"Mi memoria se va abajo"
La piqueta derriba el edificio m¨¢s afectado sin que muchos de sus 27 vecinos puedan recoger sus pertenencias
?Ruuuummm! Un ruido seco despierta al vecindario. Una viga del n¨²mero 10 del pasaje de Calafell se desploma unos 20 cent¨ªmetros abajo. Se confunde en un barullo el ruido de las persianas, las puertas y la gente que sale a la calle. "?Ya lo tiran?", pregunta un vecino a un bombero. "?Pues parece que se cae!", le responde. Poco rato despu¨¦s es tanta la muchedumbre que ya casi no hay espacio para andar por las aceras estrechas y acordonadas.
Entre el ruido met¨¢lico de las m¨¢quinas se conjetura sobre el futuro del inmueble. "?Por qu¨¦ nadie entra a buscar las cosas? ?Si podr¨ªan pasar perfectamente!", pregunta una mujer. "?Porque antes son las vidas que los objetos, se?ora!", le espeta otra. La calle se inunda pronto de c¨¢maras, micr¨®fonos y periodistas que no tardan en tomar declaraciones.
Se calla todo el mundo cuando aparece Mar¨ªa Dolores Garc¨ªa, que regenta la tienda de ropa infantil de los bajos del inmueble. "?Lo echan abajo! Me he enterado por la televisi¨®n. ?Por qu¨¦ nadie del Ayuntamiento me ha avisado? No soy propietaria, pero es que all¨ª dentro tengo todo mi futuro. Media vida all¨ª invertida. ?Y para qu¨¦? Para nada. Lo compr¨¦ en septiembre. Y ya lo ven, ni tiempo me ha dado de recuperarlo. Y con un hijo para criar yo sola", dice de una tirada ante los informadores.
En la esquina de Bernat Bransi con Calafell se amontona la gente. "Cuando llegu¨¦ aqu¨ª", explica un anciano, "todo esto eran rieras. Y aqu¨ª, entre agua, levantamos viviendas". Otro acaba de llegar del hotel y se queja de que es la segunda vez que lo desalojan del barrio: "?No os acord¨¢is? Hace 10 a?os ya nos sacaron de esta calle y yo sin una garant¨ªa por escrito no vuelvo a entrar".
De nuevo, todos enmudecen cuando aparece ?scar Garc¨ªa, vecino del 4? 2? del edificio. "Ah¨ª dentro est¨¢n todos mis recuerdos, que son mucho m¨¢s importantes que cualquier otro objeto", explica. "Toda mi memoria se va abajo. Siento una impotencia total", remacha.
Llega casi de inmediato una vecina que vivi¨® en el ¨¢tico del inmueble que va a caer. Lo hace a mediod¨ªa, cuando resuena un estruendo y se levanta una inmensa polvareda. ?Ruuuummmm! El brazo articulado de una enorme gr¨²a empieza a morder el edificio. El derrumbe era m¨¢s que inminente. Las m¨¢quinas mastican de arriba abajo, se comen la corteza y llegan hasta la pared medianera. La mujer del ¨¢tico no contiene las l¨¢grimas y empieza a contagiar a los de su alrededor. "Viv¨ª all¨ª durante m¨¢s de 20 a?os", dice mientras se aleja de los focos de las c¨¢maras.
Llega a la confluencia de las dos calles Jos¨¦ Pizarro, un vecino de una vivienda del n¨²mero 38 de Sig¨¹enza. Ha salido de su peluquer¨ªa porque le han llegado voces de que la gr¨²a ha dado con su edificio. "Esto es un sinvivir", comenta. Quienes no han abierto hoy su negocio son las hermanas Raygal, vecinas del n¨²mero 10 y propietarias de un quiosco de prensa. El cruce de la calle del Llobreg¨®s con el pasaje de Lugo, donde est¨¢ su puesto, est¨¢ repleto de gente subida sobre las vallas y fisgoneando tras las rejas. Una calle m¨¢s arriba, en la de Conca de Tremp, camina hacia el coche David Pichol, otro de los afectados por el derrumbe, que casi no puede hablar tras ver caer todos sus recuerdos de infancia.
Las calles quedan casi desiertas cuando los operarios se van a comer. Entonces sale afuera la madre de uno de los propietarios del inmueble. Cuenta que su nuera tendi¨® la ropa antes de salir del edificio pensando que "la recoger¨ªa cuando volviera". Y ahora, explica, ya no podr¨¢ recuperar nada. Empiezan a verse las paredes abiertas y se descubren a todo el vecindario los comedores, las cocinas, las habitaciones y las estancias que permanec¨ªan guardadas tras las paredes. Hay quien no puede contener los nervios y arranca a llorar otra vez.
Por el barrio corre la voz de que los bomberos entran a recuperar objetos de las viviendas. Empiezan por abajo, por la tienda. Rescatan g¨¦nero y luego suben a los pisos. No podr¨¢n recuperarlo todo, pero sacan maletas, cuadros y varios objetos, entre ellos un casco, de 8 de las 12 viviendas. Los vecinos lo podr¨¢n recuperar hoy todo en un local de Llobreg¨®s, 107. Los otros pisos casi no se pueden pisar, pero tienen instrucciones de sacar todo lo que sea posible. Recogen fotograf¨ªas y documentos. Todo cuanto sirva para recuperar tanta memoria familiar como puedan.
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