"El silencio es el ruido del tiempo"
C¨¦sar Antonio Molina (A Coru?a, 1952) es director del Instituto Cervantes y trabaj¨® durante a?os como periodista, pero se declara "escritor furtivo". Acaba de publicar un libro de poemas, En el mar de ¨¢nforas, y en junio aparecer¨¢ En honor de Hermes (Huerga & Fierro), la recopilaci¨®n de sus escritos sobre poes¨ªa. En oto?o, un volumen de relatos y la tercera entrega de sus "memorias de ficci¨®n".
PREGUNTA. Su poes¨ªa es ahora mucho m¨¢s despojada que cuando public¨® su primer libro hace 30 a?os. ?El ¨²ltimo paso es el silencio?
RESPUESTA. No creo, aunque la propia vida va camino del silencio, camino de lo desconocido. Y una de las pocas im¨¢genes que tenemos de lo desconocido es el silencio, que es, por cierto, muy ruidoso. Crea sonidos imperceptibles. El silencio es el ruido que hace el tiempo. En ese devenir, uno va evolucionando y buscando las palabras esenciales, las fundamentales.
P. ?Se pierde inter¨¦s por las grandes met¨¢foras?
R. Uno busca las palabras justas y prescinde de una gram¨¢tica cotidiana y de un l¨¦xico cotidiano. Igual que la vida: uno va prescindiendo de montones de cosas. Yo no creo que este momento sea el final, sino un paso m¨¢s hacia la poes¨ªa que siempre me ha interesado: la de pensamiento, de reflexi¨®n filos¨®fica, la que proviene del or¨¢culo, de esa ¨²ltima palabra que todos buscamos y que no conocemos.
P. El fil¨®sofo piensa, pero el poeta vela, dice uno de sus versos. C¨®mo se acerca la poes¨ªa a la filosof¨ªa sin dejar de velar, sin caer en el puro concepto.
R. Poes¨ªa y filosof¨ªa son una misma cosa, nacieron de un mismo origen, de la palabra como expresi¨®n de lo desconocido, del misterio. Pero llega un momento en que la filosof¨ªa trata de dar respuestas mientras que la poes¨ªa sigue haciendo preguntas.
P. ?Las palabras son un cauce o un l¨ªmite?
R. Pueden ser un l¨ªmite. La poes¨ªa es algo para o¨ªr, pero tambi¨¦n para ver. Por eso en este libro tiene mucha importancia el espacio dentro de la p¨¢gina. Necesit¨¦ suspender la puntuaci¨®n y las may¨²sculas. Que todas las palabras valiesen lo mismo y que el l¨ªmite que ellas imponen fuera superado por la visi¨®n del lector. Una de las batallas de la poes¨ªa es tratar de superar ese l¨ªmite, porque, al fin y al cabo, son un acuerdo para llamar a los objetos de una manera determinada. Aunque a veces esas palabras no son suficientes.
P. ?De ah¨ª t¨¦rminos como "inesperanza" o "desmorir"?
R. El poeta es un constructor de palabras. A veces no bastan. El concepto que quiere decir no se corresponde con la palabra que existe. O trata de contradecir esa palabra y buscar otro simbolismo a trav¨¦s de ella. Nadie tiene los derechos de autor del lenguaje.
P. Uno de sus ensayos m¨¢s pol¨¦micos hablaba de la inutilidad de la poes¨ªa, ?cu¨¢l ser¨ªa hoy su funci¨®n?
R. Estamos en un mundo muy conformista en el que la gente entrega parte de su libertad por una falsa felicidad, por una falsa ausencia de dolor, de reflexi¨®n. El poeta debe salvaguardar ese espacio que tienen todas las personas para reflexionar sobre ellas mismas. Todo el mundo, para sentirse vivo, tiene que meditar sobre s¨ª mismo. Eso es doloroso porque significa reconocer que no sabemos nada y que el dolor nos va a llegar. La poes¨ªa ayuda a reconocer que no es algo ajeno sino que forma parte de nosotros. Tiene que salvaguardar esos espacios de silencio en los que pensar frente a un mundo que avasalla con millones de im¨¢genes, sonidos y palabras. La poes¨ªa, como la m¨²sica, deja a la persona a solas consigo misma.
P. ?Esa ser¨ªa su utilidad?
R. En un mundo utilitarista, la poes¨ªa no tiene relevancia, es gratuita, no est¨¢ en el mercado ni siquiera en la industria editorial, afortunadamente. Mantiene el mismo fin que hace cientos de siglos: buscar la esencia del hombre. Y su inquietud por saber. La poes¨ªa ayuda a clamar el dolor que produce el saberse mortal. No lo hace desaparecer, pero lo mitiga. Es un b¨¢lsamo.
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