El desprestigio de las democracias
Las im¨¢genes que ayer emit¨ªan las televisiones desde Kiev -decenas de miles de personas enarbolando banderas y exigiendo democracia- evocaban aquellos tiempos tan prometedores de 1989 cuando millones de centroeuropeos se movilizaron para demostrar a los dirigentes comunistas que su reino de miedo y mentira se hund¨ªa por momentos. En Leipzig y en Berl¨ªn, en Praga y en Bucarest, la poblaci¨®n sometida por los reg¨ªmenes m¨¢s reaccionarios y represivos del agonizante imperio sovi¨¦tico exig¨ªa democracia y ciudadan¨ªa. Por aquel entonces el mundo parec¨ªa cabalgar sobre la certeza de que la democracia, el sistema m¨¢s justo y humano jam¨¢s habido, estaba a punto de lograr una victoria global y definitiva sobre todas las dem¨¢s formas de gobierno. Con la transici¨®n y la Constituci¨®n espa?ola de 1978 hab¨ªa comenzado, tan s¨®lo 11 a?os antes, una carrera triunfal de la democracia ante la que ya se hab¨ªan plegado dictaduras latinoamericanas y despotismos asi¨¢ticos. Centenares de miles de estudiantes desafiaban en Pek¨ªn al r¨¦gimen comunista y las grietas en el tel¨®n de acero eran cada vez mayores, primero en Hungr¨ªa, despu¨¦s en Checoslovaquia, finalmente en Berl¨ªn. Nunca hab¨ªa gozado la democracia de tanto prestigio. Salvo los dictadores, sus lacayos y trovadores a ambos lados del muro, nadie pon¨ªa en duda su superioridad moral.
Tres lustros despu¨¦s son muchos los motivos para sonre¨ªr cansinamente cuando se evocan aquellos entusiasmos y la aceptaci¨®n universal de un determinismo hist¨®rico tan falso como el cultivado por el "socialismo real". Los ucranios que se manifiestan desde ayer contra el burdo pucherazo electoral del mafia-sozialismus del presidente Leonid Kuchma y su alev¨ªn y sucesor V¨ªktor Yanuk¨®vich quieren sin duda una democracia. Pero su desesperaci¨®n ante la farsa electoral se debe menos a lo que esperan de la democracia que a la impresi¨®n general de que las posibilidades de conseguirla se diluyen con el paso del tiempo. Como sucedi¨® hace unos meses en el fraudulento refer¨¦ndum para la proclamaci¨®n de la omnipotencia de Lukashenko en Bielorrusia -hoy una dictadura ya sin complejos-, los ucranios ilustrados protestan bajo el s¨ªndrome del "ahora o nunca". Saben bien lo que pas¨® en Bielorrusia y lo que sucede en Rusia, donde Vlad¨ªmir Putin se ha apa?ado un despotismo m¨¢s o menos ilustrado a su medida contando con la comprensi¨®n cuando no el aplauso de Occidente.
Putin ya ha felicitado a los ladrones de votos sin dejarse conmover por las denuncias de la OSCE, de la UE y de Washington. No pasa nada. Las s¨®lidas amistades aguantan de todo. En su cita en Santiago de Chile, Putin y Bush habr¨¢n dedicado tanto tiempo a hablar de la democracia en Ucrania o Rusia como a los presos de Guant¨¢namo. Adem¨¢s, el otro gran amigo presente, el presidente chino Hu Jintao, no habr¨ªa entendido nada. Hu Jintao ha sido la estrella de la Cumbre Asia-Pac¨ªfico, como bien contaba el enviado de este peri¨®dico, Fernando Gualdoni. Porque en Santiago s¨ª se ha hablado de cosas serias, no en Costa Rica. Lula y Lagos lo sab¨ªan. ?Qui¨¦n va a provocar con discursos sobre trabajo forzoso, esclavitud, ejecuciones o democracia al gran timonel de la mayor dictadura del mundo cuando llega como inversor? ?Cu¨¢ntos insultaron en las calles de Santiago al jefe de la dictadura china y cu¨¢ntos al presidente de la mayor democracia del mundo?
Estos avatares no deben preocuparnos a nosotros que ya gozamos del aplauso de nada menos que Hugo Ch¨¢vez. Cierto que viendo los pa¨ªses que visita en su gira -Espa?a, Libia, Ir¨¢n, Rusia y Qatar- alg¨²n aprensivo lamentar¨¢ que nos incluyera en el lote. Pero eso son temores a que se nos ponga cara de "no alineados". Y nosotros no tememos a nada en nuestra juvenil impaciencia por lograr un orden internacional m¨¢s justo y fraternal entre las civilizaciones. Tiemblen la Casa Blanca, el FMI y el Banco Mundial de Rodrigo Rato. La paciencia se la recetamos a los cubanos. Esperen soluciones imaginativas. Ante este "baile mortuorio de los valores" -dec¨ªa Arnold Sch?nberg-, no deber¨ªa sorprender que los ucranios est¨¦n inquietos. La democracia no cotiza al alza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.