P¨¢ginas que no pasan
En otra ocasi¨®n habl¨¦ aqu¨ª de la exasperada impaciencia de nuestra ¨¦poca, que lleva a considerar "antiguo", o "pasado", cuanto ha sucedido y hasta sucede, de manera que las cosas (se ve en las novedades art¨ªsticas: las pel¨ªculas, los libros, los discos), s¨®lo por ya existir, se empiezan a juzgar pret¨¦ritas. En 2005, por ejemplo, se conmemoran el cuarto centenario de la publicaci¨®n del Quijote y el segundo de la batalla de Trafalgar, pero, sin salir a¨²n del 2004, tenemos la sensaci¨®n de estar saturados respecto a ambos aniversarios, de modo que cuando por fin llegue la fecha, todo nos resultar¨¢ redundante, pelmazo y anticuado. ?Otra vez? ?M¨¢s de esto? ?No les basta?, ser¨¢n nuestras reacciones. Que las celebraciones de una fecha se adelanten disparatadamente a la fecha celebrada obedece en parte, supongo, a esa conciencia, inducida y falsa, de que lo que ya es y ha llegado, en realidad ya fue y se ha ido. Cualquier cosa, por el mero hecho de ser presente, es ya pasado.
A gente tan aprovechada como suelen ser los pol¨ªticos, la perversi¨®n del tiempo que padecemos no pod¨ªa pasarle inadvertida, y les tocaba sacar tajada. El fen¨®meno es universal, pero unos tienen mayor cinismo que otros, y en Espa?a se lleva la palma el Partido Popular, para variar. Cada dos por tres o¨ªmos a sus dirigentes referirse a la Guerra de Irak en que nos meti¨® arbitraria y personalmente Aznar, o a la cat¨¢strofe del Prestige, o a las sombr¨ªas negligencias gubernamentales en lo relativo al accidente del Yak que mat¨® a sesenta soldados, como al "pasado". No lo remuevan m¨¢s, vienen a decirnos, a qu¨¦ ocuparse ahora de esos asuntos "remotos". O "Hay que pasar p¨¢gina", esa insoportable y est¨²pida frase acu?ada por Aznar -creo-, como si pasar la p¨¢gina de un libro supusiera olvidar al instante lo le¨ªdo en la anterior: as¨ª le cunden sus lecturas. Huelga a?adir, adem¨¢s, que pasados mucho m¨¢s pasados, como el GAL, no tienen inconveniente en traerlos a colaci¨®n cuando les favorece. Pero no son los ¨²nicos: lo mismo Bush que los europeos que se le opusieron ante la invasi¨®n de Irak (o que no lo secundaron, m¨¢s bien) hablan a menudo de "dejar atr¨¢s las diferencias pasadas".
?Qu¨¦ significa toda esta manipulaci¨®n? Cierto que ninguna ciencia ha establecido de manera n¨ªtida e incontrovertible las fronteras del pasado, el presente y el futuro, y que se podr¨ªa admitir que el presente, de tan breve, sensu stricto no existe -un segundo, una fracci¨®n, una mil¨¦sima; y en seguida es ya pasado-, y que, as¨ª, todo ser¨ªa, o bien pasado, o bien futuro. Pero la verdad es que, m¨¢s all¨¢ de eso, la tendencia de la humanidad ha sido siempre la contraria, esto es, creer que lo ¨²nico que de veras existe es el presente: entendido, eso s¨ª, en un sentido lato, relativo y amplio, con alguna duraci¨®n. As¨ª llevamos funcionando demasiados siglos para que esa percepci¨®n del tiempo sea abolida de golpe por las impaciencias "sociales" y por las interesadas palabras de los poderosos. Lo que estos ¨²ltimos individuos tratan de hacer colar es en realidad la idea de que todo prescribe instant¨¢neamente ? siempre y cuando les convenga a ellos. ?Que lo del Prestige fue peor de lo que pudo ser por la incompetencia de los ministros Cascos y Rajoy? Nada, eso es pasado. ?Que todos los desprop¨®sitos del Yak y la posterior y dolosa chapuza con la identificaci¨®n de los cuerpos se debieron a la frivolidad de Trillo y a la taca?er¨ªa de Aznar? No me vengan con historias antediluvianas. ?Que la participaci¨®n de Espa?a en la Guerra de Irak fue una despreciativa tozudez de Aznar, en contra de la mayor¨ªa de los espa?oles, y adem¨¢s un error, y adem¨¢s una decisi¨®n sustentada s¨®lo por mentiras? D¨¦jense de eso, la actualidad manda.
Nada de esto ocurri¨® hace quince ni diez, ni siquiera cinco a?os, sino hace dos o menos. Esa Guerra contin¨²a, los restos del petrolero persisten, muchas v¨ªctimas del avi¨®n no descansan a¨²n en paz y seguramente habr¨¢ que exhumarlas. Pese a la tendencia que mencion¨¦ al principio, y a la desmemoria general, las cosas no prescriben ni se olvidan tan f¨¢cilmente, aunque ya no sean "novedad". ?Cree el PP que si los responsables del PSOE en la ¨¦poca del GAL siguieran al mando visible, su partido habr¨ªa sido votado como lo fue el 14 de marzo? ?Y cree que mientras a su propio frente contin¨²en Rajoy, Acebes, Zaplana y otros -y Aznar suelte deslealtades en un ingl¨¦s prehumano y con acento equivalente al que ten¨ªan en espa?ol Laurel y Hardy cuando se doblaban-, cree que la gente lo votar¨¢ de nuevo, incondicionales aparte? Hay una imagen, como m¨ªnimo, que no prescribir¨¢ en mucho tiempo: la del actual PP en pleno ovacionando, de pie y con una sonrisa en los labios, su decisi¨®n de que nuestro pa¨ªs apoyara y participara nada menos que en una guerra. Que adem¨¢s era ilegal, injusta e innecesaria, y tambi¨¦n falaz. Que a los norteamericanos les haya dado eso lo mismo no significa que suceda otro tanto con los espa?oles. Quienes son los ¨²nicos, dicho sea de paso, que pueden volver a votar al PP en todo el mundo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.