Un grito en com¨²n
La de Pippo Delbono es una compa?¨ªa como las de antes, con un elenco estable, muy numeroso, un estilo definido y nueve espect¨¢culos en repertorio, cimentados sobre la singularidad de sus int¨¦rpretes y la b¨²squeda de una verdad po¨¦tica. La semana pr¨®xima llega al Festival Internacional de M¨¢laga con Urlo (Aullido), montaje estrenado el verano pasado en el Festival de Avi?¨®n. Delbono (Varazze, Italia, 1959) nos habla de Urlo desde Brest (Francia), donde su compa?¨ªa ha estado representando Il Silenzio. "Como toda creaci¨®n po¨¦tica, Urlo es dif¨ªcil de explicar", dice. "No tiene argumento ni tesis, porque mi teatro es una experiencia vital, una peste que todo lo contamina, como quer¨ªa Artaud. El t¨ªtulo se refiere al grito (de rebeld¨ªa, infantil, de felicidad...) que recorre el espect¨¢culo de cabo a rabo. El tema de Urlo es el poder, en todas sus formas. Al principio pens¨¦ en el poder pol¨ªtico, pero luego me di cuenta de que Berlusconi es el s¨ªntoma de la enfermedad que llevamos dentro: en cualquier relaci¨®n entre dos personas, uno tiende a ejercer su poder sobre el otro". El montaje comienza con un fragmento de Balada de la c¨¢rcel de Reading, de Wilde, y prosigue con un recuerdo de ni?ez de Delbono: "Hab¨ªa un cura que se qued¨® dormido en un banco, olvidado de s¨ª mismo... Le roc¨¦ en el cuello con una flor, abri¨® los ojos, risue?o, pero al instante se recompuso y su mirada adquiri¨® una dureza que volver¨ªa a ver a menudo en otras personas".
La religi¨®n es el segundo gran tema de Urlo: "Hay quien dice que he matado a Dios. No es cierto. En este espect¨¢culo combato al dios del poder, al que culpabiliza y empeque?ece a quienes intentamos seguir nuestro camino libremente. Pero tengo creencias religiosas. Soy budista. La meditaci¨®n me libera de mi cabeza, que, a veces, es otra c¨¢rcel. El a?o pasado, cuando hicimos una retrospectiva de nuestro teatro en Par¨ªs, alguien le revel¨® a mi madre que no soy cristiano: '?Es que no crees en Dios?', me pregunt¨® ella, y se qued¨® trist¨ªsima".
Pippo Delbono revela el trasfondo de sus preocupaciones: "Aunque el sida est¨¦ causando m¨¢s v¨ªctimas que el maremoto del ?ndico, los obispos estigmatizan el uso del cond¨®n, y los medicamentos m¨¢s eficaces siguen fuera del alcance de centenares de miles de afectados. Soy seropositivo desde hace veinte a?os: estuve muy enfermo durante diez. Eso me abri¨® los ojos, me llev¨® a hacer una revoluci¨®n en m¨ª y en quienes me rodean, y tom¨¦ conciencia de nuestra condici¨®n mortal. El teatro es una bocanada de vida. Pero si te dejas llevar, te puede situar en una clase aparte, en complicidad con el poder". Los espect¨¢culos de Delbono no tienen argumento ni tesis: "Son como el Gernika. No se entienden las escenas por separado: pero el conjunto transmite una armon¨ªa y un mensaje. Me pregunto por qu¨¦ me salen tan dram¨¢ticos. Cuando hice Barboni y Guerra, la muerte rondaba en torno a m¨ª. Ahora que estoy bien de salud, y tranquilo, me importa que tengan un sentido social y sean populares. Me gusta cuando viene a verlos gente que nunca va al teatro. Mientras representamos Urlo en Roma, una se?ora me escribi¨®: 'Bastardo, eso no es teatro'. Me encant¨®, porque los espectadores en Italia est¨¢n acostumbrados a una l¨ªnea media, blanda, tranquila. El peor fracaso sucede cuando salen comentando, simplemente, lo bien que estaban un actor, una actriz o la puesta en escena".
Delbono ha integrado en su compa?¨ªa con ¨¦xito a personas marginadas, como Bob¨®, inolvidable para cuantos vimos Barboni (Vagabundos), en Madrid, hace unos siete festivales de Oto?o. Bob¨®, sordomudo y con una cabeza muy peque?a, llevaba cincuenta a?os internado en un psiqui¨¢trico cuando Delbono lo tom¨® de la mano. Despu¨¦s, incorpor¨® a Nelson Lariccia, esquizofr¨¦nico que viv¨ªa de la caridad, y a Gianluca Ballar¨¦, con s¨ªndrome de Down. "Inm¨®vil, con un ramo de flores en la mano, Bob¨® es capaz de tener al p¨²blico absorto durante tres minutos. Su minusval¨ªa es su gran fuerza. Es un int¨¦rprete de una precisi¨®n absoluta. Un actor famoso puede ser sustituido por otro, pero no conozco a nadie que pueda hacer lo que Bob¨®: es preciso, y fr¨¢gil. La gente lo aplaude porque reconoce en ¨¦l un alma desnuda".
Urlo (Aullido). M¨¢laga. Teatro Cervantes. 4 y 5 de febrero. A las 20.30.
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