Verg¨¹enza en San Siro
Una lluvia de bengalas lanzada por los seguidores radicales del Inter obliga a la suspensi¨®n del partido en el minuto 72
El f¨²tbol mostr¨® anoche en Mil¨¢n su cara m¨¢s bochornosa. En San Siro, cuna de dos hist¨®ricas instituciones, el Inter y el Milan, exhibi¨® su lado enfermizo. Con toda la impunidad del mundo, cuando restaban veinte minutos, desde el fondo de la hinchada m¨¢s radical del Inter -actuaba como local- comenz¨® a caer sobre el c¨¦sped una granizada, primero de botellas y luego de bengalas. Una incesante lluvia que se prolong¨® m¨¢s de diez minutos. Una de ellas impact¨® sobre el hombro derecho de Dida, el portero del Milan, al que se le agujere¨® la camiseta por la quemadura. Un cuarto de hora despu¨¦s de que los ultras cargaran con las bengalas se anunci¨® por la megafon¨ªa que el partido quedaba suspendido. Un par de minutos m¨¢s tarde hubo rectificaci¨®n y se anunci¨® que los equipos se retiraban a los vestuarios por orden de la polic¨ªa, pero que el encuentro no se daba por cerrado. Se dijo que se reanudar¨ªa en diez minutos. Jam¨¢s, en ning¨²n momento, el locutor del estadio pidi¨® calma.
INTER 0 - MILAN 1
Inter: Toldo; J. Zanetti, C¨®rdoba, Materazzi, Favalli; Van der Meyde, C. Zanetti (Mihajlovic, m. 46), Ver¨®n, Cambiasso, Kily Gonz¨¢lez (Cruz, m. 46); y Adriano (Martins, m. 50).
Milan: Dida (Abbiati, m. 71); Caf¨², Stam, Nesta, Maldini; Ambrosini, Pirlo, Kak¨¢, Seedorf; Shevchenko y Crespo (Rui Costa, m. 68).
Gol: 0-1. M. 30. Shevchenko dispara fuerte y ajustado al palo derecho desde fuera del ¨¢rea.
?rbitro: Markus Merk, alem¨¢n. Amonest¨® a Kily, Ambrosini, C¨®rdoba, Nesta y Cambiasso.
82.734 espectadores en el estadio de San Siro. El partido fue suspendido en el minuto 72 por el lanzamiento de bengalas al campo.
Mientras una docena de bomberos apagaban el regad¨ªo de bengalas en el ¨¢rea de Dida, el fondo desde el que se originaron los incidentes segu¨ªa tan repleto como al principio. Los seguidores continuaban con su insultante vocer¨ªo contra la afici¨®n milanista, que replicaba con insultos e ir¨®nicas pancartas: "Cuando Galliani [el calvo presidente del Milan] se haga la permanente, el Inter ser¨¢ victorioso". No se vieron agentes por las gradas de los radicales.
Finalmente, los equipos regresaron casi media hora despu¨¦s. No lo hizo Dida, al que relev¨® Abbiati. El f¨²tbol es tan est¨²pido en ocasiones que nadie repar¨® en que los equipos cambiaran de porter¨ªa. As¨ª que cuando Abbiati se dirig¨ªa al rinc¨®n de los horrores intervino el locutor: "Si vuelven a caer objetos, se suspender¨¢ el partido de forma definitiva". Dicho y hecho. Como nadie hab¨ªa desalojado el fondo y los radicales a¨²n ten¨ªan un buen arsenal, volaron m¨¢s bengalas. Partido suspendido. Cuesta creer que, despu¨¦s de tantas barbaries, a¨²n hoy en d¨ªa se puedan introducir en un estadio semejante cantidad de bengalas y botellas. En San Siro fallaron todos los controles. Y en Italia no es novedad. El calcio hace tiempo que es un polvor¨ªn. El pasado domingo, tras un Lazio-Livorno en un Ol¨ªmpico de Roma masivamente decorado con esv¨¢sticas, la polic¨ªa arrest¨® a 248 personas. Este mismo curso, el Roma ha tenido que jugar la Champions a puerta cerrada. En 2001, desde la misma grada de San Siro, fue arrojada una moto en un partido Inter-Atalanta.
La guerra de las bengalas se desat¨® cuando el ¨¢rbitro, Markus Merk, anul¨® un gol de cabeza a Cambiasso al entender que hab¨ªa empujado a un defensa milanista. El argentino se encar¨® con ¨¦l en el ¨¢rea de Dida y en ese momento comenz¨® la tormenta que origin¨® la clausura del partido, de un simple partido de f¨²tbol.
Antes del bochornoso final, el Inter le hab¨ªa durado media hora al Milan. Lo que tard¨® Shevchenko en bajar la persiana a la eliminatoria. Nada de nada hab¨ªan hecho unos y otros hasta la aparici¨®n del ucraniano, salvo poner todas las guindillas posibles al juego. Crispaci¨®n -un cabezazo de Shevchenko a Materazzi-, aspavientos y much¨ªsimas faltas: 24 en el primer tiempo. El equipo interista no da para m¨¢s. Bien vacunado, el Milan tir¨® de capote y esper¨® su momento sin alardes.
Ni siquiera el d¨ªa que le tocaba remontar un 2-0 junt¨® un par de delanteros el Inter. Mancini dej¨® en el banquillo a Vieri, Cruz y Martins. Envid¨® con Adriano, que llevaba un mes sin jugar y termin¨® en la enfermer¨ªa, y le escolt¨® con Ver¨®n, un ex reputado trescuartista que vive en tinieblas. ?sa fue toda la carga del Inter, que tiene serios problemas por mucho que el eco de algunos de sus futbolistas a¨²n resulte popular. Es un equipo mal remendado al que de nada le sirve su fren¨¦tico mercadeo de cada verano. Un dato elocuente: el Milan le ha despedido de Europa con tres ex interistas en plenitud: Pirlo, Seedorf y Crespo. Donde el Milan tiene a Pirlo, por ejemplo, el Inter expone a Cristiano Zanetti: el d¨ªa y la noche. Si el Milan se defiende con el ¨¢gil y solvente Nesta, el Inter lo hace con Materazzi, una estaca.
Gramo a gramo, el Milan est¨¢ muchos cuerpos por delante. Y la hinchada interista est¨¢ harta, como revel¨® con sus insultos constantes a Mancini y alguno que otro contra Giacinto Facchetti, el presidente a las ¨®rdenes del propietario, M¨¢ssimo Moratti. Su desasosiego lo acab¨® pagando contra Dida, el ¨¢rbitro y todo lo que se le puso por delante. En definitiva, contra el propio espect¨¢culo del f¨²tbol, maravilloso tantas veces y aborrecible otras muchas. Anoche fue una de ellas, para sonrojo de los supuestos veladores de este deporte.
Y en especial, para Italia, donde los indeseables resultan intocables. S¨®lo as¨ª se comprende una bater¨ªa de bengalas semejante a la de anoche, artilugios que en estadios como Delle Alpi, por ejemplo, son tan comunes que hasta riegan la pista de atletismo que rodea al campo para que el fuego se sofoque mejor. Es tal la inconsciencia que, cuando se suspendi¨® el partido, Manzini y C¨®rdoba a¨²n le hicieron reproches al ¨¢rbitro por su decisi¨®n tomada. Un disparate m¨¢s en una noche de infamia en San Siro. Una verg¨¹enza.
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