La lecci¨®n de la rectora
La primera rectora de una universidad p¨²blica catalana, la Pompeu Fabra, habla de una formaci¨®n global, humanista y con valores, y de la lucha de la mujer en el mundo educativo.
En su mandato como rectora, a punto de finalizar, Rosa Vir¨®s ha apostado por una universidad p¨²blica y de calidad. Si se hab¨ªan producido ciertas desviaciones en lo que era una idea fundacional de la Pompeu Fabra, hab¨ªa que reconducir las cosas. Otro punto esencial para ella era la internacionalizaci¨®n; de hecho, actualmente se hacen muchos proyectos con otras universidades. Luego, insistir en el necesario rigor acad¨¦mico. Y procurar que los estudiantes aprendieran en el tiempo que dura una carrera, no m¨¢s. Ella define todo esto como ajustar piezas. Pero, adem¨¢s, la rectora, como gerente que es de todo cuanto concierne a la universidad, ha debido ocuparse de los edificios. Decidir, por ejemplo, si hacer obra nueva o rehabilitar viejos edificios; agruparlos en un mismo lugar o diseminarlos. En su mandato, los edificios fundamentales estaban construidos, pero hace unos d¨ªas inauguraron la secci¨®n de investigaci¨®n biom¨¦dica, donde la Pompeu colabora con otras instituciones y que es un ambicioso plan de investigaci¨®n que afronta la sociedad catalana. Como se sabe, es ah¨ª donde se ha agrupado una serie de investigadores punteros en temas como el estudio de las c¨¦lulas madre, por ejemplo, que se espera coloquen a Catalu?a en la primera l¨ªnea del conocimiento cient¨ªfico en esta ¨¢rea. La rectora Vir¨®s est¨¢ orgullosa de haber llegado a este logro, acude a las conferencias que all¨ª se celebran y, como es una mujer que siempre quiere saber m¨¢s, se ha fascinado como una estudiante por las c¨¦lulas madre. Asegura que si tuviera que volver a empezar le gustar¨ªa dedicarse a esa rama del conocimiento. Pero enfrentada a algunos de sus proyectos y los objetivos conseguidos, a las contradicciones descubiertas en estos a?os, dice no ser buena juez de s¨ª misma. S¨ª piensa haber acertado al elegir la descentralizaci¨®n de la universidad, y decidirse por rescatar los edificios viejos en vez de destruirlos. El lugar donde nos encontramos, por ejemplo, es un viejo cuartel. Le digo c¨®mo ha ido su proyecto de ampliar el conocimiento global de los estudiantes, tal como pretend¨ªa hace cuatro a?os, teniendo en cuenta que los ingenieros cada vez tienen que estudiar m¨¢s, o los que hacen medicina, y no es f¨¢cil que les sobre tiempo para apuntarse a un curso de arqueolog¨ªa. Reconoce que la idea era buena, que lo dif¨ªcil era ponerla en pr¨¢ctica. "El problema es que no puedes rebajar el nivel de exigencia en los estudios muy concretos, porque, si no, no cumplir¨ªan lo que debe hacer la universidad, que es formar profesionales". Finalmente reflexiona en voz alta: "El tiempo siempre es limitado, desde luego que s¨ª".
La rectora, de 69 a?os, asegura ser una mujer t¨ªmida, que no acaba de acostumbrarse a las entrevistas. "Me da no s¨¦ qu¨¦ cada vez que me dicen que tengo una cita con un periodista. Claro que, un rato despu¨¦s de empezar a hablar, aquello se convierte en un acto de comunicaci¨®n, y ya no pienso en la grabadora ni en el peri¨®dico donde se publicar¨¢. Y entonces ya me siento mejor".
Cuando dice en un momento: "Yo soy una mujer con mucha paciencia", te das cuenta de que eso era lo que asomaba bajo cada frase y le daba a su conversaci¨®n un ritmo c¨¢lido y sosegado, una mirada muy larga. Su compa?¨ªa es como un fuego que arde lento en una chimenea en un d¨ªa fr¨ªo de invierno.
En 2001 fue elegida rectora de la Universidad Pompeu Fabra, uno de los centros catalanes m¨¢s j¨®venes, el de mayor renombre y m¨¢s exquisito. Una mujer, y de 65 a?os, para dirigir por primera vez una universidad en esa autonom¨ªa. ?Un s¨ªntoma de modernidad o una casualidad?, ?una contradicci¨®n en un momento en que tanto se valora la juventud? Ahora se jubilar¨¢, se acab¨® su tiempo. No s¨¦ si le sabe a poco ni cu¨¢ntos de sus proyectos ha podido realizar en un tiempo tan corto.
