13.000 kil¨®metros por Australia
La fascinaci¨®n del Outback en un viaje en coche al centro de la isla
La salida de Sydney hacia el norte por la Pacific HWY es la confirmaci¨®n de una cita largamente esperada: un periplo de m¨¢s de 13.000 kil¨®metros que pasar¨¢ por Cairns (2.527 kil¨®metros de distancia), Darwin (3.975) y Alice Spring (2.804), para iniciar el regreso por Ayers Rock, Coober Pedy y Adelaida, la costa de Victoria, Melbourne, y de vuelta a Sydney. Un mes cabalgando en un coche espacioso por cinco Estados de los seis del gran continente australiano (la mayor isla del mundo, equivalente a 15 veces Espa?a), para tratar de averiguar qu¨¦ hay en ese Outback del que tanto hablan las leyendas abor¨ªgenes, y que los exploradores jam¨¢s entendieron, incluso temieron.
La primera meta: Cairns. Aunque antes de llegar hay que recorrer 2.500 kil¨®metros siguiendo el perfil de la costa este del Pac¨ªfico. Algunos parajes destacan por su belleza. Port Macquarie es uno de ellos. En este antiguo presidio, construido en 1821 para descongestionar las prisiones de Sydney, veranea hoy parte del selecto turismo australiano. Algo similar ocurre en el cabo y la bah¨ªa de Byron, el punto m¨¢s oriental de Australia. Hasta aqu¨ª llegan cada a?o las ballenas para pasar el invierno. Los hippies y surfistas, en cambio, jam¨¢s abandonan el lugar; han encontrado aqu¨ª su h¨¢bitat natural; de hecho, a la zona se la conoce como el Para¨ªso de los Surfistas.
Desde Cairns es muy f¨¢cil acceder a la Gran Barrera de Coral. Patrimonio de la humanidad, la barrera es un inmenso acuario en el que los peces ex¨®ticos y los corales pueden acariciarse con la mano. Si se dispone de tiempo, nada mejor que acercarse al bosque tropical de Dentree, cerca de Cairns, admirar sus playas v¨ªrgenes y perderse en el balneario de Port Douglas.
Entretanto, el sue?o de llegar hasta Darwin o el Uluru, la monta?a sagrada aborigen, va cobrando fuerza. El viaje arranca en direcci¨®n oeste por la Gregory Develop Road buscando las mismas entra?as de Australia; ese centro gigantesco, de 3.000 kil¨®metros de largo por otros tantos de ancho, que durante el siglo XIX fue para los exploradores ingleses un reto y una obsesi¨®n. El asfalto pinta rectas interminables, algunas de m¨¢s de 100 kil¨®metros. Cada cierto tiempo se descubren carteles rudimentarios apuntando a una pista de tierra rojiza, indicando distancias incomprensibles: "Granja de los Wilsons, 185 kil¨®metros"; "Familia Stewart, a 130 kil¨®metros".
Las cabezas de ganado vacuno se cuentan por decenas de miles y aparecen y desaparecen con la misma facilidad con que el coche engulle los kil¨®metros. Cada cierto tiempo, la Administraci¨®n australiana ha colocado grandes paneles indicando los puntos en los que se puede comer, descansar, dormir, llamar por tel¨¦fono y echar gasolina, que var¨ªa hasta un 30% su precio entre las zonas urbanas y el campo. Los hormigueros aparecen en todas las formas imaginables; a veces triplican la altura de una persona. En el Outback sorprende la huella del fuego; los abor¨ªgenes queman continuamente los bosques para regenerar su tierra siguiendo ritos ancestrales. Abundan los ¨¢rboles muertos, testigos del ciclo de lluvias que, cada verano, genera el monz¨®n.
No hay gente en el Outback. En el Estado Northern Territory, equivalente a cuatro veces Espa?a, viven 120.000 personas, de las que 80.000 residen en Darwin, la capital. Durante el camino se contabilizan encuentros con alg¨²n gato y alg¨²n dingo (perro), em¨²s, serpientes y canguros. Nada m¨¢s.
Pr¨®xima parada: Mataranka, un lugar un tanto diab¨®lico, en el parque nacional de Elsey, donde una colonia de miles de murci¨¦lagos tan grandes como gatos vigila desde lo alto del palmeral el c¨¢mping y su piscina termal. Queda poco, 430 kil¨®metros, para llegar a Darwin, la capital del North Territory y centro tur¨ªstico. De vez en cuando cruzan las calles grupos de abor¨ªgenes que, atrapados por el alcohol, deambulan sin rumbo. ?sta es sin duda la cara amarga de Australia.
