. Pero Canales sabe que el enemigo es fuerte, y que la domesticaci¨®n del Homo automovilis no ha hecho m¨¢s que empezar.
Claros y presentes riesgos
EL TITULAR de un permiso con m¨¢s de tres a?os de antig¨¹edad dispondr¨¢ de 12 puntos (ocho en los dem¨¢s casos), que mantendr¨¢ intactos si cumple la ley. Si comete infracciones se arriesgar¨¢ a perder 2, 3, 4 o 6 puntos, dependiendo de la gravedad de la infracci¨®n. El anteproyecto de ley valora as¨ª, en puntos, algunas de las infracciones:
6. Conducir bajo los efectos del alcohol (m¨¢s de 0,75 mg/l). Conducir bajo los efectos de las drogas. Circular en sentido contrario. Circular de forma temeraria. Exceso de velocidad: m¨¢s de un 50% del limite y en m¨¢s de 30 km/h.
4. Conducir bajo los efectos del alcohol (0,25-0,75 mg/l). Conducir con permiso o licencia que carezca de valor. Circular con un veh¨ªculo no matriculado o que carezca de las autorizaciones reglamentarias. Circular con un veh¨ªculo que no cumpla las condiciones de seguridad necesarias o que incumpla normas reguladoras de la ITV.
Exceso de velocidad: menos de un 50% del l¨ªmite, en m¨¢s de 40-50 km. Conducir de forma negligente. Incumplir la prioridad de paso. No detenerse en un stop. Incumplir las normas sobre adelantamientos. Cambiar de sentido en situaciones que impidan cumplir la normativa. No respetar la luz roja de un sem¨¢foro. Adelantar invadiendo el
sentido contrario en las curvas, cambios de
rasante o lugares de visibilidad reducida. No respetar las se?ales de los agentes que regulan la circulaci¨®n.
3. Exceso de velocidad: en m¨¢s de 30-40 kmh y en menos del 50% del l¨ªmite. No mantener la distancia de seguridad. Circular sin alumbrado en condiciones de falta de visibilidad. Conducir produciendo deslumbramiento. Conducir utilizando cascos o auriculares conectados a cualquier dispositivo cuyo manejo implique su uso manual.
Parar o estacionar en los seis casos m¨¢s graves que detalla el c¨®digo.
2. Parar o estacionar en los restantes casos prohibidos por el c¨®digo, de menor gravedad. Cambiar de sentido, direcci¨®n o dar marcha atr¨¢s incumpliendo las normas. Circular sin alumbrado cuando sea obligatorio. Conducir sin el cintur¨®n de seguridad, el casco y dem¨¢s elementos de protecci¨®n o permitir que los ocupantes no cumplan dichas normas.
El anteproyecto, que deber¨¢ pasar el control parlamentario, donde previsiblemente sufrir¨¢ modificaciones, detalla todas las infracciones, y se?ala que los conductores podr¨¢n recuperar 4 puntos con cursos espec¨ªficos de reeducaci¨®n. Tambi¨¦n recuperar¨¢n puntos si no cometen infracciones en un plazo de tres a?os.
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