?Hijos o trabajo?

Se le vino el mundo encima. Madrile?a, de 31 a?os, se form¨® (ya salen m¨¢s licenciadas que licenciados de las universidades espa?olas) y pas¨® a engrosar ese 39,13% de empleo femenino del segundo trimestre de 2004 (frente al 60,87% masculino). Si la cantidad dista del ideal (la cumbre europea de Lisboa fij¨® una tasa de empleo femenino del 60% para 2010), la calidad tampoco es como para tirar cohetes, resaltan los sindicatos: menor presencia en cargos directivos, m¨¢s contratos temporales y de media jornada, sueldos m¨¢s bajos y menos protecci¨®n social. La v¨ªctima es ella en casi el cien por cien de los acosos.

Cuando Amaya se vio estable en su puesto decidi¨® quedarse embarazada. La amparaba la ley de 1999 de conciliaci¨®n de la vida laboral y familiar de las personas trabajadoras que redact¨® el Gobierno del PP en cumplimiento de una directiva europea. Conciliaci¨®n, la f¨®rmula que ha de lograr que lo profesional no machaque lo privado. O a la inversa. Si las mujeres estrenan horario de 9.00 a 19.00 fuera de casa, ?qui¨¦n se hace cargo de los ni?os, de los ancianos y de los familiares dependientes? Por ahora, esas mismas mujeres, las cuidadoras por excelencia, embarcadas en una agotadora doble jornada o renunciando a alguna faceta de su pluriempleada vida. En 2003, casi todos los permisos fueron de maternidad, y casi todas las excedencias para atender a la prole fueron de ellas. Uno de cada cinco nacimientos en Espa?a acaba con la retirada del mercado de la madre, concluy¨® ese a?o el Informe Randstad sobre calidad de trabajo (elaborado por la escuela de negocios Esade).

"Nos formamos como los hombres, pero encontramos desigualdad laboral. No es extra?o que tengamos menos hijos y m¨¢s tarde", interviene Almudena Fontecha, secretaria para la Igualdad de UGT. Aunque no es necesario ser madre para sufrir discriminaci¨®n: con la posibilidad basta, sentenciaba el Informe Randstad de 2003. El empleador desconf¨ªa y no ofrece posibilidades de promoci¨®n, y si la mujer se reincorpora tras el parto, la desconfianza crecer¨¢ y las opciones de ascenso ser¨¢n a¨²n menores. "S¨®lo con los hijos mayores comenzar¨¢ a recuperar posiciones", establec¨ªa el estudio.

?Por qu¨¦ la conciliaci¨®n sigue vi¨¦ndose como un problema de mujeres y no de toda la sociedad? ?Por qu¨¦ tener hijos frena la carrera de la madre y no la del padre? Fontecha pregunta desde un despacho atestado de papeles. El tel¨¦fono suena. Se ha ido una visita y ya espera otra. La actividad en UGT es fren¨¦tica este 11 de marzo, en plena semana de actos por el D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora. Este a?o, la ruptura de roles y el reparto equitativo de tareas en el hogar vuelve a ser caballo de batalla. Y un argumento de UGT y CC OO contra la "t¨ªmida e incompleta" ley de 1999. Los sindicatos abogan por una "pol¨ªtica integral" que fomente, por ejemplo, que un hombre se involucre y pida una excedencia para cuidar de su beb¨¦ o deje su puesto para llevarlo al pediatra.

Esta "pol¨ªtica integral" requiere dinero. Para comedores escolares, guarder¨ªas, centros de d¨ªa, residencias? As¨ª llegamos al gasto social, la segunda palabra clave de esta particular base de datos. "No podemos hablar de pol¨ªticas de conciliaci¨®n sin apenas gasto p¨²blico para llevarlas a efecto", manifiesta Paloma de Villoto, profesora de econom¨ªa aplicada de la Universidad Complutense de Madrid. En 1980, Espa?a destinaba el 0,7% de su PIB a prestaciones sociales para la atenci¨®n de hijos e hijas; en 1995, el 0,4%; en 2000, el 0,5%. La comparaci¨®n con el referente, Suecia, hace enrojecer: un 3,4% en 2000, y eso despu¨¦s de haber experimentado un retroceso desde su 4,6% de 1993. "Estamos como Suecia en los a?os treinta, con escasez de mano de obra, necesidad del trabajo de la mujer y ca¨ªda de la natalidad; esa situaci¨®n deriv¨® en el modelo n¨®rdico de los setenta, de pol¨ªticas de conciliaci¨®n e igualdad de oportunidades", explica la experta. ?Significa eso que nos quedan 40 a?os para alcanzar a los suecos? Risa socarrona al otro lado del tel¨¦fono: "Esperemos que no".

