Una noche que dur¨® once meses
Noticias de Turqu¨ªa
Maya, ?por qu¨¦ has ido a morirte a Estambul
si en Grecia y en Caracas te quer¨ªan
y en La Habana una persona segu¨ªa pensando en ti?
?Por qu¨¦, solitaria,
tuviste que cerrar los ojos verdes
en esa ciudad donde dijeron:
mirad, se ha suicidado la extranjera?
En Atenas, en tu casa vac¨ªa, Maya querida,
te quedaban a¨²n penas para vivir.
Para Gast¨®n Baquero
Lleg¨® con diez palomas, con dos panes,
y dijo que era un lujo y una pena
venir desde Madrid, no ver a Banes,
con tanto que escribir sobre la arena.
Amor punto final
Para este poema no hab¨ªa l¨¢pices,
ritmos ni hojas blancas.
Es una especie rara que ya nadie esperaba.
?stos son peligrosos
porque bajo la mansedumbre
que los levanta
trabajan los presagios,
se esconde la sabidur¨ªa,
que tiene un sitio para las joyas
y una liturgia para los escorpiones.
?Ah poema con minas
en todos tus acentos!
Versos que yo no esperaba,
pero estaban ah¨ª,
a la espera de las fragilidades
y el laberinto de la l¨ªnea recta.
El nevado poema castellano
que pudo ser un madrigal
y se abre como una madriguera
donde vengo a enterrar el amor.
Plegaria tard¨ªa
Dios te salve, Mar¨ªa L¨®pez,
y otras hierbas del patio
de la vileza en la vejez
y te de fuerzas para zafarte el nudo.
Dios te salve, Mar¨ªa,
de las tentaciones y los vicios
y te veas libre del odio
de la envidia
y del silencio.
Dios te salve del suplicio
de los malos versos
y de la prosa de ferreter¨ªa
y te propicie un espejo indulgente
para que te hagas una mujer conforme
con la fealdad y con las median¨ªas.
Dios te salve, Mar¨ªa L¨®pez,
porque t¨² sola
ya no puedes.
Vida de perro
Yo fui un perro feliz
que amaba como un perro
a una adivina.
Le fui fiel, le llevaba
las cartas a la mesa
y le escond¨ªa la l¨¢mpara
donde ve¨ªa el futuro.
Me echaba a dormitar
sobre sus pies
lam¨ªa sus manos blancas
que ten¨ªan sabor a santidad
y a magia negra.
Le regal¨¦ una casa
peque?a, pero propia
le cur¨¦ las heridas
que le hizo un borracho
cuando ella le predijo
el porvenir.
Le compr¨¦ blusas
sedas, redecillas
un turbante violeta
hecho por un hermafrodita
de Bombay.
Le ced¨ª mi cama finlandesa
y yo dorm¨ªa en un saco
de harina nacional.
As¨ª es, yo la quer¨ªa
aullaba de amor
y no ladraba.
Ella debi¨® ver algo
terrible en mi futuro
porque en noviembre
me quit¨® el collar
donde colgaba
(junto a la foto de ella)
la llave de la casa
y me espant¨®.
Desde ese d¨ªa
soy este vagabundo
sucio, desamparado
que gru?e cuando pasa
una mujer.
Aunque de noche duerma,
en una alcantarilla
so?ando que dormito
silencioso a sus pies.
Teatro
Pas¨® que no nos conocimos.
?ramos los personajes
que el otro a?oraba que fu¨¦ramos.
As¨ª es que aquellos a?os
los perdimos
haci¨¦ndonos que am¨¢bamos.
Eso pasa, se?ora de Vald¨¦s,
eso sucede hasta en las mejores
familias de palabras.
Yo quise a una mujer
que Ud. no era
y Ud. a un personaje que bord¨¦
para que me quisieran.
Hemos querido a unos fantasmas.
Sin embargo, hay partes del drama
que recuerdo
y bocadillos que dije con ternura
y hay noches en que me gustar¨ªa
volver al escenario
a reencontrarle con aquella investidura
para besar en falso
esa boca de horno de carb¨®n
y miel de abejas.
Pa?uelo para nadie
Llora t¨² que aprendiste a tocar el clavicordio
y descubriste el mal del que voy a vivir.
Sufre esta otra gr¨¢vida soledad:
quedarte sin el ¨²nico hombre
que pensaba en ti todos los d¨ªas.
Llora, llora hoy esa viudez de hielo
porque ya no volver¨¢s
joven, con olor a colonia
a vivir en la provincia que fund¨¦
para administrar tu recuerdo.
Llora en privado
como si no supieras por qu¨¦ lloras
hasta que recibas
este pa?uelo blanco.
Aut¨®grafo para Blanqui
Cuando sue?es con ¨¦l
no me lo cuentes.
D¨¦jame en la inocencia
de creerme el ni?o
que recib¨ªa tus cartas.
Aband¨®name en la m¨²sica
y en el tintero
de la boda municipal
que cambi¨® tu fragancia
y me hizo un forastero
para la fantas¨ªa
y el c¨¢liz
y los escorpiones.
Cuando alguien aparezca
en tus sue?os como un pr¨ªncipe
ponle mi cara.
?Ni¨¦galo!
Favor¨¦ceme con la historia
como si fuera m¨ªa.
El amor no dirige los sue?os
-ellos son nuestra locura diaria-,
pero necesita restauraciones
teatralidad, renuncias
para que la vigilia no pierda
el sacramento de la neblina.
Version libre
Fui un lobo alguna vez,
un lobo bueno,
escolta personal de la Caperucita
y enemigo probado de los le?ado-.
Fui lobo mucho tiempo
y cant¨¢bamos,
Caperucita Roja y yo cant¨¢bamos
Qui¨¦n le tiene miedo al Wolf, miedo al Wolf, miedo al Wolf,
porque ¨¦ramos arm¨®nicos, biling¨¹es, afinados,
y ella tocaba el piano.
Nos quer¨ªamos,
hac¨ªamos el amor
en la caba?a de la abuela
en pleno bosque,
con un cesto de mimbre
sobre la mesa r¨²stica
que le daba a los besos un rumor de bu?uelos.
Fui un lobo enamorado
sin instinto de lobo,
un animal de la tercera edad,
manso y tranquilo,
con ojos grandes, tristes, h¨²medos
las u?as de las garras recortadas
y limpias,
gris y brilloso el pelo,
rojo y acompasado el coraz¨®n sin furia.
De paseo una tarde entre los ¨¢rboles
la ni?a se quit¨® la caperuza
y corri¨® ante el le?ador a denunciarme
por bestia, por amor, por gusto, por hast¨ªo,
por los motivos que siempre
proporcionan los misterios del alma.
El hombre vino con unos cazadores,
vinieron a matarme,
y a fuego de lupana
me mataron.
Babelia
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