Ayuda cercana en tierra extra?a

Solucionan problemas y atienden a preguntas tan importantes para los inmigrantes como ?a d¨®nde debo acudir para solicitar la visa a Espa?a?, o ?c¨®mo se puede acceder a la nacionalidad espa?ola? Es la Casa del Ecuador, un centro sin ¨¢nimo de lucro que lleva m¨¢s de nueve a?os funcionando en Madrid con el objetivo "de ayudar a los inmigrantes en asuntos legales que escapan de la capacidad del consulado y de las administraciones p¨²blicas", como explica Carlos Guevara Coello, abogado y uno de los precursores de este centro.

Todos los d¨ªas, decenas de inmigrantes de todos los rincones de la Comunidad, sobre todo ecuatorianos (m¨¢s del 90%, seg¨²n la presidenta del centro, Silvia Cachago), acuden a esta oficina en la calle de las Delicias, n¨²mero 5, para recibir consejos a precios muy baratos, ya que "s¨®lo cobramos la voluntad, lo que cada uno pueda aportar", explica Silvia. No hay tarifas ni existen sueldos, pero es "muy importante que funcione as¨ª", dice, "ya que aqu¨ª viene gente de toda condici¨®n, pero sobre todo personas con problemas econ¨®micos".

"Todo empez¨® como una iniciativa de un grupo de amigos, todos ecuatorianos", cuentan Carlos y Silvia, "que colabor¨¢bamos con el Consulado de Ecuador en Madrid". "La llegada de ecuatorianos empez¨® a ser tan masiva", explican, "que en el consulado empezaron a estar desbordados", por lo que este grupo comenz¨® a prestar su asesoramiento desde una oficina.

El tiempo ha pasado y han evolucionado. Si hace nueve a?os eran seis amigos, ahora la red abarca a ocho colaboradores directos y otros 15 mediadores o colaboradores espor¨¢dicos. Carlos, de 40 a?os y que lleva 17 en Espa?a, es el ¨²nico cuyo t¨ªtulo de abogado, homologado hace 14 a?os, le permite ejercer como tal. ?l dirige la secci¨®n de asesoramiento legal, desde donde ha logrado solucionar las dudas y, sobre todo, los problemas de "centenares" de compatriotas. "Por ejemplo, conseguir la tarjeta de residencia o ayudar en asuntos como la repatriaci¨®n de cad¨¢veres", explica. Pero tambi¨¦n en situaciones de emergencia, como los atentados del 11-M: "Al d¨ªa siguiente fui a Ifema [a donde llevaron los cad¨¢veres para ser identificados] para llamar a la gente en Ecuador y comunicarles lo que les sucedi¨® a sus familiares".

Aunque son muchos los aspectos legales que hay que solucionar o aclarar, la oferta de la Casa del Ecuador no se limita a eso. La salud, la educaci¨®n, la alimentaci¨®n y la solidaridad tambi¨¦n caben en este centro. "Contamos con una ginec¨®loga que asesora a los pacientes en cuestiones como d¨®nde deben tratar sus enfermedades, y tambi¨¦n con la ayuda de una cl¨ªnica para los casos de urgencias de personas sin papeles", dice Silvia.

Recolectan prendas y alimentos para los m¨¢s pobres, pero antes de distribuirlos comprueban a qui¨¦n: "Desgraciadamente, hay muchos que se han acostumbrado a ir de parroquia en parroquia para llenar la bolsa", afirma Silvia, "es una pena, porque se pierde la dignidad".

Son muchos los proyectos (www.casadelecuadorespana.org), como por ejemplo, una guarder¨ªa, la mediaci¨®n gratuita para encontrar empleo, una biblioteca, e incluso asesoramiento empresarial: "Ayudamos a los emprendedores a solucionar sus dudas legales para crear un negocio", dice Carlos. Y tiene sus frutos: "S¨®lo en Arganzuela hay dos empresas que empezaron con nuestra ayuda y muchas m¨¢s en todo Madrid", asegura.

La Casa del Ecuador funciona sin subvenciones porque "piden avales y no tenemos dinero", explica Carlos. Pero han firmado convenios con las administraciones p¨²blicas y algunas empresas. Este a?o ofrecen cursos de inform¨¢tica en un aula con nueve ordenadores, adquiridos por donativos o como regalo. "Son cursos a distancia, pero muchos no tienen ordenador", explica Silvia, "y ofrecemos la posibilidad de acceder al t¨ªtulo pagando la tasa oficial de 20 euros".

Pese a todo, los principales obst¨¢culos para la mayor¨ªa de los inmigrantes siguen siendo legales: "Ahora tratamos de ayudar a una mujer con problemas ps¨ªquicos que quiere volver a Ecuador y no tiene pasaporte". Un caso entre cientos. "Por ahora no nos faltar¨¢ trabajo", concluye Carlos.