Para que una pareja espa?ola reciba las mismas prestaciones que una alemana o una inglesa con tres ni?os y sin l¨ªmite de ingresos ha de tener 18 hijos y ganar menos de 7.439 euros al a?o. ?sta era la conclusi¨®n, en 2002, del ?ndice de Empresas Familiarmente Responsables. La misma que segu¨ªa vigente en 2004. Nuria Chinchilla, directora del Centro Internacional de Trabajo y Familia del IESE (Universidad de Navarra) y coordinadora de este an¨¢lisis, que se publica desde hace cuatro a?os, aporta m¨¢s datos en su libro La ambici¨®n femenina. Por ejemplo, que exceptuando ayudas como los 100 euros mensuales por menor de hasta tres a?os para madres que trabajen fuera de casa (medida general del nuevo IRPF), gran parte de los subsidios familiares depende de cada comunidad aut¨®noma. Navarra apoya con 330 euros mensuales desde el segundo hijo (hasta su primer a?o); Catalu?a, con 481 euros anuales desde el primero; el Pa¨ªs Vasco, con 1.100 euros al a?o desde el segundo; Castilla y Le¨®n, con 1.803 euros por el tercero si la renta anual no supera los 36.060 euros? Y luego asoma ese 30% de autonom¨ªas que en mayo de 2003 segu¨ªa sin destinar ayudas directas por descendencia.

Amaya Rodr¨ªguez perdi¨® sus 100 euros al mes cuando dej¨® de ser madre trabajadora fuera de casa. Exigi¨® que su despido fuera declarado nulo, demand¨® a su empresa e inici¨® un camino de dos a?os, una sentencia en contra de un juzgado de lo social, una segunda favorable del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, una readmisi¨®n, muchas presiones y una baja por ansiedad. Ella da la cara por las que hablan off de record pero se niegan a aparecer: la que tom¨® el cheque y se fue; la que se march¨® sin nada; a la que no le renovaron; la que dej¨® un puesto fijo y se hizo aut¨®noma, o mont¨® una cooperativa con sus compa?eros; la que acept¨® el despido estando en reducci¨®n de jornada y disfruta un paro tambi¨¦n reducido; la que ha sido relegada, pero aguanta. Ninguna pens¨® que tendr¨ªa que renunciar a su carrera al quedarse embarazada (una decisi¨®n leg¨ªtima cuando se toma libremente). Simplemente comprobaron que no encajaban en horarios y estructuras poco flexibles.

S¨¢bado, 5 de marzo. Nuria Chinchilla ha viajado de Barcelona a Madrid para dar una conferencia. Doctora en econom¨ªa y licenciada en derecho, aborda la conciliaci¨®n desde una perspectiva empresarial. "La retenci¨®n de talento femenino es una prioridad, y hacer compatible trabajo y familia, una estrategia de empleo", expone. Sin embargo, y seg¨²n el ?ndice de Empresas Familiarmente Responsables de 2004, s¨®lo dos de cada 10 encuestadas (de una muestra de 234) ayudan a sus empleados a conciliar esos dos aspectos de sus vidas. Para la economista, la jornada laboral espa?ola peca de r¨ªgida y de larga. Lo que no es igual a m¨¢s productiva: "Es menos productivo un hombre que se pasa el d¨ªa en su puesto, pero pierde el tiempo con Internet o en la cafeter¨ªa, que una mujer que trabaja eficientemente y se va a su hora, con su familia".

Familia es una palabra que a Chinchilla no se le cae de la boca. En su glosario aparece tambi¨¦n el concepto de mujer madre, definida como dadora de riqueza a su entorno laboral: mayor empat¨ªa; capacidad de escuchar, de organizar y de delegar. "No se trata de que asciendan a puestos de responsabilidad mujeres que mimetizan al var¨®n", matiza. Por ¨²ltimo, utiliza flexibilidad como equivalente no de precariedad, sino de adecuaci¨®n de una empresa sensible a las personas que la integran.

Como Danone, ejemplo en el Informe Randstad de 2003. O El Pozo, el Santander Central Hispano o Mercadona, con guarder¨ªas en sus centros. Esta ¨²ltima ofrece por su cuenta un quinto mes de baja maternal. La gu¨ªa de buenas pr¨¢cticas de la empresa flexible, realizada por el IESE y editada por la Comunidad de Madrid en 2004, recog¨ªa los modelos a seguir de IBM, Caja Madrid, Procter & Gamble, Nestl¨¦, Uni¨®n Fenosa, La Caixa, Novartis?

Suelen ser grandes negocios, muy visibles, en territorios tradicionalmente masculinos donde la presencia de trabajadoras empieza a ser significativa. En sectores feminizados, como el manipulado o la limpieza, la conciliaci¨®n suena poco menos que a chino, acotan desde UGT. Y se?alan desde el IESE que tampoco resulta tan f¨¢cil en la peque?a y mediana empresa (pyme), que supone el 95% del tejido empresarial en Espa?a.

