El hombrecillo de Flores
Rara vez un resultado cient¨ªfico se parece tanto a un cuento de hadas: una nueva especie humana, tal vez derivada del Homo erectus salido de ?frica hace casi dos millones de a?os, de s¨®lo un metro de estatura, con un cerebro que ha retrocedido al tama?o t¨ªpico de los chimpanc¨¦s y que permaneci¨® viva hasta hace s¨®lo 12.000 a?os en la isla de Flores, en Indonesia, y por lo tanto, debi¨® coexistir en la regi¨®n con los humanos modernos durante m¨¢s de 30.000 a?os. As¨ª de espectacular ha sido la irrupci¨®n del Homo floresiensis, nuestro reci¨¦n descubierto pariente, ante la at¨®nita comunidad paleontol¨®gica mundial.
El diminuto hombre de Flores ha a?adido un ¨¢ngulo inesperado al populoso panorama de la evoluci¨®n de los hom¨ªnidos. Las islas son a menudo un experimento evolutivo acelerado. Ser grande suele ser una forma de protegerse de los depredadores, y si en una isla no los hay, la selecci¨®n natural puede producir variedades enanas, que consumen menos energ¨ªa.
Ahora resulta claro que ese proceso evolutivo puede ocurrir tambi¨¦n en el g¨¦nero humano. Y con la peculiaridad de que ha revertido la tendencia m¨¢s clara y sostenida de la evoluci¨®n de los hom¨ªnidos: la progresiva encefalizaci¨®n, probablemente asociada a las demandas de una vida mental cada vez m¨¢s compleja y avanzada. Y es aqu¨ª donde el hombre de Flores nos ha deparado la mayor sorpresa. Porque, si las avanzadas herramientas de piedra halladas en las excavaciones pertenecen a esta especie enana, el Homo floresiensis no parece necesitar m¨¢s que 380 cent¨ªmetros c¨²bicos de capacidad craneal para ejecutar unas tareas que, seg¨²n se pensaba, requieren el doble o el triple de ese volumen, incluido el arte de la navegaci¨®n, necesario para llegar a esa isla. Sin embargo, no se puede descartar todav¨ªa que esas herramientas fueran construidas por nuestra especie, el Homo sapiens, aunque sus huesos no han aparecido de momento en los estratos adecuados (anteriores a 12.000 a?os).
Es posible que las islas cercanas a Indonesia guarden a¨²n m¨¢s sorpresas, y los cient¨ªficos australianos que han descubierto al Homo floresiensis ya las est¨¢n buscando en cuatro de ellas. El ¨¢rbol geneal¨®gico de la humanidad parece ser m¨¢s diverso, din¨¢mico y fascinante de lo que cre¨ªamos hace s¨®lo una semana.
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