La sacudida de la duraci¨®n

"La sacudida de la duraci¨®n, / ella, por s¨ª sola, entona ya un poema". En estos versos de su libro Poema a la duraci¨®n, el austriaco Peter Handke expres¨®, quiz¨¢, el sentido ¨²ltimo de la poes¨ªa. En El mar de ¨¢nforas, C¨¦sar Antonio Molina construye una constelaci¨®n de sacudidas de la duraci¨®n, de fragmentos de vida redescubierta, de apelaciones a la perduraci¨®n, a trav¨¦s del lenguaje, de un sujeto po¨¦tico que se sabe mortal: "lo fugaz / que permanece / siempre / en las pupilas". Las ¨¢nforas que duermen en el mar contienen tiempo. Aunque s¨®lo contengan agua. El significado es el ¨¢nfora en s¨ª, su corporeidad de barro o de metal, lo que configur¨® el oficio de un ser humano que ha muerto y de cuyo paso por el mundo ese recipiente es el ¨²nico vestigio. Eso es, en esencia, el lenguaje po¨¦tico. Por ello, en este libro hay memoria ("cosas de la historia // cosas de la infancia"), hay amor, hay muerte ("y morir as¨ª // de muerte seca"), hay huellas de la pintura ("naturalezas muertas / que se vuelven vivas") y hay una desecaci¨®n de la experiencia, una depuraci¨®n extrema de la percepci¨®n del mundo, visible y no visible. Y hay un sustrato nihilista en el que, no obstante, se advierte un l¨ªmite: la confianza ciega en el valor del idioma como v¨ªa de indagaci¨®n (y salvaci¨®n) en el ser frente a la muerte.

En sus poemas, delgados, de verso corto, se advierte una voluntad decidida de aislar cada expresi¨®n, de convertirla en unidad aut¨®noma. De ah¨ª que la mayor¨ªa de los versos se compongan de una o dos palabras y que el lector tenga la sensaci¨®n de asistir a una ceremonia en virtud de la cual cada uno de ellos, le¨ªdo/contemplado entre los silencios que establece el doble espacio dominante a lo largo del libro, cobra la calidad de un poema. Aut¨®nomo (no independiente), con vida propia al margen de los versos que lo acompa?an, con sentido en s¨ª mismo aunque otros sentidos lo iluminen cuando es relacionado con el resto. El ritmo, sincopado, muy musical, nos proyecta hacia una nueva dimensi¨®n del lenguaje y, por ello, de lo real.

C¨¦sar Antonio Molina da un

paso m¨¢s en su evoluci¨®n -en su ahondamiento- desde sus or¨ªgenes culturalistas de ra¨ªz cl¨¢sica (en cierto modo paralelos al primer momento nov¨ªsimo a finales de los sesenta) hac¨ªa una poes¨ªa desnuda, esencialista, metaf¨ªsica y no por ello desvinculada de las grandes inc¨®gnitas de la existencia humana (l¨¦ase a este respecto el poema zumbido especular). Una apuesta l¨ªrica que evidencia una relectura del Juan Ram¨®n posterior a Piedra y cielo y que, como toda opci¨®n que contesta al realismo, presenta riesgos no desde?ables, entre ellos el del hermetismo. Sin embargo, los ha conjurado con inteligencia e intuici¨®n, avanzando, en cada poema, por el filo donde lo visible y lo oscuro se interrelacionan, hacen de las palabras fuentes de emoci¨®n (y no s¨®lo est¨¦tica): "ruinas / juncales / amapolas / setos / secos / las colinas / cosas de la infancia". En el mar de ¨¢nforas est¨¢, tambi¨¦n, la vida. Porque no otra cosa nos ofrece el lenguaje cuando el poeta descubre en ¨¦l nuevos, y no siempre racionales, sentidos.