Sab¨ªa que solamente tendr¨ªa cuatro a?os. Pero incluso en ese caso me pareci¨® que val¨ªa la pena. Algunos amigos m¨ªos me convencieron para que me presentara a las elecciones del rectorado. Yo dir¨ªa que a m¨ª ni se me hab¨ªa ocurrido el tema, pero, claro, es verdad que me convert¨ª en la primera mujer rectora de una universidad catalana.
Y en un referente.
Pues s¨ª. Ahora hay otra rectora mucho m¨¢s joven en otra universidad de Barcelona, la Ram¨®n Llull. Y s¨ª, a la comunidad de una universidad p¨²blica joven no les par¨® el tema mujer, ni mi edad. Yo soy muy paciente, y lo que propon¨ªa en mi programa era simplemente liderar una transici¨®n ambiciosa, en el sentido de que no se limitara a gobernar el d¨ªa a d¨ªa hasta el pr¨®ximo mandato. Ten¨ªa claro que cuatro a?os eran un plazo muy breve para hacer cosas, pero suficiente para romper esquemas. Estos tiempos puente pueden ser momentos privilegiados para marcar l¨ªneas estrat¨¦gicas. La sociedad cambia r¨¢pido, y tras quince a?os de existencia, una universidad necesita una adaptaci¨®n. Como tengo formaci¨®n pol¨ªtica, hice ver c¨®mo la transici¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs hab¨ªa sido muy importante, y c¨®mo hab¨ªamos visto que ese tiempo hab¨ªa marcado nuestra historia. Ten¨ªa que ver tambi¨¦n con el paso del entorno familiar del comienzo a una universidad consolidada con casi 10.000 estudiantes y 20 titulaciones.
?Tal vez la transici¨®n desde una ¨¦poca bajo los auspicios de CiU, que hab¨ªa fundado la Pompeu Fabra con un esp¨ªritu nacionalista?
Bueno, la universidad fue creada por el Gobierno de Converg¨¨ncia en 1990; pero las personas que hemos compartido estas aulas, hemos formado desde el comienzo un grupo muy plural. Creo que el proyecto acad¨¦mico -basado en el rigor docente, en la exigencia del m¨¢ximo esfuerzo, la investigaci¨®n puntera y el rendimiento de cuentas a la sociedad- puede ser suscrito por todas las personas y partidos que creen en una ense?anza p¨²blica de calidad. La transici¨®n que me propuse ten¨ªa que ver con un entorno que deb¨ªa apostar por los parques cient¨ªficos y los centros de innovaci¨®n y tecnolog¨ªa.
Lo que se ha dicho siempre es que all¨ª se iban a formar los cuadros del nacionalismo catal¨¢n; aunque, claro, la gente de CiU siempre fue dem¨®crata?
En efecto, lo era. Aqu¨ª se han formado cuadros de los distintos partidos democr¨¢ticos y personas que tienen una visi¨®n m¨¢s radical de las cosas. No veo un predominio de nacionalistas. ?sa no es la transici¨®n que hay que hacer? Debemos ajustar el modelo a una realidad que ha cambiado. Ya antes ve¨ªa que hab¨ªa que encantar a las personas, porque todos los seres humanos ponen al principio mucho entusiasmo, y luego uno se va desanimando; porque hay falta de medios, por ejemplo, y los profesores que son muy creativos se desaniman si ven que no pueden llevar a cabo sus proyectos.
Una de las cosas que se propuso al ser elegida fue lograr que los estudios universitarios permitieran una educaci¨®n m¨¢s global, una formaci¨®n m¨¢s humanista. Pensaba que ¨¦sta es demasiado espec¨ªfica, y que los estudiantes se forman como ingenieros, por as¨ª decir, pero menos de lo que ser¨ªa conveniente como hombres y mujeres, y como ciudadanos comprometidos con la sociedad en la que viven.
