C¨¢rceles en estado de ruina

Esto es la c¨¢rcel y ni Luis Miralles ni Jos¨¦ Luis Vega est¨¢n aqu¨ª por casualidad. El primero tiene 40 a?os, una gorra calada hasta las cejas y el pelo recogido en una cola de caballo. Dice que ¨¦l, de joven, era un revolera, que manejaba guita y siempre llevaba en el dedo un buen anillo "de colorao". Que eso, en el talego, despertaba envidias y que hab¨ªa que defenderse, "ya sabe usted de qu¨¦ manera". Jos¨¦ Luis Vega, en cambio, tiene 54 a?os y llega a la cita -una habitaci¨®n con rejas de la prisi¨®n vizca¨ªna de Basauri- vestido con un mono blanco. Se le escapa una sonrisa socarrona cuando explica que ¨¦l -de origen anarquista- dedic¨® sus mejores a?os a la "expropiaci¨®n de capitales", ocupaci¨®n tambi¨¦n llamada atraco a mano armada. Un delito que entonces -plena transici¨®n- juzgaba la Audiencia Nacional seg¨²n la ley de bandidaje y terrorismo, a lo que ¨¦l y sus compa?eros respond¨ªan con motines y prisiones rotas. Ahora, ya un veterano, ayuda en la cocina de la prisi¨®n y discute con el psic¨®logo sobre Freud y Bakunin.

Ellos siguen hablando de sus historias de otra ¨¦poca y el decorado les da la r¨¦plica a la perfecci¨®n. Las tres c¨¢rceles vascas -Basauri, Martutene y Nanclares- est¨¢n viejas y achacosas, padecen de humedad en las paredes y de herrumbre en las rejas. Hay celdas que ya no cierran porque los goznes de las puertas han cedido, instalaciones el¨¦ctricas que se vienen abajo cada dos por tres y duchas en las que el agua caliente s¨®lo aparece de visita y sin avisar. La peor, sin lugar a dudas, es la de Martutene, en San Sebasti¨¢n. Tras visitarla, la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, declar¨® tajante que lo adecuado ser¨ªa cerrarla. La situaci¨®n de Basauri y Nanclares no es mucho mejor. "Esta c¨¢rcel", dijo a este peri¨®dico un funcionario de la prisi¨®n de Nanclares, "est¨¢ obsoleta. No se cumplen los est¨¢ndares de seguridad, ventilaci¨®n o iluminaci¨®n. No superar¨ªa ninguna de las inspecciones a las que se tienen que someter los edificios p¨²blicos. La depuradora no funciona, las estancias en las que se desenvuelven tanto los presos como los funcionarios son inc¨®modas, fr¨ªas, tienen humedad. El sistema el¨¦ctrico no re¨²ne las condiciones de seguridad m¨ªnimas y cada vez que se desencadena una tormenta en la zona, una parte del equipo inform¨¢tico se estropea. Las aver¨ªas se acumulan una tras otra. Ser¨ªa m¨¢s barato construir una c¨¢rcel nueva que remendar estas tres tan viejas".

A Luis Miralles y a Jos¨¦ Luis Vega a¨²n les queda una temporada en el infierno. Ni uno ni otro tienen demasiadas esperanzas en el sistema, pero s¨ª en la gente. Dice Luis: "Aqu¨ª se paga bien". Quiere decir en su jerga que ¨¦sta, la vieja c¨¢rcel de Basauri, no es despu¨¦s de todo un mal sitio para cumplir condena. Su optimismo tiene una explicaci¨®n. Al mirar para atr¨¢s, sin necesidad de hacer esfuerzo, ve un reformatorio, el penal de El Puerto, la vieja Carabanchel, Topas, Monterroso, La Modelo, Quatre Camins, Burgos, Nanclares... "Al menos aqu¨ª", y mueve la cabeza como ahuyentando una pesadilla, "los funcionarios te dan una confianza que no te dan en otros talegos. Para un preso, los d¨ªas se dividen en malos y m¨¢s malos. Y el contacto humano es muy importante". Jos¨¦ Luis tambi¨¦n habla de eso. De una especie de alianza no escrita entre funcionarios y presos para, dentro de lo posible, hacerse la vida m¨¢s llevadera. Unos y otros dicen sentirse a bordo de un viejo barco en medio de un temporal que dura demasiado. Y lo cierto es que no faltan datos que respalden esa teor¨ªa. En 1992, el Gobierno socialista elabor¨® un plan para construir 19 nuevas prisiones. Ninguna se levant¨® en el Pa¨ªs Vasco. En 2003, y tras siete a?os de Gobierno, el PP aprob¨® la construcci¨®n de otras cuatro. Tampoco hubo suerte. Ahora, tras la victoria del PSOE, parec¨ªa que el di¨¢logo, inexistente en los ¨²ltimos ocho a?os, se hab¨ªa restablecido, pero el mes pasado regres¨® la gresca. El Gobierno vasco present¨® un plan para sustituir las tres c¨¢rceles actuales por seis nuevos centros. La noticia ocup¨® grandes titulares a pesar de que correspond¨ªa a la ciencia ficci¨®n: el Gobierno vasco no tiene -ni parece que vaya a tener en breve- la transferencia sobre prisiones. Como para demostr¨¢rselo, la directora de Instituciones Penitenciarias se present¨® a la semana siguiente en San Sebasti¨¢n y firm¨® con el alcalde, el tambi¨¦n socialista Od¨®n Elorza, un convenio para cerrar la c¨¢rcel de Martutene y construir una nueva. Al Gobierno vasco le sent¨® fatal.

Y, como si quisiera darles una lecci¨®n, Jos¨¦ Luis Vega, el atracador que rompi¨® c¨¢rceles, dice que en esta prisi¨®n los presos y los funcionarios han aprendido a hablar. De alguna manera, todos est¨¢n cautivos. De una larga condena, de una prisi¨®n que se cae o de un entorno hostil... -un porcentaje alto de los funcionarios que trabajan aqu¨ª vive fuera: en Cantabria, en Castilla y Le¨®n o en La Rioja-. "Hay c¨¢rceles m¨¢s nuevas", dice Jos¨¦ Luis antes de marcharse, "con gimnasio y celdas individuales, pero al final apagas la luz y piensas lo mismo. Que t¨² empujas al tiempo, pero el tiempo no avanza".