Rossi golpea primero
El 'n¨²mero uno' cumple su papel y saldr¨¢ hoy en cabeza, pese al magn¨ªfico papel de Gibernau
Hay miradas que matan. La de Sete Gibernau a Valentino Rossi, por ejemplo. Y viceversa. Acababan ambos de finalizar los primeros entrenamientos libres, a primera hora de la ma?ana de ayer, y se pararon en la meta con la pretensi¨®n de hacer un simulacro de salida. Nada anormal. Lo de siempre. Como si de un calentamiento se tratara. Estaba delante el espa?ol. Detr¨¢s, el italiano. Mir¨® de soslayo aqu¨¦l, como disimulando, a la espera de que ¨¦ste girara su mano derecha y diera gas a su moto. No lo hizo. Tronaban al ralent¨ª ambas m¨¢quinas: 240 caballos relinchando en cada una, la Honda y la Yamaha, en lo que se antoj¨® un minuto interminable. No arranc¨® Sete. Tampoco Valentino. Aquello no era nada, pero rug¨ªa el p¨²blico. Sigui¨® haci¨¦ndolo cuando Gibernau, harto de la espera, casi andando, se encamin¨® a su box. Y detr¨¢s, Rossi, buscando su guarida. Y mir¨¢ndole.
Sonriente, el italiano pasea con una joven morena y casi atropella a dos guardias civiles
"Estoy bien", dice el espa?ol, con esa cara de pocos amigos que parece haberse tatuado
Cinco minutos despu¨¦s, Rossi paseaba por el paddock en una motocicleta con una joven morena agarrada a su espalda y a punto de atropellar a una pareja de guardias civiles. Sonriendo iba el italiano. Nada nuevo bajo el sol. En esos primeros entrenamientos hab¨ªa hecho un tiempo superior al de Gibernau, quien, serio como es, revisaba en el garaje lo ocurrido minutos antes. Rossi, no. Rossi le ense?aba el circuito a la joven morena: aqu¨ª, el paddock; aqu¨ª, una amiga. Un par de horas m¨¢s tarde se daba la salida a la prueba buena, la oficial, la que delimitar¨ªa el orden de marcha en la carrera de hoy.
Y Rossi, sin morena detr¨¢s, le sac¨® medio segundo a Gibernau.
Minutos antes de que eso ocurriera, el campe¨®n italiano, un tipo obligado a dejar de decorar su casco como un bote de detergente por orden de las marcas que le pagan, y le pagan mucho, estudiaba un plano del circuito junto a Jeremy Burguess, su jefe de mec¨¢nicos. Siendo como es el piloto que m¨¢s veces ha ganado aqu¨ª en la historia, cinco, cuesta creer que necesitara revisar un trazado que conoce como el pasillo de sus casas: la de Londres, la de Roma y la de Ibiza. Pero lo revis¨®, convencido de alcanzar finalmente la pole n¨²mero 36 de su carrera.
Saldr¨¢ hoy Rossi el primero, cada d¨ªa m¨¢s seguro de su papel de n¨²mero uno que necesita un n¨²mero dos. Y ¨¦ste es Gibernau, que no se conforma con ser un secundario de lujo.
"Estoy bien, animado, preparado, a tope". ?se fue el discurso del catal¨¢n, con esa cara de pocos amigos que parece haberse tatuado, tras la prueba de clasificaci¨®n, en la que no le hizo falta recordar que ¨¦l fue quien gan¨® aqu¨ª el pasado a?o. Pero entonces llov¨ªa y hoy se espera un sol reluciente para satisfacci¨®n de los 100.000 aficionados que se prev¨¦ acudan al circuito, cuyos accesos siguen siendo igual de rid¨ªculos que anta?o, aunque hayan recibido una operaci¨®n de mejora del asfalto sin duda meritoria.
Se encontrar¨¢n los presentes con Rossi gobernando en la m¨¢xima categor¨ªa, la de Moto GP, y con Dani Pedrosa haciendo lo propio en los 250cc., en los que su liderazgo, con viejos y nuevos rivales, se antoja indiscutible. Cumple Pedrosa una de las m¨¢ximas que utilizan todos los directores de equipo: "Yo no quiero un buen corredor, sino un buen piloto", acostumbran a decir los Aspar, Sito Pons y compa?¨ªa.
Buenos corredores hay muchos. Son ¨¦sos que van a fondo, arriesg¨¢ndose en cada curva, sacrificados en el trabajo, grandes chicos. Buenos pilotos hay menos. Son ¨¦sos que, adem¨¢s de ir a fondo, arriesgarse en cada curva, sacrificarse en el trabajo y ser grandes chicos, tienen memorizada cada esquina del circuito, cada respiraci¨®n de la moto, cada aliento del acelerador, cada achaque del freno e incluso cada ca¨ªda si ¨¦sta llega a producirse. Por ejemplo, Rossi. Por ejemplo, Gibernau. Por ejemplo, Pedrosa.
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