Exacto. Esta transformaci¨®n humanista formaba parte del proyecto inicial, y esper¨¢bamos que los propios estudiantes completar¨ªan su curr¨ªculo especializado con asignaturas de literatura, historia, arte? Pero nuestro r¨¦gimen trimestral de estudios entra en contradicci¨®n con materias cuya asimilaci¨®n exige un tiempo m¨¢s dilatado. En esa l¨ªnea de complementar los contenidos y las t¨¦cnicas, nuestro proyecto pasa por establecer sinergias entre comunicaci¨®n audiovisual, periodismo, ling¨¹¨ªstica, publicidad y las ingenier¨ªas en inform¨¢tica y telecomunicaciones. Y lo vamos a hacer en una antigua f¨¢brica recuperada. El nuevo Parque Barcelona Media ser¨¢ un sitio ideal para que se establezca una relaci¨®n de calor humano que facilitar¨¢ la participaci¨®n en proyectos comunes. Ese calor humano que cada vez falta m¨¢s en una sociedad que conduce a comunicarse menos con los dem¨¢s.
Tambi¨¦n ha mostrado en ocasiones su preocupaci¨®n por la p¨¦rdida de valores. Rescatar un edificio es m¨¢s f¨¢cil que restaurar esos valores.
Seguro. ?sa es una labor muy lenta, aunque las cosas est¨¢n cambiando. Por ejemplo, una inteligencia que hasta hoy se ha despreciado, la emocional, ahora es valorada por las empresas a la hora de contratar al personal. En muchas instituciones y empresas se habla de c¨®digo ¨¦tico y responsabilidad social. Pero, claro, todo esto es tristemente un inicio y muchas veces se queda en palabras. Cuando llegu¨¦ aqu¨ª habl¨¦ de esto, pero es dif¨ªcil de conseguir en la pr¨¢ctica. Algunos departamentos tienen un c¨®digo de buenas pr¨¢cticas cient¨ªficas; habr¨¢ que profundizar en esta l¨ªnea. Yo siempre me digo que me voy con una cierta sensaci¨®n de que algo hemos conseguido en estos cuatro a?os. Algo, s¨®lo algo. Por un lado, hay resultados emp¨ªricos, y por otro, la sensaci¨®n de que necesito cre¨¦rmelo para irme en paz.
Seguramente su experiencia le impidi¨® entrar aqu¨ª como un elefante en una cacharrer¨ªa. Alguien joven habr¨ªa sido m¨¢s ambicioso, en el sentido de intentar hacer grandes cambios.
Eso puede pasar. Pero los valores son cosas que se consiguen cambiar a lo largo de siglos, aunque yo s¨¦ que eso no debe desanimarnos, porque cada uno en su momento puede poner su pedacito de cambio y de ilusi¨®n, porque ¨¦sa es una labor que se hace entre mucha gente. Cuando eres joven parece que puedes cambiarlo todo, pero la experiencia te permite acceder a logros m¨¢s modestos, pero eficaces. Claro que, a la vez, no puedes evitar so?ar un poco, si eres un poco so?adora.
?Quer¨ªa cambiarlo todo cuando era joven?
Pues s¨ª, si tuviera que pensar en un eje que ha vertebrado mi vida, ser¨ªa ¨¦se. Quer¨ªa estudiar filosof¨ªa, por aquello de so?ar con las grandes cuestiones; pero mi padre insisti¨® en que hiciera derecho, y nunca me he arrepentido. "S¨®lo te pido que hagas un a?o?". Fue muy importante en aquellos a?os, los cincuenta, que mi padre decidiera que sus hijas fueran a la universidad. All¨ª descubr¨ª un mundo nuevo. Entonces, la universidad cumpl¨ªa el papel de ser un lugar de encuentro, como ahora los clubes. En derecho, las chicas ¨¦ramos cuatro gatos, e incluso entonces, medio en serio, medio en broma, dec¨ªan que ¨ªbamos all¨ª a encontrar un novio.
Y el derecho acab¨® gust¨¢ndole?
El conocimiento siempre me ha entusiasmado. Mi padre ten¨ªa un despacho de derecho, y a m¨ª me encant¨®, me parec¨ªa como jugar al ajedrez. Sin embargo, no me mov¨ªa a ejercer. Eso no. No me vi con ¨¢nimos, y confieso que me refugi¨¦ en la literatura frente a la sordidez de la sociedad de posguerra de los a?os cuarenta. No hab¨ªa nada que me impactara m¨¢s que ver a los tullidos de la guerra, y a los ni?os, pidiendo limosna a lo largo de las Ramblas. Si preguntabas en casa, la respuesta era el silencio, evasivas. Yo ten¨ªa la seguridad de que ese triste panorama era el resultado de alg¨²n nefasto descalabro que los adultos hab¨ªan decidido ocultar a los ni?os. Creo que el impacto emocional que supuso para m¨ª esa especie de secreto de familia, y todo el dolor visto o intuido, me comprometi¨® hasta el fondo a luchar por una sociedad m¨¢s justa. Mientras tanto, me lo le¨ª todo. Pero s¨®lo ha sido m¨¢s tarde, al repasar mi vida, cuando he pensado que me refugi¨¦ en los libros y en los estudios porque no me gustaba salir a la palestra, una palestra donde las mujeres estaban tan poco presentes.
