Prisa por tardar
Mar¨ªa es una emigrante que trabaja en las casas por horas. Hasta ayer compart¨ªa hogar con su madre y su marido.
Con ¨¦l discut¨ªa a veces y con frecuencia dando voces. Una noche, en medio del fragor de la discusi¨®n, su madre grit¨® al marido: "?Vas a matarla!". Unos minutos despu¨¦s aparecieron unos polic¨ªas y se lo llevaron detenido.
Cuarenta y ocho horas m¨¢s tarde ya hab¨ªa sido juzgado y recib¨ªa una orden de alejamiento. Mar¨ªa intent¨® explicar al polic¨ªa y luego al Juez que ¨¦l nunca le hab¨ªa puesto la mano encima y que no tem¨ªa que lo hiciera. Confiaba en que fuera un sic¨®logo quien comprobara el acierto de su pron¨®stico. Pero no pudo ser porque ese d¨ªa en el juzgado reinaba la prisa ante la acumulaci¨®n de casos por violencia de g¨¦nero. Cuando Mar¨ªa insisti¨® le replicaron que m¨¢s vale un marido inocente condenado que otra esposa perdonante asesinada.
Ahora Mar¨ªa ha enviado a su madre de vuelta a su tierra y quiere ir a visitar a su marido "alejado" que ha ca¨ªdo en la depresi¨®n. Le han advertido que no se le ocurra acercarse a ¨¦l, porque empeorar¨ªa su situaci¨®n con un quebrantamiento de condena.
?Pasar¨¢ alguna vez lo mismo con las broncas continuas de nuestros pol¨ªticos? Que los televidentes denunciemos lo que les o¨ªmos decirse con la expectativa de que alg¨²n tribunal dicte contra ellos una orden de alejamiento. De momento, el vecindario elector estamos a nuestras cosas y confiamos en que esta crispaci¨®n tiene bastante de teatro.
Es que antes, el teatro era un espacio definido. Un edificio al que se entraba tras pagar un precio por la entrada. El escenario estaba separado del p¨²blico. La obra empezaba a una hora precisa y terminaba cuando dec¨ªa el programa. Durante la acci¨®n los actores se transformaban en personajes que pod¨ªan insultarse y darse muerte de manera harto veros¨ªmil. Pero todo eso suced¨ªa en la imaginaci¨®n y lo sab¨ªamos.
Ahora las fronteras entre el espect¨¢culo y la vida se han ido borrando. La obra transcurre en la calle o en la casa de al lado. No sabemos cu¨¢ndo empieza o si ya ha terminado. No est¨¢ claro qui¨¦n es actor y qui¨¦n es espectador. A veces el escenario est¨¢ oscuro y el patio de butacas iluminado. En Internet ni siquiera se necesitan espectadores, porque los actores de una obra representan el papel de espectadores de otra obra diferente.
La presunci¨®n de culpabilidad de las obras de ?gata Christie est¨¢ reemplazando a la presunci¨®n de inocencia y a las garant¨ªas de nuestros derechos c¨ªvicos. Y las armas de atrezzo disparan balas de verdad. Nos estamos convirtiendo en el fantasma de la ¨®pera.
Mar¨ªa no entiende el s¨ªndrome de la prisa por complejo de inactividad en la protecci¨®n de las v¨ªctimas que ha arruinado su familia.
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