Un libro indispensable
PARA CELEBRAR sus primeros cincuenta a?os, el analista mexicano Federico Reyes Heroles se hace (y nos hace) un espl¨¦ndido regalo. Entre las bestias y los dioses. Del esp¨ªritu de las leyes y de los valores pol¨ªticos es una reflexi¨®n extensa e intensa acerca de las principales interrogantes que ocupan (o deber¨ªan ocupar) a la ciudadan¨ªa mexicana y latinoamericana. Lo que Reyes Heroles nos propone, sin embargo, no es una agenda enumerativa, sino una cr¨ªtica propositiva y a veces a contracorriente, para disipar algunos de los dogmas mitificados que se han venido codificando en el acontecer de nuestros pa¨ªses.
El primer mito, sacralizado hace un par de d¨¦cadas a la luz de los fracasos de la planificaci¨®n en el orbe sovi¨¦tico y de las pesadas cargas burocr¨¢ticas del mundo en desarrollo, es el de la obsolescencia del Estado. Al iniciarse el tercer milenio cristiano, Reyes Heroles hace un oportuno llamado a revisar este dogma. S¨®lo un Estado fuerte puede hacer frente a las realidades de la globalizaci¨®n internacional y de la gobernanza interna. Lejos de desaparecer sustituido por el laissez faire de los mercados, el Estado regulador ¨¢gil, eficiente, esbelto, es requisito para que los mercados funcionen con eficacia. El mercado requiere al Estado. Pero ambos requieren la primac¨ªa de la ley. Sin Derecho no hay Estado ni hay mercado. Y cuando los hay, es que el Estado no es democr¨¢tico o el mercado es injusto.
Entre las bestias y los dioses, de Federico Reyes Heroles, trata de las preocupaciones de Latinoam¨¦rica
El segundo mito es que Estado-naci¨®n y globalizaci¨®n se oponen irremediablemente. Reyes Heroles nos hace ver que la globalizaci¨®n sin Estados nacionales es un espejismo. Por m¨¢s que ciertas empresas globales tengan activos superiores a los de algunos Estados nacionales (Bill Gates, Sony, General Motors se encuentran en esta categor¨ªa) ello, lejos de se?alar la defunci¨®n del Estado, nos obliga a reforzarlo como centro de decisiones que orienten necesidades y metas que no son forzosamente las de las corporaciones sino las del conjunto social y sus manifestaciones culturales, hist¨®ricas, colectivas e individuales. Esto s¨®lo se logra sujetando a ambos actores -Estado y empresas globales- al imperio de la ley, nacional a veces y otras, internacional. Desaf¨ªo arduo en momentos en que la ley del imperio intenta pasar por alto el imperio de la ley.
Por eso es importante establecer que la soberan¨ªa no es -tercer mito- una suerte de celosa virginidad que s¨®lo puede preservarse, a lo Albania de Enver Hoxha, en el m¨¢s pr¨ªstino aislamiento. Por el contrario, desde su elaboraci¨®n renacentista por Grocio, Vitoria y Pufendorf, la soberan¨ªa es un concepto limitante y limitado. Limitante de los atributos del Estado-naci¨®n en el concierto internacional y limitado por la aceptaci¨®n de acuerdos de sujeci¨®n a las normas internacionales. As¨ª, por ejemplo, el Protocolo de Roma que dio origen a la Corte Internacional de Justicia supone cesi¨®n de derechos por el Estado nacional a la jurisdicci¨®n de la propia Corte. La negativa de la actual Administraci¨®n norteamericana de adherir a la Corte implica que Washington se reserva derechos soberanos para evadir los juicios de la Corte, ilustrando precisamente cuanto llevo dicho: la soberan¨ªa cede o no cede ante los requerimientos de la justicia y la solidaridad internacionales. Cuando no lo hace, se da?a a s¨ª misma: el capricho, el aislamiento y la soberbia no aseguran mayor soberan¨ªa, porque ¨¦sta requiere el ¨¢mbito de la ley para ser, en efecto, soberana.
De ah¨ª la conclusi¨®n general de Reyes Heroles: s¨®lo la ley une las diversas piezas de una aparente contradicci¨®n entre globalidad y localidad. Resulta que a mayor globalizaci¨®n corresponde mayor diversificaci¨®n: la localidad se manifiesta religiosa, ¨¦tnica, tribal, culturalmente y se desborda en el nomadismo migratorio. ?C¨®mo conciliar globalidad y localidad? Afirmando tres valores coexistentes y todos ellos relativos: individuo, soberan¨ªa y multiculturalismo, dentro de un marco de derechos ciertos para realidades relativas. S¨®lo la ley nos salva del conflicto de lealtades que caracterizar¨¢ al siglo veintiuno, conduci¨¦ndonos -y no es tarea f¨¢cil- a una convivencia de los diversos.
Por ello da Reyes Heroles el papel protag¨®nico a la educaci¨®n. La educaci¨®n consiste en una constante reinterpretaci¨®n de nuestras necesidades. Gracias a ella, podemos llegar a un acuerdo para estar en el mundo sin dejar de ser nosotros mismos. La educaci¨®n es el camino para superar las lealtades divididas que hoy se perciben dentro de cada naci¨®n y entre el conjunto de las naciones.
Digo que no es tarea f¨¢cil ni instant¨¢nea y el autor no pasa por alto numerosos obst¨¢culos y contradicciones. Notablemente, el hecho de que la antinomia democracia-autoritarismo puede ofrecer una tentaci¨®n de sacrificar libertades en nombre de la eficacia, como sucede en China. O de imaginar, como ocurre en Am¨¦rica Latina, que si la democracia es s¨®lo una formalidad que no entrega bienestar, acaso el autoritarismo puede hacerlo. Espejismo cierto, pero que nos obliga a todos -gobernantes y gobernados- a acelerar el paso hacia el maridaje de democracia y desarrollo social. Ricardo Lagos lo ha logrado en Chile, pero ¨¦ste es, hasta ahora, un caso ¨²nico en Latinoam¨¦rica.
El espacio no me permite abundar en la pluralidad tem¨¢tica de este libro indispensable. Nuestros grandes errores, dice Reyes Heroles en resumen, consistir¨ªan en no invertir en el capital humano, debilitar al Estado, creer que el mercado lo solucionar¨¢ todo, cerrar puertas y ventanas al mundo y no aprender de los aciertos ajenos. Evit¨¢ndolos, concluye, "Am¨¦rica Latina ratificar¨¢ que es proyecto y no s¨®lo un subcontinente".
Entre las bestias y los dioses. Federico Reyes Heroles. Oc¨¦ano. Por ahora s¨®lo se vende en M¨¦xico.
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