Un duro golpe a la educaci¨®n
Escribo este primer an¨¢lisis desde fuera de Espa?a, sin haber podido leer el Informe PISA 2003 completo, sino s¨®lo las informaciones transmitidas por los medios de comunicaci¨®n. A pesar de estas limitaciones, los datos son concluyentes: muchas cosas no funcionan bien en nuestro sistema educativo. Son datos que hubi¨¦ramos podido intuir y anticipar, conocedores de que el 25% de nuestros alumnos no aprueban la educaci¨®n b¨¢sica. Pero la constataci¨®n p¨²blica de las diferencias con otros pa¨ªses nos impacta con m¨¢s fuerza. Puede ser un buen momento para la reflexi¨®n serena, para la definici¨®n de estrategias nuevas de cambio, para la asunci¨®n colectiva de responsabilidades y para la movilizaci¨®n social en favor de una educaci¨®n mejor para todos los alumnos.
Los recursos p¨²blicos destinados a la educaci¨®n son insuficientes y est¨¢n por debajo de la media europea
Existe el riesgo, no obstante, de que los datos negativos s¨®lo sirvan para que cada colectivo busque en los otros, y s¨®lo en los otros, la causa principal de los problemas. Ser¨ªa el primer error. Es necesario aceptar que el desarrollo de la Ley Org¨¢nica de Ordenaci¨®n General del Sistema Educativo (LOGSE) ha terminado su recorrido y que no ha sido capaz de resolver muchos de los problemas que se han planteado durante este tiempo. Es preciso admitir que despu¨¦s de ocho a?os de gobierno conservador, durante los cuales se modific¨® el curr¨ªculo a partir de la denominada reforma de las humanidades, apenas se ha mejorado. Hay que reconocer igualmente que pocas comunidades aut¨®nomas, todas ellas responsables de la gesti¨®n educativa, han sido capaces de dar un impulso eficaz al funcionamiento de sus centros docentes. Tampoco las universidades han estado a la altura de las circunstancias: el curso de especializaci¨®n del profesorado de secundaria contin¨²a abandonado a su suerte, todav¨ªa anclado en muchos casos en la Ley General de Educaci¨®n, de 1970. Es conveniente apuntar que los centros que escolarizan a los mejores alumnos no han sido capaces de desarrollar al m¨¢ximo sus posibilidades, ni aquellos que educan a los que tienen m¨¢s riesgo de fracaso han tenido la fuerza suficiente para evitarlo. Es necesario se?alar que una parte de los profesores no se siente responsable de las dificultades de aprendizaje que experimentan sus alumnos. Tambi¨¦n hay que destacar que la mayor¨ªa de la sociedad, e incluyo aqu¨ª a las familias, han hablado mucho de los problemas de la educaci¨®n, pero apenas han arrimado el hombro para ayudar a resolverlos. Finalmente, es imprescindible afirmar que los recursos p¨²blicos destinados a la educaci¨®n son insuficientes y est¨¢n por debajo de la media de los pa¨ªses con los que nos comparamos.
Si fu¨¦ramos capaces de aceptar la responsabilidad colectiva con los malos resultados obtenidos, habr¨ªamos dado un primer paso en la direcci¨®n correcta. El segundo ser¨ªa acertar en las propuestas de cambio. Estamos inmersos en un debate educativo que, desgraciadamente, se ha centrado en ver si la LOGSE es mejor o peor que la Ley Org¨¢nica de Calidad de la Educaci¨®n (LOCE), si se financian m¨¢s o menos a las escuelas privadas en la etapa de tres a seis a?os, o si se estudia mucha o poca religi¨®n en las escuelas. Sin duda, son temas importantes, pero pueden oscurecer lo que deber¨ªan ser los ejes principales de un proyecto de cambio.
Apuntar¨¦ de forma necesariamente sint¨¦tica las prioridades que, desde mi punto de vista, deber¨ªan marcar la agenda futura: el acuerdo p¨²blico entre el Gobierno y las comunidades aut¨®nomas sobre la financiaci¨®n extraordinaria de la educaci¨®n en un horizonte temporal de, por ejemplo, 10 a?os; la definici¨®n de lo que deber¨ªan ser en el siglo XXI las competencias b¨¢sicas que han de alcanzar todos los alumnos; la apuesta decidida por la formaci¨®n y el desarrollo profesional de los docentes, en donde se combine el reconocimiento y el apoyo constante con la justa exigencia; el ¨¦nfasis especial en la prevenci¨®n de las dificultades de aprendizaje de los alumnos, lo que supone un esfuerzo decidido para que ninguno de ellos se quede retrasado; el cuidado especial por la integraci¨®n y la convivencia de todos los estudiantes, porque su desarrollo emocional y social es tan importante, o m¨¢s, que obtener buenos resultados en el Informe PISA; y la participaci¨®n activa de todos los sectores sociales en la tarea de educar a todos los ciudadanos durante la vida entera.
A pesar de la conmoci¨®n que los datos del informe nos provoca, puede ser una buena oportunidad para que la educaci¨®n sea, finalmente, una prioridad de la sociedad, de los poderes p¨²blicos y del actual Gobierno.
?lvaro Marchesi es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Educaci¨®n, ha sido secretario de Estado de Educaci¨®n con el PSOE y es uno de los padres de la LOGSE.
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