La Semana de la Moda de Nueva York orienta la est¨¦tica del mestizaje
En la populosa plaza arbolada de Bryant Park, en la confluencia de la Sexta Avenida con la calle 42, termin¨® ayer la Semana de la Moda de Nueva York, definida por los especialistas como la mejor y m¨¢s evolucionada de cuantas suceden dos veces al a?o en f¨¦rrea competencia, y donde se dan cita puntos neur¨¢lgicos del negocio como Par¨ªs, Mil¨¢n y Londres (a los que se suma ya con pujanza S?o Paulo).
Esta vez ha habido en Nueva York menos desfiles y m¨¢s periodistas internacionales acreditados que nunca, algo m¨¢s de 400; un fen¨®meno que s¨®lo es posible con la estructura de la pasarela neoyorkina, donde se carece de iniciativas institucionales en s¨ª. Por ejemplo, los espa?oles llegaban casi al centenar entre estilistas, cr¨ªticos, cronistas e informadores audiovisuales tra¨ªdos aqu¨ª de la mano de Custo Barcelona, ¨²nico espa?ol que se mantiene desde hace a?os desfilando y con un volumen de mercado mundial apreciable. Otro tanto han hecho otras firmas con japoneses o latinoamericanos, cuyo mejor exponente es el brasile?o Alexandre Herchcovitch (que estuvo m¨¢s colorista y atrevido de lo habitual). Se trata de la proyecci¨®n comercial aunada de manera natural a la promoci¨®n pura y dura. El resultado es palpable.
En la New York Fashion Week circulan diariamente dos publicaciones a todo color, dos revistas gratuitas que recogen toda la actividad de los d¨ªas anteriores y donde no falta la cr¨ªtica mordaz o el an¨¢lisis m¨¢s sereno trufado con esa devoci¨®n cosmopolita a las celebrities. The Daily Front Row y WWD Beauty se han vuelto imprescindibles veh¨ªculos de comunicaci¨®n y eficacia que reflejan fielmente la din¨¢mica de estos desfiles y lo que se cuece detr¨¢s. Lo que se ve en Nueva York no contradice lo postulado desde Par¨ªs o Mil¨¢n, pero lo matiza, y en ellos se siente el peso globalizador de un mercado ultrarr¨¢pido no exento de crueldad, de un implacable "qu¨ªtate t¨² para ponerme yo".
Hay que destacar esta vez a Calvin Klein con su nuevo dise?ador, el brasile?o Francisco Costa, que lentamente y con respeto se despoja del pasado ( con un uso virtuoso de los verdes); la ansiada resurrecci¨®n del gris-plata y del control crom¨¢tico en Narciso Rodr¨ªguez (sus rojos parecen pensados para las estrellas) o Zac Posen; el valor estil¨ªstico de Donna Karan reflejado en su sentido del lujo m¨¢s sobrio; el neorromanticismo de Marc Jacobs, evocador y afrancesado, o la explosi¨®n de Custo Barcelona, esta vez inspirado por unos imaginarios sastres rusos. En Nueva York, la customan¨ªa existe y el p¨²blico acept¨® una propuesta fuera de los est¨¢ndares de paleta fuerte y mezclas furiosas, brillos, pieles de cosaco y un sentido del neopach (derivaci¨®n actual y sofisticada de las mezclas de tejidos, texturas y materias), una Rusia donde el mujik es una diosa urbana con legs barrocos.
Cerr¨® la agotadora semana neoyorquina el debut de Jennifer L¨®pez como directora y estilista principal de su firma de pr¨ºt-¨¤-porter, basada en la buena experiencia que ha tenido con sus otras l¨ªneas. El blanco, las pieles costosas, los escotes de v¨¦rtigo, las minifaldas que son un suspiro, la bisuter¨ªa llevada al extremo entre lo m¨¢s duro y lo m¨¢s hortera. Ella es as¨ª y ha pensado unas colecciones para que sue?en las chicas portorrique?as de Harlem o sus vecinas menos t¨ªmidas.
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