La gallina reponedora

En Hollywood ya no se conforman con las interminables secuelas de una historia; con los remakes de sus propios productos o de pel¨ªculas extranjeras de ¨¦xito; con las precuelas (vocablo que define a la secuela que se retrotrae en el tiempo para contar un episodio anterior al original), y con los spin off (t¨¦rmino ingl¨¦s que bautiza la operaci¨®n por la cual un personaje secundario de una pel¨ªcula pasa a ser protagonista de otra). Ahora la moda en la cada vez menos (?o ser¨¢ m¨¢s?) imaginativa industria americana es la mezcla de dos productos franquicia, de los que cada uno ya ha ofrecido secuelas hasta al hartazgo, para formar un ?nuevo? art¨ªculo de lujo. Tras Freddy contra Jason y el batiburrillo de Van Helsing nos llega Alien vs. Predator.

En medio de ambos extraterrestres, los productores no tienen m¨¢s remedio que colocar a unos cuantos seres humanos, interpretados por actores de tercera fila, para que hagan bulto y, sobre todo, mueran a manos de los protagonistas. Mientras, la direcci¨®n se encarga a un nombre menor que ejerce como mediador entre los productores, que ponen el dinero, y el p¨²blico, que lo devuelve. As¨ª, Alien vs. Predator es un simple y llano m¨¢s de lo mismo multiplicado por dos. Aqu¨ª el objetivo es ahorrar dinero en la venta de la imagen de un nuevo monstruo, ya que el espectador no necesita que le presenten a Alien ni a Depredador desde que Ridley Scott y John McTiernan iniciaran sus series en 1979 y 1987, respectivamente. Y para que la gallina de los huevos de oro contin¨²e con su trabajo, el final es tan abierto que ya nos tememos una nueva serie de la mezcla de sagas.