?Cree que se necesitaba valor para dar ese paso?
Soy corredora de fondo. Quer¨ªa ser juez de menores, para ayudar a esos ni?os que ve¨ªa por las calles. Me fui a ver a un juez que se ocupaba de esa cuesti¨®n con toda mi ilusi¨®n. Llegu¨¦ emocionada, y le dije a aquel se?or que quer¨ªa ser juez, trabajar all¨ª; pero ¨¦l, muy secamente, me respondi¨®: "Se?orita, ?es que no sabe que en Espa?a las mujeres no pueden ser jueces?". Yo ya hab¨ªa visto que aquello era duro, que hab¨ªa pocas mujeres en las profesiones liberales, pero aquella respuesta de pronto concretaba de golpe la discriminaci¨®n. Me dej¨® muy afectada, hasta el punto de que me condujo a permanecer para siempre en la universidad, estudiando o haciendo investigaci¨®n. Mientras tanto me hab¨ªa casado con un compa?ero de clase, con el que compart¨ªa muchas inquietudes. Los dos ¨¦ramos progresistas. Era una relaci¨®n muy particular. Yo lo he pasado muy mal intentando ejercer la profesi¨®n que quer¨ªa? Pero mi marido empezaba a preparar c¨¢tedra, y mientras tanto yo tuve tres ni?os.
?Quer¨ªa tener ni?os?
Esto s¨ª que lo ten¨ªa claro. Imagino que era un impulso muy vital. La juventud tiene ahora m¨¢s medios para planificar estas cosas. Los veo muy racionales y decidiendo qu¨¦ hacen. Pero entiendo y encuentro dram¨¢tica la situaci¨®n de estas chicas profesoras de las universidades que se van acercando a los 40 y ven que si no siguen el ritmo y paran para tener un hijo, ya no pueden competir a cierto nivel. Y las ves partidas, y luchar consigo mismas. En mis tiempos, bueno yo siempre digo que he cogido el ¨²ltimo vag¨®n del ¨²ltimo tren; que a m¨ª no me tocaba, a mi generaci¨®n no nos tocaba; no me refiero a llegar a la universidad, aunque ¨¦ramos muy pocas, pero s¨ª a tener una cierta progresi¨®n hasta llegar a rectora de una universidad. Siempre pienso que ha sido una cosa del destino que yo haya podido hacer compatible la maternidad con la vocaci¨®n profesional. Con mis hijos nos re¨ªmos much¨ªsimo recordando las an¨¦cdotas de cuando yo hac¨ªa la tesis. Era una tensi¨®n terrible y pasaron algunas an¨¦cdotas divertidas. Por ejemplo, a veces mi marido no ten¨ªa m¨¢s remedio que hacer la cena para todos, y un d¨ªa los ni?os me cuentan: "?Qu¨¦ tortillitas tan monas y tan peque?as ha hecho pap¨¢, y de un color tan bonito!". Hizo las tortillas con las yemas ¨²nicamente.
Entonces, usted deb¨ªa de sentirse poco com¨²n, especial. Quiz¨¢ tambi¨¦n partida, como dec¨ªa de algunas profesoras de hoy.
Fue dif¨ªcil. Y, claro, los ni?os hacen lo que ven y crean expectativas con respecto a lo que ocurre. Por ejemplo, las madres esperando a la puerta de los colegios a que salgan sus hijos; que yo no fuera, no le gustaba nada a mi hija mayor. Tampoco par¨® hasta que consigui¨® que le hiciera un vestido puntada a puntada; yo, que no sab¨ªa coser. S¨®lo entonces estuvo feliz. Y lo mismo cuando le hice una tarta de cumplea?os, porque no consent¨ªa que le comprara la mejor en la mejor pasteler¨ªa de Barcelona. Todas las madres las hac¨ªan, y yo ten¨ªa que hacerla, hornearla. Fue dif¨ªcil. Y habr¨ªa sido imposible sin una cierta comprensi¨®n de mi marido. Pero aun as¨ª dej¨¦ durante seis a?os el trabajo para dedicarme a mis hijos.
