Los ni?os de Leningrado
La Embajada rusa condecora a espa?oles veteranos del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico
"Estuve en el cerco de Leningrado trabajando de enfermera, pero hac¨ªamos de todo para defender la ciudad; tambi¨¦n cavamos trincheras. Ten¨ªa 16 a?os. Luego nos evacuaron. Fuimos andando hasta el C¨¢ucaso, caminando descalzos, durmiendo en el bosque. El Ej¨¦rcito sovi¨¦tico iba delante, abriendo camino, y detr¨¢s ven¨ªan persigui¨¦ndonos los alemanes. Dos chicas, Purita y Conchita, perdieron las piernas al ser atropelladas por un tren. Hubo mucho, mucho sufrimiento", recuerda Carmen Mar¨®n Fern¨¢ndez, ni?a de la guerra nacida en Vizcaya hace 83 a?os y condecorada ayer, junto con otro pu?ado de espa?oles, por la Embajada rusa en Madrid con motivo, el mes que viene, del 60? aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria de 1941-1945.
Un asturiano recuerda que tuvo que falsificar la edad en el pasaporte para poder alistarse
"Estuve en el cerco de Leningrado trabajando de enfermera, pero hac¨ªamos de todo para defender la ciudad; tambi¨¦n cavamos trincheras. Ten¨ªa 16 a?os. Luego nos evacuaron. Fuimos andando hasta el C¨¢ucaso, caminando descalzos, durmiendo en el bosque. El Ej¨¦rcito sovi¨¦tico iba delante, abriendo camino, y detr¨¢s ven¨ªan persigui¨¦ndonos los alemanes. Dos chicas, Purita y Conchita, perdieron las piernas al ser atropelladas por un tren. Hubo mucho, mucho sufrimiento", recuerda Carmen Mar¨®n Fern¨¢ndez, ni?a de la guerra nacida en Vizcaya hace 83 a?os y condecorada ayer, junto con otro pu?ado de espa?oles, por la Embajada rusa en Madrid con motivo, el mes que viene, del 60? aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria de 1941-1945.
Los veteranos espa?oles no s¨®lo comparten el dolor y el coraje de aquellos a?os terribles, sino una sobriedad y una modestia nada frecuente en los tiempos que corren. Ram¨®n Moreira sali¨® de Asturias, recuerda perfectamente, "el 21 de septiembre de 1937" siendo un ni?o, y entr¨® en combate en julio de 1941, tambi¨¦n en el frente de Leningrado, con 17 a?os. "Me apunt¨¦ voluntario. ?ramos unos 115 espa?oles y murieron al menos cien. Estuve en el frente hasta septiembre, cuando ca¨ª enfermo de los pulmones. Estuve dos meses en el hospital y luego ya no me dejaron volver". Moreira hace un alto y dice: "No fui un h¨¦roe. No meta mucho, no me gusta". Unos 700 espa?oles combatieron en el Ej¨¦rcito Rojo, de los cuales unos ochenta a¨²n viven.
Celestino Fern¨¢ndez-Miranda Tu?¨®n, asturiano, ingres¨® con 16 a?os en la Divisi¨®n de Voluntarios del Pueblo de Leningrado. A¨²n luce en la solapa una medalla que lo acredita. "Falsifiqu¨¦ la fecha de nacimiento de mi pasaporte para poder alistarme. Lo hicimos muchos ni?os espa?oles. Quer¨ªamos emular a los milicianos de nuestra guerra", dice, mientras la sala de la embajada donde se ha celebrado la ceremonia se va llenando de historias.
La prensa espera relatos espectaculares, pero son los m¨¢s simples los m¨¢s emotivos: "Viv¨ªa en Mieres cuando un d¨ªa, ten¨ªa yo entonces 12 a?os, lleg¨® mi hermano del frente y me pregunt¨®: '?Qu¨¦ haces aqu¨ª todav¨ªa? Te tienes que ir a Rusia'. Me dijo que era para 15 d¨ªas y estuve 55 a?os. Nunca volv¨ª a ver a mi hermano. Muri¨® en Francia", recuerda Luis Fern¨¢ndez ?lvarez. "Cuando en el cerco de Leningrado no hab¨ªa nada que comer, ten¨ªamos las enc¨ªas hinchadas, te levantabas del retrete y te desmayabas", cuenta Ermelina Llana, asturiana tambi¨¦n, de 82 a?os.
Ambos participaron en la defensa de la hoy llamada de nuevo San Petersburgo, encuadrados en brigadas de ni?os reparando aer¨®dromos, curando heridos o enterrando muertos. "Recog¨ªamos a los ancianos que se mor¨ªan en las calles, los sac¨¢bamos en trineos y los enterr¨¢bamos muy profundo en la nieve para evitar las epidemias", recuerda Fern¨¢ndez ?lvarez. "No comprend¨ªamos lo que est¨¢bamos haciendo. Era simplemente lo que ten¨ªamos que hacer. S¨®lo nos dimos cuenta de lo que hab¨ªamos pasado despu¨¦s de la guerra".
Los ni?os espa?oles fueron evacuados de Leningrado en 1943. La mayor¨ªa de ellos iniciaron un viaje hacia el sur entre extraordinarias dificultades y peligros que les llevar¨ªan, tras dos meses y medio de odisea, hasta el C¨¢ucaso. All¨ª, al poco de acabar la Segunda Guerra Mundial, Carmen Mar¨®n encontr¨® a su marido, Benito Gonz¨¢lez Munis, otro ni?o de la guerra que ayer luc¨ªa con discreto orgullo varias medallas concedidas, seg¨²n explic¨® sin querer entrar en detalles, "al trabajo".
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