Tecnoadictos
Las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n se han incorporado a nuestras vidas para lo bueno y lo malo. Hay expertos que han comenzado a diagnosticar ciberadicciones, aunque otros evitan estos t¨¦rminos. Para algunos, el ordenador o el tel¨¦fono m¨®vil son ya compa?eros imprescindibles.
?D¨®nde acaba el hobby y cu¨¢ndo empieza la adicci¨®n? Esta pregunta, contestada por psic¨®logos y psiquiatras aplicada a multitud de patolog¨ªas, es la que se est¨¢n haciendo muchos expertos desde que apareci¨® la red de redes. La adicci¨®n a Internet tiene ya un tecnicismo que la define, la conocida como IAD (Internet Addiction Disorder).
La navegaci¨®n por Internet ha pasado de ser una conducta de trabajo u ocio a convertirse en una necesidad. El usuario pierde el control sobre su conducta, sufre s¨ªndrome de abstinencia si no se conecta. Un informe reciente de la Universidad de Stanford ha se?alado que al menos un 6% de los 20 millones de usuarios de Estados Unidos ten¨ªa una dependencia excesiva del PC. Mill¨®n y medio de ciudadanos cuya ¨²nica aspiraci¨®n es encerrarse entre unos y ceros durante m¨¢s de 10 horas. La adicci¨®n al rat¨®n es tan nueva que no hay cifras ni estudios epidemiol¨®gicos fiables; de hecho, algunos expertos consideran que Internet no es adictivo, sino un nuevo soporte para enganches ya conocidos, como la adicci¨®n a las compras, al sexo o al juego.
Como cualquier novedad, los reci¨¦n llegados al mundo de la Red experimentan un notable inter¨¦s por todo. Chats, foros, correo electr¨®nico? El ne¨®fito en las nuevas tecnolog¨ªas se empieza a aclimatar a un nuevo entorno y va pasando las fases propias de una nueva actividad. Se conocen las herramientas y se eligen aquellas que sirven o interesan a cada usuario. Algunos se atascan en esa fase de aclimataci¨®n. Esos individuos son los que tienen problemas, aunque algunos estudios se?alan que los trastornos derivados del uso excesivo de la Red no dependen s¨®lo de las tecnolog¨ªas, sino de trastornos anteriores que impulsan a abusar de ellas como forma de evasi¨®n. El problema llega cuando se abusa de Internet y se pasan casi 10 horas diarias conectados, ya que a las repercusiones psicol¨®gicas se unen las f¨ªsicas.
?Qu¨¦ tiene la Red que tanto engancha? Para algunos es la posibilidad de demostrar la destreza personal, la brevedad entre el clic y el resultado, la posibilidad de acceder a informaci¨®n especializada con facilidad, la interactividad y la tensi¨®n que genera. Hay tantas razones para adentrarse en la aldea de MacLuhan como usuarios en el mundo.
??igo Ayuso, 27 a?os, teleoperador. Madrid.
"Nos hemos creado la necesidad de utilizar el m¨®vil"
Espa?a es otro de los cientos de pa¨ªses colonizados por los tel¨¦fonos m¨®viles. Es casi un ap¨®sito de la mano, aunque con los nuevos complementos ya no hace falta ni acercar el auricular al o¨ªdo. No hace mucho que se extendi¨® su uso, pero se ha hecho imprescindible. ??igo lo sabe bien: "Al salir de casa s¨®lo necesitas tres cosas: las llaves, la cartera y el tel¨¦fono".
La factura telef¨®nica ha entrado dentro de los gastos fijos. "Antes de mes hago el c¨¢lculo de lo que tengo que apartar para el alquiler. Y el siguiente gasto que miro es el m¨®vil. La factura no baja de los 120 euros, y ha habido meses en los que he pagado hasta 190, lo que viene a ser una quinta parte de mi sueldo, que no es mucho".
Dos tel¨¦fonos le suelen acompa?ar casi siempre, aunque s¨®lo con uno, de ¨²ltima generaci¨®n, tiene un contrato. "Los prepagos son un timo, prefiero tener contrato porque el servicio al cliente es mejor y tienes mejores coberturas. Aunque como no tienes control, llamas m¨¢s. He llegado a pensar en restringir el saldo, pero me da pereza y nunca sabes si vas a necesitar el tel¨¦fono en una urgencia".
La cobertura; una palabra que hoy por hoy es santo y se?a de cualquier conversaci¨®n. Se maldice, se busca, se desea? "No soporto no llevar el m¨®vil, quedarme sin bater¨ªa o perder la cobertura. Es la ley de Murphy. Basta con que tengas el tel¨¦fono apagado para que te llame un mont¨®n de gente".
