Lorin Maazel vuelve a dirigir a la Filarm¨®nica de Viena en el c¨¦lebre Concierto de A?o Nuevo
La liturgia espumosa de los valses y el desenfado de las operetas vuelven a imponerse un a?o m¨¢s en las programaciones de fin de a?o de los auditorios y teatros de ¨®pera. Corre el champa?a, se aparcan los problemas. Y la m¨²sica sigue girando.
Las miradas se concentran en la Sala Dorada de la Musikverein de Viena en la ma?ana del 1 de enero, con multitud de pa¨ªses transmitiendo por radio y televisi¨®n el celeb¨¦rrimo Concierto de A?o Nuevo con valses y polkas de la familia Strauss. Es, sin duda, el concierto m¨¢s visto y o¨ªdo del a?o. En esta edici¨®n de 2005 vuelve Lorin Maazel a dirigir la Filarm¨®nica de Viena. Es una garant¨ªa. En los ¨²ltimos 25 a?os -de 1980 a 2004, inclusive- el brillante director franco-norteamericano se ha puesto al frente de la Filarm¨®nica vienesa en 10 ocasiones: siete consecutivas entre 1980 y 1986 y despu¨¦s las citas sueltas de 1994, 1996 y 1999. En el resto del ¨²ltimo cuarto de siglo subieron cuatro veces al podio en tan se?alado d¨ªa Riccardo Muti, tres Zubin Mehta, dos Claudio Abbado, Carlos Kleiber y Nikolaus Harnoncourt y una Herbert von Karajan y Seiji Ozawa. Maazel es, por tanto, el director m¨¢s identificado con el Concierto de A?o Nuevo desde 1980 y con frecuencia se le ha situado como el heredero natural de Clemens Krauss - que arranc¨® la serie el d¨ªa de fin de a?o de 1939, retomando una experiencia de una d¨¦cada antes en el marco del Festival de Salzburgo- y Willi Boskovsky, concertino de la Filarm¨®nica dotado de una chispa genial para este repertorio. La Filarm¨®nica de Viena no pod¨ªa dejar que un s¨ªmbolo como Maazel se escapase de esta convocatoria, despu¨¦s de la "travesura" que protagoniz¨® el a?o pasado dirigiendo un concierto de gala el d¨ªa 1 de enero desde La Fenice con fragmentos de las ¨®peras italianas m¨¢s reconocibles y con solistas de la talla de Bonfadelli y Aronica. Una competencia Viena-Venecia con Maazel de sumo sacerdote en la ciudad de los canales no es, precisamente, lo que se entiende por "pol¨ªticamente correcto" (Canal Cl¨¢sico retransmite este concierto veneciano de 2004 con Maazel los d¨ªas 2, 3, 16 y 17 de enero).
Desaparecidos Karajan y Kleiber, la opci¨®n con m¨¢s glamour para mantener ese deseado tono lujoso e id¨ªlico de Viena que transmiten estos conciertos es la de Maazel: brillante, elegante en el gesto, refinado en la planificaci¨®n t¨ªmbrica, con un sutil sentido del humor. Todo ¨¦sto es particularmente importante este a?o, pues Austria acaba de estrenar su primer premio Nobel y no es cuesti¨®n de que el comportamiento "arisco" de Elfriede Jelinek haga la m¨¢s m¨ªnima sombra a una imagen de complacencia y armon¨ªa elaborada durante tantos a?os. Adem¨¢s, la magn¨ªfica escritora sabe un rato de m¨²sica, lo cual ser¨ªa hasta aceptable si se limitase a su colaboraci¨®n con la compositora Olga Neuwirth, pero lo preocupante es que va declarando por ah¨ª que adora a Schubert y sus ciclos de lieder. ?Y si manifestase su opini¨®n sobre el Concierto de A?o Nuevo? En fin, un peligro.
Lorin Maazel ha elegido para esta edici¨®n de 2005 obras de cuatro Strauss (Johann, Josef, Eduard, Johann padre), de Supp¨¦ -la obertura de La bella Galatea- y Hellmesberger -la polka francesa Auf Wiener Art-. En cuanto a los Strauss, de Eduard, destaca la polka r¨¢pida Elektrisch; de Josef, la pegadiza Pizzicato polka; de Johann, los valses Cuento de los bosques de Viena y El Danubio azul,y de Johann padre, la palmeada Marcha Radetzky, con la que concluye el concierto.
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