?Pero echando de menos el otro mundo?
Debo confesar que me he sentido muy frustrada, a pesar de que me encantaba tener hijos. Y tambi¨¦n me habr¨ªa sentido muy frustrada de no tenerlos. Eran dos caras de la misma moneda. Yo quer¨ªa esas dos partes, y las tuve, pero con mucho esfuerzo. Y el trabajo de esa tesis, en la que yo me impliqu¨¦, demostraba por qu¨¦ en esos tramos de responsabilidad m¨¢s alto, o medio alto, hab¨ªa much¨ªsimas mujeres solas. O separadas, o divorciadas, o solteras. Porque realmente es tan duro que si no tienes a tu alrededor un ambiente comprensivo es dificil¨ªsimo.
Ahora sigue pasando. ?Tal vez lo que ocurre es que se sabe, y se ha aceptado esa soledad de la que habla?
Eso es. Entonces no sab¨ªamos qu¨¦ pasaba, y ahora hay m¨¢s an¨¢lisis y las mujeres entienden lo que ocurre. Esto no es que te ayude en los tiempos duros, pero al menos sabes. Entonces, la gente andaba perdida, tend¨ªa a pensar que era una cosa personal; que a lo mejor era ella la que hab¨ªa fallado, la que carec¨ªa de fuerza suficiente, cuando en realidad era algo estructural. ?sa es una diferencia muy importante; no porque se sufra menos, que no es as¨ª, sino porque al menos comprendes, y eso es un cierto lenitivo; porque ha habido una elecci¨®n, y adem¨¢s sabes que no te pasa a ti sola, sino a toda una generaci¨®n.
Volviendo a la universidad, quer¨ªa comentarle los informes sobre el comportamiento de los escolares en institutos y colegios, y el hecho dram¨¢tico que ocurri¨® en el Pa¨ªs Vasco. Parece que est¨¢ llegando aqu¨ª lo que en Estados Unidos comenz¨® hace ya a?os, y tambi¨¦n en Francia: esa especie de rebeld¨ªa y agresividad. ?C¨®mo reflexionan en la universidad sobre esta cuesti¨®n?
Aunque parezca mentira, las universidades, excepto tal vez en los ICE [Institutos de Ciencias de la Educaci¨®n], han mantenido un silencio institucional. Creo que es una cuesti¨®n compleja que tiene que ver con la formaci¨®n del profesorado, la interinidad, la inmigraci¨®n? Pero a m¨ª me ha parecido siempre grave que la universidad se haya mantenido al margen de estas cuestiones. Una sociedad del conocimiento no puede concebir el proceso educativo fragmentado. Hay que revisar la formaci¨®n de maestros y profesores, pues es la universidad la responsable de los planes de estudios. Pero esto exige un conocimiento de la realidad y un di¨¢logo de los profesores de los institutos con los de la universidad, los cuales muchas veces no conocen la realidad de los barrios marginales y, no obstante, est¨¢n formando a profesores que deben afrontar estos retos. Parece que se anuncian cambios positivos: conexi¨®n entre formaci¨®n profesional y universidad, ciclos de formaci¨®n para maestros, contactos entre profesores de universidad y maestros. Revisi¨®n de los planes de pedagog¨ªa. Mayor inversi¨®n en las escuelas. Control de la violencia de todo tipo. Nos equivocar¨ªamos si present¨¢ramos la muerte del estudiante del Pa¨ªs Vasco como un caso ¨²nico. No nos podemos permitir olvidarlo. Debe ser un acicate para la renovaci¨®n pedag¨®gica que nuestro pa¨ªs debe hacer sin demora, y que tiene que ver no s¨®lo con las matem¨¢ticas, sino con los valores que est¨¢n en la base de la sociedad que deseamos.
?Acaso es muy complicado afrontar esos problemas??
Perdona, pero tendr¨ªamos que poner en ello m¨¢s empe?o del que ponemos. Y creo que ¨¦ste es el momento. Porque todas las cosas van madurando y ¨¦ste es el gran momento. Y si lo hacemos con Europa, dentro del Proyecto Europeo de Ense?anza Superior, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil.