A pesar de su gasto, sabe que es una necesidad "superflua y autoimpuesta. Antes se quedaba a una hora y all¨ª se iba. Ahora no. Ahora te llamas una hora antes para quedar, o te mandas un mensaje. Si llegas tarde vuelves a llamar, y si est¨¢s esperando te pones a jugar o a mandar mensajes a amigos. Es como el tabaco. Yo antes fumaba cuando esperaba a alguien, pero dej¨¦ de fumar. Ahora lo que hago es mandar mensajes. He intentado engancharme a los juegos, que son gratis, pero no he podido. Los mensajes tienen algo especial. Son como las palomas mensajeras del siglo XXI. Lo malo es la posibilidad de interactividad. No te conformas con un mensaje. Te responden y t¨² vuelves a responder, as¨ª que se acaba convirtiendo en chatear. Piensas que s¨®lo son cinco pesetas, pero sumando? Al final acabas pagando facturas como las m¨ªas. Las promociones de las teleoperadoras son muy tentadoras".
El m¨®vil se ha convertido casi en una necesidad social. "Un d¨ªa sin tel¨¦fono es una pesadilla. Te da miedo de quedarte solo, as¨ª que con ¨¦l en la mano evitas la soledad. Sabes que tienes a toda tu agenda junto a ti, y, si sientes la necesidad, llamas".
Daniel Morales, 24 a?os, empleado de una empresa dedicada a accesos a Internet. Madrid.
"Hay quienes se pasan 18 horas jugando en red"
Internet se ha convertido en una de las formas de ocio m¨¢s extendidas en el mundo, tanto que en algunos pa¨ªses est¨¢ desbancado a la sacrosanta televisi¨®n. Y los juegos en red son una de sus ofertas. Daniel es todo un experto. Lleva cuatro a?os jugando, "desde que aparecieron las primeras salas. Lo malo era el precio: tres euros por una hora de juego. Ahora no llega a 1,20".
Los juegos en red est¨¢n dejando las salas de recreativos vac¨ªas. La interactividad tiene la culpa, aunque no s¨®lo ella. "Llega un momento en que te aburres de jugar contra una m¨¢quina. Te llegas a aprender las pantallas a las que te enfrentas. Con los juegos en red es distinto; juegas contra personas como t¨², que toman las decisiones en un segundo. Adem¨¢s puedes jugar con amigos o con gente que vive a 10.000 kil¨®metros de distancia".
Para jugar en red es necesario un buen equipo inform¨¢tico. Los que no pueden coste¨¢rselo acuden a cibercaf¨¦s, que s¨ª gastan su presupuesto en equipos punteros. "Como m¨ªnimo es necesario tener un Pentium III o equivalentes. Adem¨¢s tienes que tener una buena conexi¨®n. En mi caso, una ADSL. Pero para los juegos tambi¨¦n hace falta una buena tarjeta de audio y v¨ªdeo. Conozco a gente que se gasta 240 euros por ganar dos fotogramas a cada segundo. Una tarjeta buena cuesta unos 600 euros, pero el realismo que te ofrece no se puede comparar con el que ofrece una normal".
La expansi¨®n de los juegos en red es un hecho. En Internet es posible encontrar miles de foros sobre un juego en particular o sitios de equipos cuasiprofesionales. "Yo estoy en un equipo, el Hunter. Somos 10 personas y nos patrocina la empresa en la que trabajo. Vamos a muchas competiciones en las que se pueden obtener premios de 1.200 euros, como el ¨²ltimo que hemos ganado. Tengo amigos que han ido, incluso, a Alemania o Corea a participar en competiciones. Hay hasta un mundial de juegos electr¨®nicos. Se est¨¢ profesionalizando. Nosotros, por ejemplo, cuando se acerca una competici¨®n nos juntamos para entrenar. Hay gente que puede pasar hasta 18 horas jugando, algo que yo ya no hago, porque trabajo".
Los centros de juegos son adem¨¢s lugares donde conocer gente o reunirse con los amigos. "Cuando vas a un sitio, normalmente acabas conociendo a mucha gente. Es una buena forma de hacer nuevas amistades o reunirte con las que ya tienes. Es todo un mundillo".
Ana Bella Garc¨ªa Lozano, 25 a?os, periodista especializada en Internet. Madrid.
"La mensajer¨ªa instant¨¢nea es perfecta para la vida personal y la laboral"
Las salas de chat quedaron atr¨¢s hace tres a?os. Ana Bella prefiere ahora la mensajer¨ªa instant¨¢nea, como el Messenger de Microsoft o el Yim de Yahoo. Con ello evita a gente indeseable: "Es mucho m¨¢s f¨¢cil filtrar a la gente, permitirles hablar contigo o no. En definitiva, tengo m¨¢s control sobre mis contactos".
