Contar es decidir
Discut¨ªa el martes con unos buenos amigos sobre el papel que desempe?an las cifras en la comprensi¨®n de la realidad. Y nos costaba ponernos de acuerdo. No porque us¨¢ramos cifras distintas, sino porque unas mismas cifras nos contaban cosas diferentes. O porque para describir una determinada realidad, unos determinados hechos, tend¨ªamos a usar magnitudes diversas. No descubro nada nuevo si afirmo que las cifras, los n¨²meros, la descripci¨®n num¨¦rica de la realidad, ganan espacios en medios de comunicaci¨®n y en la argumentaci¨®n pol¨ªtica. Y ello, en principio, no me parece mal. Es evidente que hemos ido dejando atr¨¢s visiones m¨¢s ret¨®ricas, m¨¢s literarias, sobre la realidad social. Y que cualquiera que quiera reforzar sus argumentos o presentarlos de manera m¨¢s objetiva tratar¨¢ de aderezar su discurso con una buena selecci¨®n de cifras y datos que corroboren lo que pretende defender. La expansi¨®n de la ciencia, la hegemon¨ªa del an¨¢lisis econ¨®mico, como expresi¨®n del predominio de los valores del mercado y de la eficiencia, ha ido ganando terreno. Castelar, el mito del parlamentarismo decimon¨®nico, lo tendr¨ªa crudo hoy d¨ªa si no aprendiera a usar adecuadamente unos cuantos porcentajes, medias y dem¨¢s artefactos num¨¦ricos.
Cada d¨ªa es m¨¢s cierto que definir un problema es medirlo. Y midi¨¦ndolo argumentamos que es poco, mucho, que crece, que baja, o que si sigue as¨ª iremos bien o mal. Lo que me preocupa es que muchas veces ocultamos que no hay una sola manera de describir una realidad, por muchos n¨²meros que usemos para ello. Puedo describir un elefante con palabras, con mis pinceles o con cifras. Aparentemente las dos primeras v¨ªas son expresi¨®n de subjetivismo puro. La "cuantificaci¨®n" del elefante se nos aparece como m¨¢s objetiva. ?Es ello cierto? ?No ser¨¢ que, dependiendo de qu¨¦ aspecto nos interese m¨¢s del elefante, nuestro af¨¢n medidor se inclinar¨¢ por uno u otro de sus atributos? Si, por ejemplo, estamos preocupados por su transporte, nos preocupar¨¢ el peso y el volumen; si somos taxidermistas, su superficie; pero si somos domadores, los tiempos en que duerme o est¨¢ m¨¢s activo; o incluso si nos preocupa la forma m¨¢s exacta de reproducir su imagen, la intensidad de gris de su piel. Medir algo es proponer una manera de contarlo. Un parado en Europa es alguien mayor de 16 a?os que ya ha trabajado y que en las ¨²ltimas semanas ha buscado activamente empleo. No todos los que no trabajan son, desde ese punto de vista, parados. Por tanto, contando de esta manera el n¨²mero de parados, estamos de hecho decidiendo a qui¨¦n consideramos parado y a qui¨¦n descartamos de esa categor¨ªa.
Contar es categorizar. Incluir y excluir. Trazar fronteras. Y en ello, lo siento, influyen valores, jerarqu¨ªas, definiciones no exactamente objetivas del fen¨®meno que analizar. ?A qui¨¦n hemos de incluir en las rentas m¨ªnimas de inserci¨®n? ?Qu¨¦ consideramos fracaso escolar? ?Qui¨¦n es joven y cuando lo deja de ser? Lo que no es equ¨ªvoco son las cifras, pero s¨ª la base sobre la que decidimos si incluimos o no ciertos casos en el recuento. Al contar enfatizo un elemento en lugar de otro. Y lo hago estableciendo umbrales que me definen aleatoriamente situaciones, hechos, beneficiarios o perjudicados. Establezco met¨¢foras de la realidad sobre la base aparentemente objetiva de las cifras. En 1970, Paul Samuelson estableci¨® en su manual de Econom¨ªa Pol¨ªtica que un porcentaje menor al 3,5% de paro pod¨ªa considerarse "plena ocupaci¨®n". Unos a?os y un mandato de Reagan despu¨¦s (1985), la cifra en el manual ascendi¨® al 6%. O¨ªmos a los pol¨ªticos referirse a la clase media del pa¨ªs, ?lo hacen sobre el concepto econ¨®mico de clase media o sobre su propia consideraci¨®n pol¨ªtica de lo que es clase media?
No puedo resistir tener la impresi¨®n de que contar es hacer pol¨ªtica con otros medios. La cesta de la compra, el ¨ªndice de precios al consumo (IPC), el producto interior bruto (PIB) son convenciones que nos permiten medir, comparar y sobre todo debatir sobre lo bien o lo mal que vamos. Y, desde este punto de vista, bienvenidas sean esas convenciones, ya que nos permiten focalizar unos aspectos y mejorar nuestro an¨¢lisis, pero no olvidemos que no son la realidad, son convenciones o modos de acercarnos a ella. Estos ¨²ltimos meses todos tenemos la sensaci¨®n de que los precios de consumo han subido muy por encima de lo que el IPC nos va contando. La irrupci¨®n del euro en el caf¨¦, en la comida o en el ocio se aleja de esos miserables incrementos que oficialmente se nos transmiten y que acaban configurando los aumentos anuales de salarios. No hay PIB que recoja el trabajo dom¨¦stico o el trabajo evidentemente ¨²til de muchas personas en sus actividades diarias, solidarias, colaboradoras o simplemente de ayuda mutua. Ese mismo PIB no tiene sensibilidad ecol¨®gica ni para computar bienes ni para establecer costes. La misma ministra de Vivienda nos ha explicitado su preocupaci¨®n por nuestra salud ante unas cifras del coste de la vivienda que tend¨ªan a ponernos nerviosos.
Me gustar¨ªa que todos, pol¨ªticos, t¨¦cnicos, ciudadanos y tambi¨¦n periodistas (con su gran responsabilidad en los procesos de construcci¨®n social de la realidad) fu¨¦ramos menos cr¨¦dulos ante la fuerza de unas cifras que s¨®lo expresan, como dec¨ªamos, una determinada visi¨®n de la realidad, no la realidad. Las evidencias son evidencias. Pero no todas las evidencias. Y adem¨¢s, sobre cada una de ellas, la capacidad de argumentaci¨®n es, afortunadamente, muy amplia y plural. A la se?ora Thatcher la conoc¨ªan como Mrs. Tina porque acostumbraba a iniciar sus discursos con la frase "There Is No Alternative". En pol¨ªtica una frase como ¨¦sa s¨®lo expresa el talante autoritario y mistificador de quien la pronuncia. No hay univocidad en las cifras, ni mucho menos en su lectura. Exijamos rigurosidad en las decisiones colectivas que se toman. Exijamos suficientes dosis de racionalidad, de respeto a las evidencias, pero exijamos tambi¨¦n capacidad de representaci¨®n y capacidad de participaci¨®n y de transparencia en unas convenciones num¨¦ricas que acaban teniendo tanta importancia en nuestras vidas.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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