M¨²nich a la luz del invierno
Cervecer¨ªas, museos y vitalidad en la pr¨®spera capital de Baviera
Hac¨ªa una d¨¦cada larga que no visitaba M¨²nich. La primera vez hab¨ªa pasado en la capital b¨¢vara unos cuantos d¨ªas, preludio de un viaje al sur de Alemania. Todas las ciudades que hemos visitado guardan en nuestra memoria una esencia concreta que no podemos explicar. A veces es el punto de vista hacia una plaza desde un caf¨¦; otras, el olor de un mercado o de una biblioteca, o bien el fluir de la corriente de un r¨ªo mirando el perfil de la ciudad desde un puente. En el caso de M¨²nich, por mucho que me hubiese parecido amable y bulliciosa, esa esencia era mucho m¨¢s indirecta: se trataba de la luz de un lluvioso abril que parec¨ªa surgir de una tela de Rembrandt que acababa de ver en el museo de la Alte Pinakothek.
Mi segunda visi¨®n de M¨²nich fue una tarde de mediados de diciembre de 2004. Camin¨¦ desde la Marienplatz hasta el Instituto Cervantes, donde ten¨ªa una presentaci¨®n. El bonito edificio se encuentra en el coraz¨®n de la ciudad, la Marstallplatz, a dos pasos de la elegante Maximillian Strasse. Se trata del M¨²nich monumental y a la vez contenido, una ciudad imperial de peque?o tama?o, como una Viena sin delirios de grandeza. As¨ª vi M¨²nich esa noche.
Pero siempre hay que dar una tercera oportunidad a una ciudad para comprenderla y amarla, como dec¨ªa White a prop¨®sito de Nueva York. Pues bien, la tercera vez que vine a M¨²nich lo primero que hice fue bajar en la estaci¨®n Therensienstrasse, caminar unas manzanas y enfrentarme con esa luz y ese cuadro. Lo hab¨ªan cambiado de lugar, o eso me pareci¨®, aunque tambi¨¦n pod¨ªa ser que la luz que penetraba en la galer¨ªa fuera m¨¢s sombr¨ªa, pues esta vez era febrero, el cielo estaba tapado y fuera hab¨ªa una gruesa capa de nieve. ?Qu¨¦ me hab¨ªa llamado la atenci¨®n en esa tela para ligarla a mi imagen de M¨²nich? No lo llegu¨¦ a saber hasta que sal¨ª del museo, despu¨¦s de haber disfrutado de un olvidado Bosco y de los relajantes paisajes mitol¨®gicos de Claudio de Lorena. Me dirig¨ª hacia el nuevo edificio donde se re¨²ne una buena colecci¨®n de arte moderno. El viento y los d¨ªas g¨¦lidos hab¨ªan esculpido la nieve sobre coches y bancos hasta darle el aspecto del az¨²car cande. En las ramas desnudas de los ¨¢rboles hab¨ªa mu?ones y c¨²mulos blancos. De repente, un tamizado rayo de sol irrumpi¨® en aquel silencio de nieve. La luz del cuadro de Rembrandt, la luz de aquel abril de muchos a?os y la de ese febrero de 2005 se fundieron.
Entonces no exist¨ªa a¨²n la Pinakothek der Moderne, inaugurada hace unos a?os: un atractivo edificio de altas y finas columnas y estructura interior circular. Guiado por las torres de ladrillo coronadas por c¨²pulas de color verde de la Frauenkirche, segu¨ª la calle Barer, hacia una tranquila ret¨ªcula de calles amplias y edificios s¨®lidos. El obelisco de la Karolinenplatz resalta la apariencia de solidez y clasicismo. Quiz¨¢ sea la urbe m¨¢s conservadora de Alemania, de tal forma que la reconstrucci¨®n de la devastada ciudad de la posguerra se hizo de manera sobria, sin ceder a alardes modernos. Se recuperaron monumentos como la torre del Ayuntamiento, la Residenz con su teatro Cuvilli¨¦s y otros muchos edificios hist¨®ricos. Por eso el centro es tan unitario. Y luego barrios como Schwabing, donde se asent¨® la bohemia a principios del siglo XX, resultan muy arm¨®nicos.
Conservadores y esc¨¦pticos, los muniqueses parecen desinteresarse ante cualquier clase de extremismo despu¨¦s de la segunda pinta de cerveza. No es raro por ello que tanto la ef¨ªmera rep¨²blica sovi¨¦tica de 1919 como la marcha de Hitler por el Feldherrnhalle en noviembre de 1923 y la llamada del partido nazi al "coraje" en los a?os veinte y treinta dejaran indiferente a la ciudadan¨ªa muniquesa. Karl Valentin, el c¨¦lebre c¨®mico, representa ese car¨¢cter desenfadado y tolerante de las gentes de M¨²nich, dispuestas siempre a re¨ªrse del absurdo.