Son muchas las cr¨ªticas que reciben los IRC, que son tachados como lugares ¨²nicamente encaminados al ligoteo o la conversaci¨®n superflua; sin embargo, cualquier software de mensajer¨ªa instant¨¢nea tiene mejores usos. "En mi caso, durante las ocho horas laborales utilizo el Yim. En el equipo en el que trabajo nos preguntamos cosas puntuales sobre alg¨²n proyecto o nos pasamos alg¨²n fichero por el messenger, aunque estemos sentados uno al lado del otro. Con los clientes y proveedores tambi¨¦n lo utilizo. Es otra forma m¨¢s de dar soporte t¨¦cnico y de que me lo den a m¨ª. Ya apenas hablo con ellos por tel¨¦fono; los tengo agregados a mi lista de contactos y, si necesito cualquier cosa, se lo pregunto por ah¨ª. Lo mismo sucede con mis compa?eros que trabajan en Barcelona".
En su vida personal, Ana Bella tambi¨¦n usa el messenger; en este caso, para mantener el contacto con amigos o ex compa?eros de trabajo que, por la circunstancia que sea, est¨¢n lejos. "De vez en cuando les entro y as¨ª mantengo vivo el trato; quedamos de vez en cuando, nos pasamos ofertas de trabajo? Algunos viven lejos y otros simplemente no tienen tiempo porque han sido padres o se han casado, etc¨¦tera. S¨¦ que si no fuera por esto, no les llamar¨ªa por tel¨¦fono ni para felicitarles las Pascuas. Tambi¨¦n me sirve para charlar tranquilamente con mis amigos m¨¢s cercanos cuando llego a casa y tengo ganas de relajarme un rato cont¨¢ndoles mis penas, y para estar al tanto de la vida de amigos, ex compa?eros de clase o ex novios que se fueron a conquistar otras tierras. Mi factura telef¨®nica me lo agradece, porque me ahorro mucho en llamadas".
Jos¨¦ Mart¨ªn, 25 a?os, inform¨¢tico. Barcelona.
"Lo primero que hago al llegar a casa es encender el ordenador"
Llevar el mantenimiento de equipos y servicios inform¨¢ticos de un colegio durante la ma?ana no quita para que Jos¨¦ utilice la tarde en disfrutar de las posibilidades que ofrece Internet. "Cuando llego a casa lo primero que hago es encender el ordenador. Es casi autom¨¢tico. Hay quien enciende la tele. En mi caso, el ordenador". Lo que hay que preguntarse es cu¨¢l de ellos es el que enciende, porque tiene tres. Un Pentium IV, un Pentium III y un port¨¢til. "El trabajo que hago con ellos es diferente. Uno lo tengo para las chorradas, otro para trabajar y el otro lo utilizo cuando me voy de viaje o de vacaciones. Siempre estoy conectado; adem¨¢s de por cuestiones de trabajo, porque me gusta".
Tanto equipo tiene un precio. Jos¨¦ no lo sabe precisar. "Tengo de todo, y no me importa gastarme el dinero en novedades ¨²tiles y eficaces. Los equipos los cuido mucho. Son inal¨¢mbricos y todos est¨¢n enchufados a regletas especiales que tienen sus propios fusibles y diferencial, para que si hay alg¨²n problema no se estropee el equipo".
Los medios tecnol¨®gicos que tiene en su casa no se limitan a los ordenadores. "Tengo un tel¨¦fono ¨²ltima generaci¨®n con WAP, aunque no lo utilizo mucho porque de momento no ofrece lo necesario para satisfacer mis necesidades. Adem¨¢s tengo una Palm, DVD, un equipo de m¨²sica y el Home cinema theatre, que permite ver y oir las pel¨ªculas mucho mejor que una televisi¨®n normal".
Internet ofrece millones de posibilidades, que en su caso se centran a la lectura de peri¨®dicos de todo el mundo, ver foros, bajar programas, probar nuevos entornos, descargarse m¨²sica o pel¨ªculas, "pero nunca el chat o el e-mail, porque me aburren".
Sus ordenadores pueden estar encendidos m¨¢s de siete horas, porque no los apaga hasta que se va a dormir. "No me gusta dejarlos conectados, fundamentalmente por el ruido que hacen. Tengo programas que los apagan autom¨¢ticamente si se quedan encendidos porque estoy bajando algo de la Red".
Su pasi¨®n por las nuevas tecnolog¨ªas le lleva a estar permanentemente conectado, desde cualquier lugar y en cualquier momento, lo que de vez en cuando le crea algunos problemas. "Antes mi novia me lo dec¨ªa mucho; 'deja ya el ordenador', pero al final lo ha acabado entendiendo. No hago un uso enfermizo de las tecnolog¨ªas, sino que me aprovecho de ellas. Son un adelanto enorme. Todo se puede programar y la distancia ya no es un problema. Hay que sacar partido de este tipo de adelantos".
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