El otro d¨ªa, un profesor, en una carta a EL PA?S, dec¨ªa que el problema es que los alumnos son pasotas. Como tirando la toalla. Y otro, que un alumno le hab¨ªa dicho que le pagaban para aguantar a los chicos. Nada que ver con el maestro que tuvo Camus, y tantos otros.
No deber¨ªamos quitarnos el muerto de encima diciendo que son pasotas. Pero, ?qu¨¦ son? Eso es lo que tendr¨ªamos que averiguar? Los maestros maravillosos murieron, eso ya no existe. Y las influencias que reciben estos chicos son muy diferentes. Est¨¢n en el mundo de las videoconsolas y en la rapidez. Conseguir enseguida el juego nuevo, tener destrezas. La educaci¨®n exige una calma, otro tipo de comunicaci¨®n, convivir m¨¢s con los alumnos. Pero a los muchachos de ahora ya no les interesa eso, y aunque los profesores quieran hacerlo bien, esto es seguro, pues no saben c¨®mo enfrentar los retos. Yo me puedo poner en su lugar. Para empezar, en clase tienen alumnos con siete lenguas diferentes. ?Qu¨¦ haces? ?C¨®mo les ense?as, y antes de eso, c¨®mo les entretienes? El profesor se siente desamparado. A lo mejor es gente un poco mayor que no domina las tecnolog¨ªas actuales, no se le han dado herramientas pedag¨®gicas para hacer m¨¢s amena una clase, y se sienten perdidos. Hay cantidad de bajas laborales, la gente est¨¢ estresad¨ªsima. No es que huyan del trabajo, es que se hunden. El asunto se ha planteado a nivel del Estado y de la Generalitat de Catalu?a, lo que encuentro important¨ªsimo, porque van a atender a los profesores. Es una buen¨ªsima noticia. Es el momento, el asunto est¨¢ maduro, y tambi¨¦n hay unos Gobiernos con m¨¢s sensibilidad. Hay que ocuparse m¨¢s de los que han sido m¨¢s desprotegidos, que son los maestros de bachillerato.
Creo que su familia le empuj¨® para que aceptara ser rectora.
Llevaba quince d¨ªas en conversaciones con los que quer¨ªan que me presentara a la candidatura. Yo les buscaba candidatos alternativos. Estaba a punto de empezar una investigaci¨®n a nivel europeo. Y adem¨¢s estaba convencida de que cuando se lo contara a mi familia me lo quitar¨ªan de la cabeza. Al final le dije a mi marido: "F¨ªjate lo que se les ha ocurrido? Llevo quince d¨ªas en conversaciones para que me decida a asumir la responsabilidad de ser rectora". A lo que respondi¨®: "Digno broche final para una carrera acad¨¦mica". Yo pens¨¦ que me estaba tomando el pelo, porque tiene mucho sentido del humor. Y no, lo dec¨ªa en serio. Y, la verdad, ha sido muy coherente con esa inicial actitud positiva.
Cuando se hizo un estudio en la Universidad de Barcelona sobre el acceso de las mujeres a los puestos directivos en las universidades, se descubri¨® que siguen siendo muy pocas. ?Es que los hombres se aprueban a s¨ª mismos? ?Es porque a las mujeres, que hace poco que accedieron a la universidad, no les ha dado tiempo a ser catedr¨¢ticas?
El quid de la cuesti¨®n es que la mujer todav¨ªa tiene mucha dificultad para acceder a los lugares donde se toman las grandes decisiones, que es donde se cambian realmente las cosas. Cuando yo llegu¨¦ a rectora, el que mi familia me empujara a aceptar me sent¨® muy bien. Tuve una especie de paz interior; ten¨ªa permiso. No es as¨ª, pero ya me entiendes? Es decir, ese permiso lo necesitan las mujeres muchas veces, y algunas renuncian si ven que aceptar cierto puesto les causar¨¢ problemas en casa. Yo sab¨ªa que esto era una cosa accidental. Creo que la cuesti¨®n es que las mujeres pueden avanzar en los primeros escalones, ser profesoras, investigar? Pero si quieren ser catedr¨¢ticas, eso ya es m¨¢s complicado, casi imposible. Yo s¨®lo llegu¨¦ a serlo gracias a que un profesor, un maestro respetado, crey¨® que no era justo que no lo fuera; es decir, casi por casualidad.
