Mohamed VI impone la modernizaci¨®n de los partidos bajo un estricto control
La nueva ley prohibir¨¢ formaciones pol¨ªticas regionales y religiosas en Marruecos
El rey Mohamed VI ha decidido intentar atajar uno de los males end¨¦micos que padece el sistema pol¨ªtico marroqu¨ª: la existencia de una multitud de partidos sin apenas arraigo que sirven a sus dirigentes para ocupar cargos en ayuntamientos, c¨¢maras parlamentarias o en el Gobierno. El Ministerio del Interior ha remitido al Parlamento un proyecto de ley que supone un aut¨¦ntico electrochoque para las fuerzas pol¨ªticas, que se ver¨¢n obligadas a renovarse o a desaparecer. La iniciativa prohibir¨¢ tambi¨¦n que un partido haga del islam su bandera.
Hassan II y su ministro del Interior, Driss Basri, lograron en los ochenta la complicidad de las formaciones pol¨ªticas tradicionales y fomentaron la creaci¨®n de otras muchas, los llamados "partidos de la Administraci¨®n". Les era m¨¢s f¨¢cil gobernar con una clase pol¨ªtica fraccionada, domesticada y corrupta.
Cinco a?os despu¨¦s de la muerte del padre del actual monarca, la mayor¨ªa de los 36 partidos pol¨ªticos legales siguen siendo clubes de amiguetes sin apenas v¨ªnculos con la sociedad, que evitan celebrar congresos y cuya financiaci¨®n es opaca. Ni siquiera los socialistas, que pasaron m¨¢s de una d¨¦cada sin reunir su congreso, se libran de este anquilosamiento.
La ¨²nica formaci¨®n equiparable en cierta medida a las europeas es parad¨®jicamente el Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD). Estos islamistas moderados s¨ª cuentan con militantes a los que pueden movilizar, y celebran congresos en los que se debate.
Discurso real
Mohamed VI hab¨ªa dado a los partidos algunos toques de atenci¨®n, pero en su discurso inaugural de la ¨²ltima sesi¨®n parlamentaria fue m¨¢s expl¨ªcito: "El desarrollo, la democratizaci¨®n y la modernizaci¨®n [del pa¨ªs] requieren la mejora y el fortalecimiento de las estructuras de intermediaci¨®n pol¨ªtica", que deben practicar la democracia interna.
Para lograr esta mejora encarg¨® al Ministerio del Interior que remitiese al Parlamento un proyecto de ley de partidos. Constituye, seg¨²n el soberano, "un marco adecuado que permitir¨¢ al partido pol¨ªtico asentar su legalidad jur¨ªdica en su legitimidad democr¨¢tica".
En Marruecos el proyecto supone un aut¨¦ntico acicate. Para poder crear un partido debe contarse con no menos de mil miembros fundadores repartidos por al menos la mitad de las regiones. En su congreso constitutivo deben participar al menos 1.500 delegados que aprobar¨¢n entonces un programa, unos estatutos y elegir¨¢n a sus ¨®rganos directivos en los que habr¨¢ cuotas para mujeres y j¨®venes.
El Estado seguir¨¢ contribuyendo a los costes de las campa?as electorales y adem¨¢s subvencionar¨¢ a los partidos pol¨ªticos -que no podr¨¢n recibir financiaci¨®n desde el extranjero- en funci¨®n de su representaci¨®n parlamentaria. A cambio, la contabilidad de los partidos ser¨¢ fiscalizada por el Tribunal de Cuentas, al que en algunas ocasiones se a?adir¨¢n un magistrado del Supremo y representantes del Ministerio del Interior.
La funci¨®n de este departamento es el lado m¨¢s pol¨¦mico de la iniciativa legislativa. Ser¨¢ el encargado de velar porque los partidos no cuestionen a la monarqu¨ªa ni la integridad territorial -la pertenencia a Marruecos del S¨¢hara occidental- y que no tengan tampoco car¨¢cter religioso, regional o ling¨¹¨ªstico.
Interior dar¨¢ el visto bueno a la creaci¨®n de un partido y tambi¨¦n podr¨¢ suspenderlo si incumple la ley por un periodo de seis meses, o incluso disolverlo por decreto.
La clase pol¨ªtica ha acogido de mala gana el proyecto no s¨®lo a causa de los desmesurados poderes que atribuye a Interior, sino porque le obliga a renovarse. Como la iniciativa parte del monarca el texto apenas ser¨¢, sin embargo, enmendado en el Parlamento.
Curiosamente los islamistas son los que ven la iniciativa con mejores ojos. Cumplen los requisitos que prev¨¦ y no se consideran una formaci¨®n religiosa. "Somos algo equivalente a lo que es la democracia cristiana en Europa", repiten. "La ley va a desencadenar una din¨¢mica democratizadora interna en los partidos", vaticin¨® Saadedin el Otmani, l¨ªder del PJD, en una conversaci¨®n con este peri¨®dico. "Lo peor es que en muchos aspectos Interior sustituir¨¢ a los tribunales", se lamenta, sin embargo, Lahcen Daoudi, otro dirigente islamista.
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