El concierto inacabable de Jean-Luc Godard
El director vuelve en su ¨²ltimo filme al "purgatorio" de Sarajevo
Jean-Luc Godard figura entre los escasos cineastas cuyo nombre remite, entre la poblaci¨®n franc¨®fona del mundo, al oficio de director de cine. Lo peculiar es que Godard es un cineasta del que no hace falta ver sus pel¨ªculas. Hace ya muchos a?os que ninguna de ellas es un ¨¦xito, puede que desde el esc¨¢ndalo de Yo te saludo Mar¨ªa (1985) su cine se haya alejado definitivamente de las plateas repletas para asumir un cine radicalmente distinto, que nada tiene que ver con la continuidad narrativa, los g¨¦neros o la tradici¨®n novelesca en la que se encaram¨® el cine casi desde su inicio, renunciando a sus potencialidades po¨¦ticas o cient¨ªficas.
Nuestra m¨²sica, el Godard que se estrena ahora en Espa?a, fue presentado en Cannes 2004. La mayor parte del filme fue rodada en Sarajevo, una ciudad "que era el purgatorio cuando yo estuve, y que antes hab¨ªa sido el infierno. El para¨ªso no creo que lleguen a verlo". Sus palabras sugieren que la nueva obra es una lib¨¦rrima versi¨®n de la Divina Comedia. "Yo hago tr¨ªpticos, con un pasado, un presente y un futuro. El cine en s¨ª mismo tambi¨¦n es cosa de tres: una imagen, otra imagen y lo que hay entre ellas, lo que yo considero que es la verdadera imagen, la tercera persona, como en la Sant¨ªsima Trinidad".
Godard, suizo nacido en 1930, debut¨® dentro de la primera generaci¨®n de cineastas cin¨¦filos, de directores que antes de empezar a trabajar profesionalmente en el mundo de la imagen hab¨ªan teorizado sobre ella. El cine de serie B ser¨¢ su primera fuente de inspiraci¨®n -Al final de la escapada (1959)- abriendo el paso a una serie de retratos de personajes marginados que s¨®lo se salvan gracias al amor. Hasta Pierrot el loco (1965), Godard es un poeta que propone fragmentos de relato. Luego se transforma en soci¨®logo del mundo moderno, de un universo regido por la prostituci¨®n. Es el periodo de Masculino-Femenino (1966) o Dos o tres cosas que s¨¦ de ella (1967), al que seguir¨¢ un largo par¨¦ntesis pol¨ªtico que arranca con Week-end (1967) y se cierra con la extraordinaria S¨¢lvese quien pueda (la vida) (1979) tras una serie de experimentos de car¨¢cter tecnol¨®gico durante la segunda mitad de los setenta. A partir de Pasi¨®n (1982), Godard habla de ¨¦l y de su relaci¨®n con el mundo, de su manera de servirse de la tradici¨®n cultural, de su arte de la cita. El cine de Godard se transforma, se hace m¨¢s fragmentario, a mitad de camino entre el ensayo y el poema, cerebral e intuitivo a un tiempo.
"Soy un ciudadano normal, desencantado de un cierto n¨²mero de cosas. Cuando se tiene una cierta edad puede que uno est¨¦ m¨¢s desencantado, pero tambi¨¦n hay cosas que te encantan, que se descubren con los a?os. Pero hay tantas cosas que no marchan. No entiendo por qu¨¦ con la Liberaci¨®n (el final de la II Guerra Mundial) se pudo inventar la Seguridad Social y 50 a?os m¨¢s tarde ¨¦sta no puede existir", declaraba a Le Monde. En Sarajevo re¨²ne a otras personas que, a su manera, tampoco entienden la direcci¨®n en que evoluciona el mundo. Entre ellas est¨¢ Juan Goytisolo, "cuya prosa me interesa y me llega", as¨ª como otros escritores.
Nuestra m¨²sica se abre con un montaje de planos sacados de filmes de ficci¨®n o documentales sobre la guerra, es decir, con una evocaci¨®n del infierno. "El pr¨®logo acaba con im¨¢genes de Sarajevo durante la guerra, una manera de introducir el purgatorio". Al final, el para¨ªso es una mansi¨®n junto a un lago vigilada por soldados americanos. "Todo el mundo cree que ¨¦sa es una prueba m¨¢s de mi antiamericanismo, pero se trata de los ¨²ltimos versos del himno de los marines, ¨¦se que hemos o¨ªdo mil veces en las cintas de Ford o Hawks. ?C¨®mo quer¨ªan que yo me inventase eso? Los americanos lo quieren todo... Hay muchas tierras en el continente americano, pero ?por qu¨¦ raz¨®n esa peque?a parte se llama Am¨¦rica?". La pregunta es ret¨®rica porque todos sabemos la respuesta, pero nadie, excepto Godard, la formula en voz alta. Decir evidencias, recordar lo que no debe ser olvidado, hacer o¨ªr a Mozart, son objetivos godardianos. "?Por qu¨¦ la revoluci¨®n no puede ser hecha por los hombres m¨¢s humanos?". "Porque los m¨¢s humanos no hacen la revoluci¨®n, se?orita. Levantan bibliotecas. Y cementerios", le respondi¨® el cineasta a una de sus ayudantes sin atreverse a a?adir que tambi¨¦n hacen pel¨ªculas, a veces la misma, fragmentaria e inacabable pel¨ªcula.
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