Hay muchas iglesias (la barroca St. Michael, donde est¨¢ enterrado Ludwig II de Baviera), mercados (el Viktualienmarkt, una pieza maestra), plazas y museos que reclaman la atenci¨®n del curioso. Pero son los caf¨¦s siempre animados, sus tabernas, sus famosas cervecer¨ªas lo que atrae como un im¨¢n a todos. En un g¨¦lido e inm¨®vil atardecer de febrero, uno desea llenarse de esa atm¨®sfera de ruido y calor. Al penetrar en cualquiera de esos santuarios, seguro que nos recibe la contagiosa alegr¨ªa de un cabar¨¦ entre una actuaci¨®n y otra. Las voces son brillantes, las risas explotan como botellas de champa?a, los rostros de la gente est¨¢n encendidos y todo da la bienvenida. En cierto modo, no hay forasteros en M¨²nich, ?qui¨¦n es el que no se siente a gusto aqu¨ª?
Acorde¨®n y canciones
Pude conocer algunos lugares especiales, como el Fraunhofer Schoppenst¨¹berl, donde el due?o toca el acorde¨®n y todo el mundo acaba cantando canciones populares hasta las tantas de la madrugada; el Weinbauer, viejo pub, m¨¢s aut¨¦ntico que la inevitable cervecer¨ªa Hofbr?uhaus, o el Schlachthof, en el barrio de los mataderos, donde se dan conciertos y se escenifica cabar¨¦. Ahora metr¨®poli en perpetuo cambio, M¨²nich es una suerte de cabar¨¦ que tiene de maestro de ceremonias a su alcalde, Christian Ude, hombre polifac¨¦tico y autor de best sellers. M¨²nich es un cabar¨¦ y la capital cultural de Alemania. Dicen que en ella se concentran m¨¢s editoriales que en cualquier otra ciudad europea. Ah¨ª est¨¢ la sede del Goethe Institut, y si uno se acerca a la Litteraturhaus, un edificio en la Salvatorplatz, percibe la gran efervescencia literaria. La m¨²sica, sin embargo, est¨¢ a¨²n mejor considerada que las letras en M¨²nich. Sorprende que a Ludwig II no le dejasen erigir en su suelo una ¨®pera para su venerado Wagner. Cada noche hay conciertos para todos los gustos, la capital de Baviera tiene su propia filarm¨®nica y un reputado prestigio en jazz.
Adem¨¢s de convertirse por las noches en un cabar¨¦, M¨²nich es una selecta galer¨ªa de pinturas, un jard¨ªn ingl¨¦s, una ciudad rica y cara dividida por las aguas del Isar y sede de Siemens y BMW, un parque donde beber cerveza sin otra preocupaci¨®n que ver c¨®mo beben los otros y donde vivir la experiencia loca de la Oktoberfest; pero tambi¨¦n es una metr¨®poli rodeada de exuberante naturaleza, de preciosos lagos y bosques,de las monta?as m¨¢s altas de Alemania. S¨¦ lo que digo porque viv¨ª en las afueras. Hay ma?anas en que el lago de Starnberg se riza como agitado por un coraz¨®n interior. Quiz¨¢ fue el recuerdo de una de esas ma?anas ba?adas por un sol g¨¦lido lo que hizo regresar hasta aqu¨ª a la emperatriz Sissi. Y puede que el sol de Paul Klee naciera una ma?ana de verano en Feldafing, igual que naci¨® un cap¨ªtulo de La monta?a m¨¢gica en la villa que alquilaba Thomas Mann.
M¨²nich est¨¢ muy cerca, pero el mundo de los lagos y los cisnes tiende su lazo mitol¨®gico y atrapa. Desde el mirador de Villa Waldberta ve¨ªa la Roseninsel, y m¨¢s all¨¢, las aguas donde el rey loco fue encontrado ahogado con su m¨¦dico un d¨ªa de junio de 1886. Fue un d¨ªa triste, qui¨¦n lo duda, pero a la noche en M¨²nich los biergarten estaban llenos a rebosar.
Jos¨¦ Luis de Juan (Palma de Mallorca, 1956) es autor de Campos de Flandes (Alba). (
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir.
- Lufthansa (www.lufthansa.es; 902 220 101). Ofertas en la web; por ejemplo, ida y vuelta a M¨²nich desde Madrid, a partir de 99 euros m¨¢s tasas y gastos.- Iberia (www.iberia.com; 902 400 500). En la web, oferta de ida y vuelta, comprando el billete hasta el 17 de marzo y viajando hasta el 30 de abril (excepto entre el 18 y el 25 de marzo), desde Madrid y Barcelona, a partir de 113 euros m¨¢s tasas y gastos.- Spanair (www.spanair.com; 902 13 14 25). Oferta de vuelos a M¨²nich, ida y vuelta desde Madrid, a partir de 149 (comprando siete d¨ªas antes), y desde Barcelona, 130 (comprando 28 d¨ªas antes), m¨¢s tasas y gastos.- Air Berlin (www.airberlin.com; 901 116 402). Tiene vuelos directos desde Palma de Mallorca, Jerez, M¨¢laga y Alicante (consultar), y con escala desde otros puntos. Desde Madrid, en abril, el trayecto, a partir de 109 euros m¨¢s tasas y gastos.Informaci¨®n- Turismo de M¨²nich (00 49 89 23 39 65 00; www.muenchen.de). Servicio de reservas hoteleras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.