Globalizaci¨®n china
El aspecto del mundo, de los pa¨ªses, como el de las personas, depende a menudo de la forma de mirarlos en sus presentes y en sus horizontes. As¨ª, se puede considerar a Rusia como un pa¨ªs en transici¨®n desde un r¨¦gimen comunista a no se sabe qu¨¦. O como un pa¨ªs petrolero, con todas sus consecuencias. La heredera de la gran industria sovi¨¦tica se ha convertido en un pa¨ªs de monocultivo que vive casi exclusivamente de sus exportaciones de crudo y de gas. Con la desgracia de que nunca llegar¨¢ as¨ª a ser una democracia, pues parece cierta la maldici¨®n de que quien no se haya dotado de un sistema democr¨¢tico antes de conseguir su petr¨®leo se ver¨¢ sometido a un sistema de corrupci¨®n que har¨¢ imposible la transici¨®n pol¨ªtica. ?Puede sorprender que en tal situaci¨®n el presidente Putin, de formaci¨®n KGB, quiera asegurarse el control de su principal producci¨®n nacionalizando de hecho Yukos, que asegura el 20% de las exportaciones del pa¨ªs? El problema no es tanto lo que ha hecho sino c¨®mo lo ha hecho, con artes autoritarias de capitalismo de Estado. Y mientras lo made in Rusia desaparece, lo made in China se multiplica.
Un buen ejemplo es lo ocurrido con el iPod, un aparatito port¨¢til de genial dise?o para almacenar y escuchar m¨²sica a raudales. El problema es que aunque el dise?o, el programa y el chip sean americanos, la producci¨®n del aparato se hace principalmente en China, con lo que los millares de personas que lo han comprado en EE UU (y en otros lugares) en estos meses han desembolsado a los chinos m¨¢s de 1.500 millones de d¨®lares. El d¨¦ficit comercial de EE UU es, as¨ª, en parte de su ¨¦xito tecnol¨®gico y del consumismo de sus ciudadanos. Como se?alaba Andy Kessler en The Wall Street Journal, "nosotros pensamos, ellos sudan".
S¨ª, sudan; y van creciendo. Y el crecimiento econ¨®mico de China est¨¢ cambiando el mundo. Por ingreso por habitante, a¨²n es un pa¨ªs pobre, pero gigantesco, y, como India, siendo tantos no necesitan ser tan ricos para convertirse r¨¢pidamente en enormes potencias econ¨®micas, como recuerda el an¨¢lisis en el horizonte 2020 del Consejo Nacional de Inteligencia (NIC, asesor de la CIA). China cuenta con una clase media ya mayor (aunque a¨²n no tan rica) que la alemana. Su econom¨ªa es ya casi como la brit¨¢nica, en cinco a?os m¨¢s ser¨¢ como la alemana y en 2015 habr¨¢ sobrepasado a la japonesa. Y no s¨®lo exporta sino que va comprando empresas fuera: la divisi¨®n de ordenadores de IBM o la cadena de perfumer¨ªas Marionnaud son los ¨²ltimos pasos de lo que se puede llamar una "globalizaci¨®n china", o por extensi¨®n, si se incluyen India y otros pa¨ªses, asi¨¢tica. La globalizaci¨®n est¨¢ dejando de ser americana. Estamos pasando a una nueva fase. Es lo que el an¨¢lisis prospectivo del NIC llama el escenario de un "mundo de Davos", en el que un crecimiento econ¨®mico robusto en los pr¨®ximos 15 a?os -cuando la econom¨ªa mundial sea un 80% mayor, y muy diferente-, dirigido por China e India, dar¨¢ una nueva forma al proceso de globalizaci¨®n, con una cara menos Occidental y un nuevo campo de juego pol¨ªtico. Los otros tres escenarios que contempla son el de la Pax Americana, un "Nuevo Califato" o de un permanente "Ciclo del Miedo", cuyos nombres hablan casi por s¨ª mismos. No son mutuamente excluyentes: de todo puede haber, y habr¨¢.
Un problema central es que esta China en vertiginoso ascenso no tiene ni petr¨®leo ni otras materias primas suficientes. De hecho, sus importaciones de acero obligaron durante unos d¨ªas en diciembre a interrumpir su producci¨®n en tres f¨¢bricas de autom¨®viles por falta de esta materia. ?Qui¨¦n lo hubiera dicho 10 a?os atr¨¢s! Basta seguir con qui¨¦n va firmando China (e India) acuerdos de suministro de petr¨®leo, u otras materias para ver las nuevas pistas geopol¨ªticas. Por ejemplo, con Sud¨¢n, donde se ha firmado una paz entre norte y sur, pero en el que la ONU no puede verdaderamente intervenir dada la amenaza de veto chino ante su aliado estrat¨¦gico. China ha dejado de ser un actor pasivo en el tablero mundial. ?se es el Gran Cambio. aortega@elpais.es
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