La mala cabeza de 'La Bestia'
Ron Artest, uno de los mejores defensores de la NBA y causante de la gran pelea del viernes en Detroit, tiene un curr¨ªculo lleno de incidentes
Buen tiro exterior, dominio de los fundamentos b¨¢sicos del baloncesto, obediente y sacrificado. ?sas son las caracter¨ªsticas del cl¨¢sico jugador del Estado de Indiana, donde el baloncesto, m¨¢s que un deporte, es una religi¨®n. Todo lo contrario son los que se han criado en los parques p¨²blicos de Queens, uno de los barrios mas peligrosos de Nueva York, donde cada afrenta pude significar la muerte y la ¨²nica actitud que encuentran ante las adversidades es el uso de la violencia.
Sin embargo, Ron Artest (Nueva York, 1979) podr¨ªa asemejarse al cl¨¢sico Hoosier. Por su compromiso con la defensa, su incansable esfuerzo y su pasi¨®n por el baloncesto, caracter¨ªsticas que le han convertido en uno de los favoritos en el Conseco Fieldhouse, la cancha de los Pacers de Indiana. Bobby Knight, el emblem¨¢tico ex entrenador de la Universidad de Indiana, declar¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n que Artest es el jugador al que le habr¨ªa encantado dirigir. Pero Artest no ser¨¢ recordado precisamente por sus actuaciones deportivas.
El penoso cap¨ªtulo que protagoniz¨® el alero de los Pacers en la cancha de los Pistons de Detroit el pasado viernes -deriv¨® en una monumental tangana entre jugadores y aficionados- es s¨®lo una mancha m¨¢s en su tumultuosa carrera profesional, que le ha convertido en un digno heredero del jugador m¨¢s problem¨¢tico de la historia de la NBA, Dennis Rodman.
Los problemas de comportamiento de Artest vienen de lejos. Ya de ni?o, sus profesores recomendaron a sus padres que el joven Ron hablara con un psic¨®logo debido a la agresividad que mostraba con sus compa?eros de la escuela. Esa agresividad tuvo mucho que ver en que Artest se convirtiera en el mejor jugador de instituto del Estado de Nueva York y de que fuera elegido en la primera ronda del draft por los Bulls de Chicago tras s¨®lo dos temporadas en la universidad de St. John's. Sus dos metros de estatura y 110 kilos de peso causaron de inmediato impacto en la Liga profesional y pronto se convirti¨® en uno de los defensores mas temidos.
Artest camina sobre la delgada l¨ªnea que separa la intensidad de la locura, la excitabilidad de la inmadurez. Cuando su lado oscuro ha salido a relucir, ha ca¨ªdo en la tentaci¨®n de soltar codazos sin pensar en las consecuencias, de desafiar a sus entrenadores o destruir todo lo que ha encontrado por el camino, como cuando lanz¨® al suelo una c¨¢mara de televisi¨®n tras haber sido expulsado en un partido contra los Knicks.
Cuando decide colocar la cabeza en su sitio, Artest es simplemente el mejor defensor de la NBA, capaz de dejar en 10 puntos a Kobe Bryant o Tracy McGrady o de ser tan generoso que, tras sus primeras dos temporadas, se arruin¨® al regalar todo su dinero a familiares y amigos. Ese gran coraz¨®n estuvo a punto de acabar con su carrera. En 2002 sufri¨® una operaci¨®n para corregir un defecto card¨ªaco. El m¨¦dico le recomend¨® un mes de reposo total. Un d¨ªa despu¨¦s, Artest estaba entren¨¢ndose en la cancha de los Pacers.
Es esa pasi¨®n descontrolada la que lleva a Artest a perder la cabeza y convertirse en La Bestia, como es conocido entre sus compa?eros. Durante la temporada 2002-03 recibi¨® 14 faltas t¨¦cnicas, fue suspendido durante 12 partidos y fue castigado con un total de 155.000 d¨®lares en multas.
El pasado curso firm¨® una tregua con s¨ª mismo gracias a la cual logr¨® convertirse en all-star por primera vez y recibi¨® el galard¨®n de mejor defensor. Parec¨ªa que la actitud de Artest solo podr¨ªa mejorar con vistas a la nueva campa?a, pero despu¨¦s de tres semanas pidi¨® al t¨¦cnico, Rick Carlisle, un descanso de un mes para poder promocionar un disco de R&B que hab¨ªa producido. La tonter¨ªa le cost¨® dos partidos en el banquillo, sanci¨®n que se multiplicar¨¢ posiblemente por diez despu¨¦s de los acontecido el viernes por la noche en Detroit.
El injustificable salto a las gradas en busca del individuo que le lanz¨® un vaso de cerveza gener¨® unos altercados sin precedentes en la NBA. A pesar de la protecci¨®n del poderoso sindicato de jugadores, David Stern, el comisionado, se ha aventurado a se?alar con el dedo al culpable. Una vez m¨¢s, ¨¦se es Artest. El mismo que en un viaje a Detroit con los Bulls abandon¨® el hotel en camiseta y pantalones cortos a 10 grados bajo cero y le pidio a un taxista que le llevara a una cancha de baloncesto.
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