Pero existen ejemplos a seguir: la aseguradora Coface fue nombrada empresa flexible 2004, en la categor¨ªa de pymes, por su sistema de horarios adaptables. Dicen desde su confederaci¨®n estatal, Cepyme, que una plantilla reducida plantea ventajas a la hora de responder a necesidades concretas. A?aden que la empresa es un elemento m¨¢s en el conjunto de la sociedad, que evoluciona en positivo a la vez que ella. Y que no hay irregularidades alarmantes en este cap¨ªtulo, seg¨²n sus datos. ?Qu¨¦ datos? "No, estad¨ªsticas no tenemos", confiesan.

En este asunto, quien m¨¢s y quien menos toca de o¨ªdo. No existen cifras de madres discriminadas laboralmente para cotejar el vaso medio lleno que defiende Cepyme o el medio vac¨ªo que sostienen los sindicatos. Primero, porque ning¨²n empresario es tan ingenuo como para basar un despido en un embarazo, y menos para dejarlo por escrito, el chollo de cualquier laboralista. Segundo, porque son situaciones que no suelen denunciarse, y buena parte de las que s¨ª pasan por el juzgado acaban en cheque antes de que el juez descargue el martillo. De ¨¦sas ha vivido unas cuantas Carlos Iglesias, abogado de Amaya. "La empresa espa?ola es machista", asegura dentro de su impecable traje oscuro, con corbata a juego, en un despacho del exclusivo barrio madrile?o de Chamber¨ª. Se meti¨® a defensor de los derechos laborales femeninos cuando a su mujer le toc¨® la china en 2002. Desde entonces ha llevado unos seis o siete casos con embarazadas y lactantes de por medio. Recuerda el de una extranjera contratada en una escuela municipal, que acab¨® en acuerdo. Y otro proceso reci¨¦n iniciado que le "hierve la sangre": el de una madrile?a, con dos hijos peque?os, en media jornada y obligada por su empresa a trasladarse a Navarra.

"Las mujeres cada vez se informan m¨¢s de sus derechos", meten baza desde el proyecto Artemisa, de UGT, en marcha desde hace dos a?os con un servicio de consultas jur¨ªdicas. Un 56% de las computadas en 2004 iban de conciliaci¨®n o de maternidad. Quienes denuncian se encuentran con que "los jueces son cada vez m¨¢s sensibles", en palabras de Laura Toribio, abogada del gabinete jur¨ªdico de UGT-Catalu?a. Existe jurisprudencia del Tribunal Supremo, del Constitucional y del de las Comunidades Europeas sobre embarazo o lactancia. Ellas cuentan adem¨¢s con los fondos de la UE, inyectados, entre otros muchos, en el Proyecto ?ptima (que gestiona el Instituto de la Mujer desde 1996), en la iniciativa comunitaria Equal (coordinada por el Ministerio de Asuntos Sociales) o en el programa Redes (con aportaciones del Ayuntamiento de Sevilla y el Ministerio de Administraciones P¨²blicas). Tambi¨¦n respalda el Gobierno socialista y sus 53 medidas para la igualdad. Esta declaraci¨®n de principios, tachada de humo por el PP, apenas entra en terreno laboral porque traslada la cuesti¨®n a la negociaci¨®n colectiva. La predisposici¨®n de la patronal parece buena. Comisiones Obreras exige que, como m¨ªnimo, los convenios cumplan lo establecido en la ley de conciliaci¨®n de 1999. Y que dejen de relacionar s¨®lo con la mujer derechos que traspasan lo biol¨®gico y entran en el campo del cuidado y de las responsabilidades familiares.

La situaci¨®n mejora. Al menos, a esta conclusi¨®n llega quien tiene fe en la evoluci¨®n de la empresa y quien conf¨ªa mejor en un buen convenio. Quien habla de personas y quien carga las tintas sobre la familia. Quien alerta del efecto bumer¨¢n de blindar demasiado a la trabajadora y que el empresario no quiera contratarla. Quien defiende la flexibilidad y quien la mira reticente si se aplica s¨®lo a la mujer y no ayuda a desmontar estructuras patriarcales. Los distintos planteamientos ideol¨®gicos pulsados para este reportaje encuentran zonas comunes: la incorporaci¨®n de la mujer al mundo laboral es imparable, pero requiere un cambio de mentalidad en la empresa, en las administraciones, en las leyes, en los hombres, en la sociedad. Es cuesti¨®n de tiempo.

Hablando de tiempo: en junio, Amaya, embarazada de siete meses, dar¨¢ luz a su segundo hijo, Aitor. O mucho cambian las cosas, o no habr¨¢ un tercero.