Berlusconi promete medidas "dr¨¢sticas"
Un informe del servicio secreto advierte de que en el futuro aumentar¨¢n los incidentes y que pondr¨¢n "en peligro la vida de los ciudadanos"
Enterrado el Papa, se acab¨® la demostraci¨®n de comportamiento c¨ªvico en Italia. Su f¨²tbol vivi¨® un ¨²ltimo fin de semana especialmente violento. Los incidentes en cuatro partidos (Lazio-Livorno, Palermo-Messina, Perugia-Ternana y Cavese-JuveStabia) acabaron con 17 detenidos, 259 denuncias y m¨¢s de 85 polic¨ªas heridos. Al d¨ªa siguiente, el ministro del Interior, Giuseppe Pisanu, habl¨® alto y claro, con una firmeza in¨¦dita: "A grandes males, grandes remedios: basta de violencia o cierro los estadios". La respuesta a su amenaza le lleg¨® s¨®lo 24 horas m¨¢s tarde, m¨¢s alta y m¨¢s clara si cabe, cuando los ultras del Inter reventaron con violencia y lanzamiento de bengalas al c¨¦sped el partido de los cuartos de final de la Liga de Campeones que enfrentaba a su equipo con el rival local, el Milan.
La polic¨ªa es el verdadero objetivo de los 'ultras', no los grupos de los equipos rivales
El turno de r¨¦plica a unos actos que provocaron la verg¨¹enza ajena y el repudio de la sociedad italiana le dio ayer la voz a Silvio Berlusconi, quien une en su persona los cargos de presidente del Gobierno italiano y propietario del Milan. Despu¨¦s de reunirse con ¨¦l, exhort¨® a Pisanu, seg¨²n el comunicado oficial, a "dedicar un esfuerzo especial a la prevenci¨®n; sin excluir, si fuera necesario, el recurso a medidas m¨¢s dr¨¢sticas".
"Corremos el riesgo de sucesos a¨²n m¨¢s graves y debe ser neutralizado de cualquier manera posible", a?ade la nota de Berlusconi, una promesa de firmeza que corre el riesgo de quedarse en un brindis al sol. Una declaraci¨®n de principios sin continuidad que pronto deber¨¢ quedar anegada por la laxitud del miedo que invade a todos los estamentos del f¨²tbol italiano en su relaci¨®n con los grupos ultras. "Hay un aire de impunidad en los estadios", subraya el secretario de Estado para el Deporte, Mario Pescante.
La federaci¨®n italiana anunci¨® ayer que dar¨¢ potestad a los ¨¢rbitros para suspender cualquier partido en el que se produzca el lanzamiento de objetos. Simult¨¢neamente, su juez deportivo ¨²nico se limit¨® a imponer una multa de 25.000 euros al Lazio despu¨¦s de que las gradas del estadio Ol¨ªmpico de Roma se llenaran el domingo de banderas con esv¨¢sticas y otros s¨ªmbolos nazis para recibir al Livorno, club de conocida y p¨²blica tendencia izquierdista. Mientras miles de hinchas fascistas se apoderaban del recinto y de sus alrededores con absoluta impunidad, la polic¨ªa cargaba con dureza contra los 248 aficionados del Livorno que respondieron saludando con el pu?o en alto y los cercaba en un par de vagones del tren que los deber¨ªa llevar de vuelta a Livorno. Despu¨¦s de nuevos incidentes en una estaci¨®n del recorrido, los ultras livorneses fueron detenidos y pasaron la noche en comisar¨ªa. Finalmente, llegaron a Livorno en varios autobuses fletados por su ¨ªdolo, el goleador Lucarelli.
Estos 248 se sumar¨¢n a otros 200 aficionados del Livorno que pasan en comisar¨ªa las dos horas semanales de los partidos de su equipo, los ¨²nicos ultras de toda Italia a los que se aplica tal medida. Los de los dem¨¢s equipos, de tendencia ultraderechista, gozan de mayor suerte en los tribunales de casaci¨®n, seg¨²n informaba La Repubblica. Es el fracaso de la Daspo, la ley que dispone la prohibici¨®n de entrada a los recintos deportivos a los aficionados condenados o acusados por episodios de violencia. La mec¨¢nica es siempre la misma: la polic¨ªa los lleva hasta el juez, el juez los condena, los condenados recurren utilizando siempre los mismos argumentos (figuran en www.daspo.it) y el juez de apelaci¨®n anula la condena.
Tampoco corre mayor fortuna la aplicaci¨®n de una norma de la federaci¨®n que da poder a los delegados de orden p¨²blico para ordenar la suspensi¨®n del partido si ven pancartas que inciten a la violencia o a la discriminaci¨®n racial. Nunca se ha puesto en pr¨¢ctica. Ni tampoco la obligaci¨®n de hacer pasar a todos los espectadores por arcos detectores de metales. Ni la de que todas las localidades sean de asiento y numeradas. La laxitud del miedo afecta a la UEFA, que legaliza sus anticuados estadios.
En su revista Gnosis, el servicio secreto italiano, el Sisde, despliega trimestralmente grandes informes sobre los graves peligros que acechan a la seguridad del Estado: Bin Laden, el terrorismo isl¨¢mico, Al-Qaeda... Entre medias, en el pen¨²ltimo n¨²mero, la violencia en los estadios. "La dificultad de asumir iniciativas que influyan radicalmente en la evoluci¨®n de la afici¨®n radical hace plausible la eventualidad de que en el futuro sean posibles incidentes que pongan seriamente en peligro la vida de los ciudadanos". ?sta es una de las conclusiones de un informe que ofrece una topograf¨ªa inquietante de los m¨¢s de 300 grupos que mueven semanalmente en los estadios m¨¢s de 60.000 violentos.
Grupos que promueven una violencia planificada y gratuita, muy alejada de la violencia habitual contra el ¨¢rbitro o los rivales, nacida de la frustraci¨®n por la derrota. El enemigo ya no es el grupo ultra rival, sino la polic¨ªa. El objetivo es el enfrentamiento directo con las fuerzas del orden, batalla en la que los ultras contrarios se convierten en cirscunstanciales aliados. Esto es as¨ª desde 1995, desde la muerte de Vincenzo Spagnolo, hincha del G¨¦nova. Una semana despu¨¦s hubo un gran c¨®nclave de ultras del que eman¨® un comunicado antisistema, de lucha. Desde entonces, los polic¨ªas heridos han crecido sin parar. En la Liga 2000-01 fueron 345 y 612 en la siguiente.
La apoteosis del nuevo funcionamiento ultra (grupos en los que han desembarcado los dirigentes de la ultraderecha extraparlamentaria y que, aparte del apoyo de los clubes en que se inscriben, se financian por todos los medios posibles, incluido el tr¨¢fico de drogas, el rapto o el robo), el momento en que mostraron a las claras su poder para condicionar la planificaci¨®n de los clubes, se alcanz¨® en Roma el 21 de marzo de 2004 con motivo de un Lazio-Roma: algunos de ellos divulgaron la falsa noticia de la muerte de un ni?o atropellado por un coche policial y saltaron al c¨¦sped para enga?ar a los jugadores y lograr la suspensi¨®n del partido. Despu¨¦s, aliados contra un enemigo com¨²n, las bandas ultras de ambos conjuntos se enfrentaron a los agentes en los alrededores.
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