Comparecencia oportuna
En su comparecencia en la comisi¨®n parlamentaria andaluza que estudia la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa, Miquel Roca afirm¨® que ninguna comunidad "puede pretender m¨¢s derechos que otras". En su art¨ªculo dominical de EL PA?S del pasado 31 de octubre, Santos Juli¨¢ recordaba que cada vez que la sociedad espa?ola se ha planteado una descentralizaci¨®n pol¨ªtica de su Estado, se ha acabado imponiendo una estructura sim¨¦trica para todas los territorios que integran Espa?a, bien se los califique de estados, como hac¨ªa la Constituci¨®n republicana federal de 1873, bien de regiones, como hizo la de la Segunda Rep¨²blica, bien de nacionalidades y regiones, como ha hecho la actualmente vigente de 1978.
Cada comunidad tiene derecho a ser diferente, pero no a transformar su diferencia en privilegio
La afirmaci¨®n de Miquel Roca es de naturaleza prescriptiva, expresa un deber ser: la igualdad que califica el reconocimiento del derecho a la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones, de acuerdo con el tenor literal del art¨ªculo 2 de la Constituci¨®n, no debe entenderse simplemente en el sentido de que todos los ciudadanos, independientemente de su lugar de residencia, sean titulares de derechos en condiciones de igualdad, sino que debe extenderse tambi¨¦n a la posici¨®n de cada territorio, de cada comunidad aut¨®noma en la estructura del Estado.
Ninguna comunidad aut¨®noma puede pretender para s¨ª algo que no pueda pretender exactamente igual cualquier otra. Resulta curioso que los t¨¦rminos en que se expres¨® el pol¨ªtico catal¨¢n son casi los mismos que utiliz¨® Hobbes en el cap¨ªtulo XIII de El Leviat¨¢n para definir la igualdad como punto de partida para explicar la constituci¨®n del Estado, poniendo fin de esta manera al paradigma aristot¨¦lico de la desigualdad natural y de la consiguiente justificaci¨®n de la esclavitud que hab¨ªa dominado la teor¨ªa pol¨ªtica hasta la fecha. No es que todos seamos iguales. Todos somos diferentes. Tanto los individuos como las comunidades en que vivimos. Lo que no se puede aceptar es que la diferencia se convierta en desigualdad. Cada ser humano y cada comunidad pol¨ªtica tiene derecho a ser diferente, pero no tiene derecho a transformar su diferencia en privilegio, en una posici¨®n de preeminencia sobre los dem¨¢s. La diferencia da derecho a la diferencia, pero no a la desigualdad.
La afirmaci¨®n de Santos Juli¨¢ es de naturaleza descriptiva. ?l no se plantea el problema de si todas las nacionalidades y regiones tienen que tener o no la mismo posici¨®n en la estructura del Estado, sino que se limita a decirnos qu¨¦ es lo que ha ocurrido en la historia constitucional de Espa?a cada vez que hemos decidido reformar la estructura del Estado y transitar de un Estado unitario a otro pol¨ªticamente descentralizado. O a la entrada, como ocurri¨® en 1873, o a la salida, como estaba ocurriendo con base en la Constituci¨®n de 1931, cuando el proceso qued¨® interrumpido por la Guerra Civil, o como ha ocurrido con base en la Constituci¨®n de 1978, el Estado espa?ol se ha descentralizado pol¨ªticamente de manera global, quedando equiparadas jur¨ªdicamente todas ellas en lo que a su posici¨®n en la estructura del Estado se refiere.
Me ha parecido oportuno recordar estas dos intervenciones porque creo que pueden ayudar a serenar el debate sobre la reforma estatutaria en curso en nuestra comunidad aut¨®noma. Miquel Roca no es en estos momentos un pol¨ªtico en activo, pero sigue siendo Miquel Roca y su opini¨®n sigue pesando y expresando la opini¨®n de muchos ciudadanos en Catalu?a. Su intervenci¨®n en el Parlamento de Andaluc¨ªa ha venido a desmentir de una manera elocuente esa idea de que hay una suerte de conjura en el norte de Espa?a para imponer un Estado auton¨®mico asim¨¦trico, en el que se ver¨ªa devaluada la posici¨®n de Andaluc¨ªa frente a la de las llamadas nacionalidades hist¨®ricas. No se puede desconocer que hay quienes son partidarios de la asimetr¨ªa, pero no es en modo alguno una posici¨®n general y ni siquiera posiblemente mayoritaria. Convertir el discurso sobre el peligro del Norte en un elemento central del debate sobre la reforma estatutaria en Andaluc¨ªa ser¨ªa un grave error, que no estar¨ªa justificado.
Porque adem¨¢s, y ¨¦ste es el sentido del art¨ªculo de Santos Juli¨¢, la evidencia emp¨ªrica de que disponemos nos indica que no ha sido la direcci¨®n de la asimetr¨ªa la que ha tomado hist¨®ricamente la sociedad espa?ola. Si en el pasado, cuando las distintas regiones espa?olas carec¨ªan de cualquier tipo de expresi¨®n pol¨ªtica institucional, siempre se extend¨ªa de manera general y uniforme por todo el territorio del Estado el ejercicio del derecho a la autonom¨ªa, una vez que se reconoc¨ªa constitucionalmente tal derecho, ?c¨®mo no va a ocurrir ahora mismo, cuando todas las comunidades aut¨®nomas disponen de estatutos, parlamentos y gobiernos propios? ?Hay alguien que pueda pensar que el PSOE o el PP podr¨ªan caer en la tentaci¨®n en que cay¨® UCD en 1979-80 e intentar separar a las llamadas nacionalidades hist¨®ricas de las dem¨¢s regiones en lo que a su posici¨®n en la estructura del Estado se refiere? Aquella tentaci¨®n fue pol¨ªticamente un disparate, que acab¨® conduciendo a la desaparici¨®n de UCD como partido pol¨ªtico. Hoy en d¨ªa ya no es ni tentaci¨®n, porque pol¨ªticamente es inimaginable.
De manera distinta y desde perspectivas diferentes es lo que nos han recordado un pol¨ªtico y un acad¨¦mico de reconocimiento general en todo el pa¨ªs. Creo que har¨ªamos bien en retener lo que nos han dicho. No hay ning¨²n motivo para que el debate sobre la reforma estatutaria no lo hagamos los andaluces mir¨¢ndonos a nosotros mismos, sin complejos que carecen de justificaci¨®n.
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