Sin embargo, esa llegada a los rectorados, parece que en esto hay unanimidad y sirva como met¨¢fora de un cambio, es imparable e inevitable. ?Es partidaria de las cuotas para acelerarlo?
Europa dice que no atenta contra la igualdad establecer cuotas para intentar equilibrar si una de las partes est¨¢ muy poco representada. Se dice: ?y la igualdad, qu¨¦? Pero cuando hay tanta desigualdad, eso es lo primero que hay que equilibrar. En Suecia, los problemas son iguales, aunque llevan a?os de adelanto. Una investigadora nos contaba que, a partir de un art¨ªculo publicado en la revista Nature, se comprob¨® que una mujer tiene que hacer el triple de publicaciones para llegar a una situaci¨®n equiparable a la del hombre. ?C¨®mo han intentado solucionarlo en Suecia? Haciendo que todas las comisiones que tomen decisiones importantes, como conceder becas o plazas de profesores, tienen que ser paritarias. Y si no es posible, est¨¢ obligada la comisi¨®n a explicar qu¨¦ ocurre. Es decir, se controla realmente. En las universidades, las chicas superan a los chicos. Si cuando yo empec¨¦ derecho ¨¦ramos ocho, hoy los que son ocho son los chicos. Una vez fui a la toma de posesi¨®n de un amigo y me emocion¨® ver la cantidad de juezas que all¨ª hab¨ªa. Y entre el profesorado, cada vez hay m¨¢s mujeres.
Cambiando de tema, al PSC le ha costado muchos a?os ganar unas elecciones?
Pues s¨ª. Y como sabemos los polit¨®logos, un Gobierno de coalici¨®n tampoco es f¨¢cil? Pero no deja de ser una buena noticia; es sano para un pa¨ªs que haya un cambio de responsabilidad en la c¨²pula y que participen otras fuerzas. Es muy sano; dificultades aparte, que siempre las hay. Tanto si son de diferente partido como si son del mismo, nunca nadie piensa de modo monol¨ªtico. Y esto est¨¢ bien, permite una capacidad de debate.
?Demasiado tal vez en el caso del Gobierno tripartito?
?Ja, ja! A veces pienso que se magnifican los detalles, aunque eso no puedes criticarlo porque hay que llenar los peri¨®dicos, y me parece bien. Hay que tener serenidad, y si te pones a analizar las cosas, ves que todo esto ya est¨¢ estudiado, y sabes que las cosas no van en serio cuando todo el mundo est¨¢ de acuerdo en todo. Quiero decir que como se est¨¢n tocando puntos sensibles, es l¨®gico que haya ideas diferentes. En un Gobierno de coalici¨®n, no creo que las cosas se resuelvan por votaci¨®n. Entramos aqu¨ª en un mundo interesant¨ªsimo, que es la democracia deliberativa. Cada uno va con su idea, con su programa, y all¨ª se exponen las cosas y en p¨²blico se tiene que consensuar un m¨ªnimo. Yo creo mucho en esto. Es cierto que un consejo de gobierno -y pienso en la universidad-, en vez de durar una hora puede durar dos, pero vale la pena. Porque a lo mejor alguien aporta algo interesante que le da una nueva idea a otro. Aunque no se pueda negociar antes, en el d¨ªa a d¨ªa de la instituci¨®n es muy bueno que el p¨²blico reflexione en voz alta y se comuniquen las ideas unos a otros. Bienvenidos sean los Gobiernos de coalici¨®n si son motivo para que se argumenten y deliberen las cosas. Me parece muy bien; mucho m¨¢s que jugar a los aspectos s¨®lo de poder, de si yo tengo m¨¢s poder o menos, m¨¢s o menos votos. El problema para m¨ª es que la democracia me parece maravillosa, y a veces le pido demasiado. Por ejemplo, que los partidos fueran tan generosos que no pensaran siempre en los votos.
?Por eso usted, que es socialista, nunca ha querido tener responsabilidad alguna?
Nunca he hecho pol¨ªtica. Siempre he dicho muy claramente que mi colaboraci¨®n era desde mi profesi¨®n. Yo creo que ser formador y profesor es importante. Es tratar de hacer y de pensar en lo que deber¨ªa ser una sociedad m¨¢s justa, m¨¢s igualitaria, y esto para m¨ª es actuar en clave pol¨ªtica; es decir, actuar en pro de los intereses generales de la mayor¨ªa de ciudadanos y no de los propios intereses o los intereses corporativos.
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