Los enemigos
Cuando los socialistas espa?oles perdieron el poder y se enzarzaron en parecidas grescas a las que ahora vive la derecha, algunas voces veteranas del PSOE les recordaron d¨®nde estaba el verdadero enemigo. Y, por supuesto, lo localizaron en el PP. Pero el deseo de que el enemigo estuviera fuera y no dentro no bastaba: estaba dentro y fuera. Para que la situaci¨®n de los populares acabara de parecerse ahora a la de los socialistas en su momento, faltaba un veterano que viniera a decirles lo mismo. Y ha llegado Jos¨¦ Mar¨ªa Alv¨¢rez del Manzano y les ha contado igual la verdad a medias.
Tan encrespados entre s¨ª andaban los socialistas que ten¨ªan muy olvidado a su enemigo exterior, pero los populares est¨¢n hoy rodeados de enemigos por todas partes, incluso por las partes m¨¢s ¨ªntimas. El PP no tiene ahora quien le escriba, porque se dedic¨® a no contestar las cartas recibidas o a contestarlas con destemplanza. A pesar de todo, es muy humano que la soledad o la impresi¨®n de estar acorralado provoque una permanente actitud de defensa y hasta de numantinismo.
Sin embargo, los partidos pol¨ªticos son un instrumento de la democracia y no un fin en s¨ª mismos, y los socialistas antes y los populares ahora se ocupan y nos ocupan en sus reyertas descuidando las faenas para las que les pagamos. Pagamos a los partidos para que nuestra democracia funcione, y pagamos tambi¨¦n a los gobernantes para que gestionen la ciudad, la autonom¨ªa o el pa¨ªs.
Pero el hecho de que en una misma persona se concentren ambas responsabilidades, como suele suceder y como ha reclamado para s¨ª la presidenta de la Comunidad de Madrid, podr¨ªa llevar al ciudadano a adoptar la impresi¨®n de que perciben dos sueldos, a pesar de que renuncian a uno de ellos y evitan as¨ª que los sometamos a cualquier norma de incompatibilidad.
No obstante, hay situaciones, como la que se vive ahora en el PP de Madrid, que permiten la sospecha de que nuestros asalariados abandonan con frecuencia el puesto de trabajo para el que han sido elegidos debido al tiempo y al sue?o que les quita su formaci¨®n pol¨ªtica. Metida en el laberinto de las conspiraciones y los esfuerzos que el PP le reclama, es imposible no s¨®lo contar con la dedicaci¨®n plena de la presidenta a las tareas de gobierno para todos los madrile?os, sino que resulta inimaginable que le queden fuerzas y ¨¢nimos para otra cosa que no sea el proyecto del PP para volver a La Moncloa. Y en este sentido es de celebrar que el alcalde de esta Villa se recluya ahora en la presidencia del municipio que, a juzgar por su mucha dedicaci¨®n a las batallas de su partido, tendr¨ªa inevitablemente abandonada. Con una agravante: en este caso tambi¨¦n el vicealcalde se somet¨ªa, a la vez, a un sacrificio que no s¨®lo se llevaba el tiempo de la ocupaci¨®n por la que le pagamos, sino que le tra¨ªa la fuerte depresi¨®n que lo inhabilitaba para su tarea municipal por la crueldad con que los talibanes de dentro y de fuera de su partido lo masacraban.
Y est¨¢, adem¨¢s del fraude que supone que nuestros gobernantes falten al trabajo, y que el PP nos los devuelva a las instituciones derrotados y deprimidos, esa permanente confusi¨®n entre lo institucional y lo partidario que es semejante a la que a veces se produce entre lo p¨²blico y lo privado. No saber distinguir en el discurso p¨²blico el papel de presidenta de los madrile?os del de dirigente del Partido Popular hace que, con frecuencia, el ciudadano que no vota al PP deje de sentirse representado. Es m¨¢s cuidadoso en esto el alcalde que la presidenta.
Pero en casi todas las instituciones gobernadas por la derecha tiene hoy el ciudadano la impresi¨®n de que sus autoridades miran m¨¢s a La Moncloa como objetivo que a los intereses de cada d¨ªa en la Administraci¨®n de la que son responsables. Y no s¨¦ si van a cambiar de actitud despu¨¦s de que apacig¨¹en al enemigo interior para dedicarse m¨¢s de lleno a¨²n a los otros enemigos. Tampoco s¨¦ si Aguirre ha recurrido a Alv¨¢rez del Manzano para tranquilizar al talib¨¢n y provocar a su antiguo contrincante, o s¨®lo lo ha hecho para que el pasado reluciera mejor en la integraci¨®n que propugna. El pasado y el presente ya estaban integrados en el PP madrile?o como una misma cosa; lo que cabe esperar es que el futuro quepa en esa integraci¨®n.
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