Los museos abordan el problema de c¨®mo coleccionar lo incoleccionable
Las obras ef¨ªmeras, con materiales org¨¢nicos, y la rapidez tecnol¨®gica centran el debate
Hace tiempo ya que los artistas, no todos, dejaron de preocuparse por si sus obras alcanzar¨ªan la posterioridad. Muchos trabajan con lo inmediato, con materiales fr¨¢giles y ef¨ªmeros, con humo o incluso con seres vivos. Las obras que utilizan los nuevos medios se encuentran adem¨¢s con el problema de que la tecnolog¨ªa que las hace visibles se vuelve r¨¢pidamente obsoleta. Conservadores de museos y coleccionistas empiezan a preocuparse y a intercambiar experiencias para asegurar la conservaci¨®n de unas obras que consideran fundamentales pero en peligro de extinci¨®n.
En Arco pueden verse, y siempre a la venta, algunas de estas obras realizadas con materiales ef¨ªmeros o que resultan de dif¨ªcil mantenimiento. Un ejemplo puede ser la obra H2O, de Robert Gligorov, artista macedonio instalado en Mil¨¢n que en la milanesa galer¨ªa Pack presenta una pajarera de cristal metida dentro de una pecera. La pieza, de la que hay tres ejemplares a 15.000 euros, produce un fuerte choque visual al ver a los p¨¢jaros de colores aparentemente dentro de la pecera y, naturalmente, se da por supuesto que en el futuro habr¨¢ que ir cambiando los animales porque su vida l¨®gicamente es perecedera.
Es un peque?o ejemplo de los muchos que a todo el mundo pueden ven¨ªrsele a la cabeza de obras que resultan, a priori, dif¨ªciles de conservar. La mesa redonda sobre el tema que se celebr¨® el viernes en el marco del Foro de Expertos de Arco, sin embargo, se centr¨® m¨¢s en los problemas de las instalaciones y el arte multimedia. Se titulaba ?Y ahora qu¨¦ hacemos? Coleccionismo de arte (anteriormente) incoleccionable, y su moderador, el cr¨ªtico neoyorquino David A. Ross, comentaba con cierto humor que, por ejemplo, los coleccionistas de Dan Flavin "tienen que comprar no s¨®lo el documento que acredita la autor¨ªa sino tambi¨¦n miles de bombillas para conseguir siempre el mismo matiz de colores de la obra, porque dentro de cien a?os si no hay estas bombillas no servir¨¢ de nada tener la pieza".
Ross tambi¨¦n indicaba que "los museos y coleccionistas compran obras, y eso conlleva la obligaci¨®n de preservarlas", pero reconoc¨ªa la contradicci¨®n con la que a veces entran con los artistas que hab¨ªan hecho sus obras con otro fin que pod¨ªa incluir su futura desaparici¨®n. La comisaria del Whitney Museum de Nueva York, Henriette Huldisch, se centr¨® en el problema del cine y el v¨ªdeo, que han entrado de lleno en los museos a partir de los noventa. "El arte tecnol¨®gico es reproducible, pero al mismo tiempo es ef¨ªmero", indica Huldisch. "Una cinta magn¨¦tica dura pocas d¨¦cadas si se conserva mal, y el problema es mayor en las obras pioneras de los a?os sesenta, que se tienen que ir transfiriendo a otros soportes m¨¢s modernos, lo que en cierta medida implica una p¨¦rdida". Otro problema que sali¨® a relucir fue el de los cambios tecnol¨®gicos r¨¢pidos que dejan obsoletos en poco tiempo los soportes. Desde formatos de v¨ªdeo que ya no se usan hasta casas comerciales que dejan de fabricar proyectores de diapositivas o de cine que son imprescindibles para mostrar determinadas obras.
Los artistas, recordaron los expertos, viven ajenos a estos problemas porque para ellos lo importante es la obra, no la posibilidad comercial o las dificultades de conservaci¨®n de las piezas. "Ahora, por ejemplo, muchos j¨®venes recuperan la pel¨ªcula en 16 mil¨ªmetros y tambi¨¦n c¨¢maras antiguas que ya no se fabrican. El trabajo ser¨¢ nuestro. En el Whitney lo que hemos hecho es adquirir muchos proyectores para asegurarnos de que si falla uno tendremos repuesto", a?ade Huldish.
"Los medios nuevos no son los ¨²nicos que tienen problemas", indic¨® Christine van Asche, conservadora del Centre Georges Pompidou de Par¨ªs. "El arte de acci¨®n, la performance, tambi¨¦n te obliga a cuestionarte, porque no sabes qu¨¦ es lo que tienes que coleccionar, si la idea o los restos de una determinada acci¨®n". Existen coleccionistas de performance, como los hay de p¨¢ginas web o de obras intangibles que s¨®lo existen como documentaci¨®n o archivo de una idea que el artista, si decide comercializarla, vende mediante un certificado de autenticidad. En estos casos, seg¨²n Jill Sterret, conservadora del Museo de Arte Moderno de San Francisco, los conservadores se basan en la tradici¨®n oral, en lo que les explic¨® el artista respecto a su montaje o funcionamiento. "Nos estamos convirtiendo casi en creadores de las obras", se?ala. "El problema lo tendremos dentro de cien a?os", a?ade Van Asche, que se preguntaba: "?Hay que preservarlo todo?".
Tambi¨¦n se lo pregunta el galerista barcelon¨¦s Alejandro Sales, para quien "todo se puede coleccionar o guardar, pero es m¨¢s discutible que todo se pueda vender". "Hay obras, como las famosas acciones de Beuys, que se hacen por encargo y no tiene sentido que est¨¦n a la venta, pero no por ello dejan de ser importantes".
Fetichismos
"Es verdad que hay mucho fetichismo en el mundo del arte, pero es l¨®gico, porque es algo que tiene mucho valor", explica Enrique Juncosa, director del Irish Museum of Modern Art de Dubl¨ªn, que se considera "optimista respecto a que se va a desarrollar tambi¨¦n la tecnolog¨ªa que permitir¨¢ conservar estas obras de m¨¢s dif¨ªcil conservaci¨®n". La tecnolog¨ªa, explica, plantea problemas, pero tambi¨¦n soluciones, y hay que tener claro, en todo caso, que en muchas de estas obras "lo que cuenta es la idea y no si es una primera edici¨®n o si el material es el original o uno parecido".
En esto est¨¢ de acuerdo la galerista Oliva Arauna, para quien estos nuevos medios tienen que provocar "un cambio de actitud de las colecciones". "La ventaja es que muchas de estas obras no tienes ni que almacenarlas, porque es una idea que se puede reconstruir en cualquier momento. Ahora, con una pantalla de plasma puedes tener una gran colecci¨®n en un caj¨®n y los cambios tecnol¨®gicos y sus molestias resultan, en todo caso, m¨¢s baratos que lo que cuesta el traslado, el seguro y la conservaci¨®n de muchas obras tradicionales".
Babelia
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