La visita siguiente es Kakad¨², uno de los parques nacionales m¨¢s famosos, con unos 23.000 kil¨®metros cuadrados. Su principal atractivo son las pinturas rupestres abor¨ªgenes, los cocodrilos de m¨¢s de tres metros, y varias decenas de aves aut¨®ctonas como el jabiru (especie de cig¨¹e?a gigante).
Pero el Outback llama de nuevo. A 1.500 kil¨®metros al sur de Kakad¨² aguarda Alice Spring (25.520 habitantes), y 480 kil¨®metros m¨¢s all¨¢, el Uluru, la monta?a sagrada. Alice Spring vive de los turistas que llegan en avi¨®n para conocer el Kings Canyon (Gran Ca?¨®n) y el Ayer Rock (Uluru), en el parque nacional de Kata Tjuta; aunque a¨²n deber¨¢n desplazarse otros 500 kil¨®metros en autob¨²s o en coche hacia el suroeste. Pero merece la pena. En medio de una planicie deslumbrante emerge el monolito m¨¢s grande del mundo, una arenisca dorada de 863 metros de altura sobre el nivel del mar. ?C¨®mo se form¨®? Misterio. Los nativos adoran la roca y los visitantes se rinden ante su belleza.
El pueblo minero
Dos d¨ªas son suficientes para deambular por estos parajes en los que no se ven m¨¢s que turistas,alg¨²n reba?o de dromedarios, vacas atropelladas al lado de la carretera, coches abandonados y canguros. Desde aqu¨ª hasta Coober Pedy, el pueblo minero que trabaja y vive bajo tierra, quedan 646 kil¨®metros m¨¢s. Poco a poco los eucaliptos van dando paso a una planicie semides¨¦rtica.
Coober Pedy, la capital mundial del ¨®palo (representa el 90% de la producci¨®n total), aparece en medio de un paisaje lunar. Las monta?as de tierra, procedentes de los 300.000 pozos mineros, de los que 3.000 est¨¢n a¨²n en explotaci¨®n, le dan al entorno un halo misterioso. Viviendas y hoteles, en muchos casos, est¨¢n bajo tierra; algo estupendo si se tiene en cuenta que en verano las temperaturas sobrepasan los 45 grados cent¨ªgrados y en invierno se acercan a los cero grados. En las cuevas, la temperatura se estabiliza en 22. En Coober Pedy conviven personas de 48 nacionalidades, aunque entre griegos y croatas suman m¨¢s de la mitad de los 2.770 vecinos del pueblo. Darse una vuelta por este polvoriento paraje es instructivo; al lado de los escaparates rebosantes de joyas y ¨®palos, aparecen los boquetes de algunas minas abandonadas, casas-cueva, museos-cueva y restos de aquellos artilugios que a partir de 1915 emplearon los mineros para extraer el mineral. M¨¢s modernos, aunque no menos sorprendentes, son los extra?os ingenios abandonados en cruces de calles y descampados que el director George Miller emple¨® para rodar aqu¨ª la pel¨ªcula Mad Max, m¨¢s all¨¢ de la c¨²pula del trueno.
El viaje por el Outback toca a su fin. Todav¨ªa habr¨¢ que recorrer 515 kil¨®metros hasta Port Augusta para dejar definitivamente estas tierras del interior. A partir de aqu¨ª, con el mar ya a la vista, los paisajes reviven sobre inmensas colinas onduladas sembradas de trigo, vi?edos y ¨¢rboles frutales. Los pueblos se suceden relativamente cercanos. La bella ciudad de Adelaida, la cosmopolita Melbourne y Sydney recuerdan la Europa urbana. No ocurre as¨ª con el Outback, que es algo ¨²nico; algo que no tiene explicaci¨®n.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo irQantas (915 42 15 72; www.qantas.com.au) y British Airways (902 111 333; www.ba. com) tienen vuelos de ida y vuelta, con escalas, desde 988 euros, m¨¢s tasas. El Qantas Boomerang Pass sirve para volar entre cualquier ciudad de Australia y Nueva Zelanda. Con varios precios seg¨²n la ruta y el n¨²mero de escalas. Los pases Oz Experience (www.ozexperience.com) permiten combinan los trayectos en avi¨®n y en autob¨²s.AlojamientoAustralia cuenta con una magn¨ªfica red de albergues:- www.hostelbooking.com- www.yha.org.au- www.backpackers.com.au- www.nomads-backpackers.com.
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