?lbum de fotos
Ahora que todo el mundo cita El Quijote sin haberlo le¨ªdo, yo no iba a quedarme atr¨¢s. A Don Quijote le ocurre, a veces, que la que ¨¦l toma por realidad no coincide con la que percibe el resto de la gente, lo que le lleva a concluir, puesto que los dem¨¢s aseguran que las cosas son como ellos dicen, que andan detr¨¢s de ¨¦l unos magos que se la mudan para estorbarle las haza?as y desbaratarle la gloria que pudiera obtener con ellas. Una de las muchas veces que eso ocurre es en el episodio del Retablo de las Maravillas, cuando Don Quijote ve moros encarnizados donde s¨®lo hay t¨ªteres, y arremete contra ellos para desolaci¨®n de maese Pedro, que ve arruinado su negocio. Pero no se trata aqu¨ª de levantar acta de titiriteros y marionetas, y ni siquiera de la falta de gloria que se sigue de los enga?os, sino del arte de la ilusi¨®n: "Ahora acaba de creer lo que muchas veces he cre¨ªdo: que estos encantadores que me persiguen no hacen sino ponerme las figuras como ellas son delante de los ojos, y luego me las mudan y truecan en las que ellos quieren". Pues bien, da la impresi¨®n de que con las dos famosas fotos que marcaron la semana pol¨ªtica pasada ocurre lo mismo. Los encantadores de turno las han puesto ah¨ª para que parezcan una cosa cuando en realidad son otra y dejar al personal a dos velas o, mejor dicho, a oscuras.
Cuando Ibarretxe se reuni¨® con Otegi estaba vendiendo en realidad humo, porque Otegi no se apea de las posiciones que ¨¦l y los suyos llevan manteniendo desde hace d¨¦cadas: autodeterminaci¨®n y territorialidad. Es decir, que Otegi y su banda est¨¢n dispuestos a negociar con quien sea, y ah¨ª no tienen reparo en apelar a toda clase de mesas, mesillas y taburetes sin exclusi¨®n de ninguna de las patas, digo de las partes -o as¨ª lo juran desde Anoeta-, siempre y cuando los dem¨¢s acepten ¨ªntegras sus posturas de autodeterminaci¨®n y territorialidad, o sea la independencia de una Euskadi con sus siete territorios. Pero, ?qu¨¦ estaba escenificando Ibarretxe con la foto de Otegi en Ajuria Enea? La mentira, lisa y llanamente. Porque desde los sombreros de Ibarretxe y sus ilusionistas siempre se saca, a modo de conjuro, el conejo de que una cosa es hablar y otra cerrar acuerdos, que juran imposibles mientras los de Otegi (y sus m¨²ltiples parus¨ªas) no condenen la violencia. Pero lo que en realidad se persigue es que la foto de los encuentros cree la ilusi¨®n de la normalizaci¨®n; es decir, que prevalezca en la retina una situaci¨®n de normalidad como si ya se hubiese producido la famosa condena, al mismo tiempo que se banaliza el hecho de que Otegi -y alguna de sus reencarnaciones- est¨¢ ilegalizado por ser la misma cosa que ETA.
Respecto a la segunda foto cabr¨ªa hablar mejor de c¨¢mara oscura por la oscuridad que ha rodeado al motivo (y al qu¨¦ y a las consecuencias). S¨®lo sabemos que entramos en una ¨¦poca nueva y se nos obliga a aceptarlo por fe, como tuvieron que hacer los jud¨ªos con Mois¨¦s, pese a lo que ha llovido desde entonces. ?nicamente nos es permitido saber que la Tierra de Promisi¨®n va estar hecha de m¨¢s autogobierno y paz. Y eso suena a cosa de encantamiento, porque para aumentar el autogobierno habr¨¢ que pisar terrenos m¨¢s propios del plan Ibarretxe que de algo parecido al Estatuto que hay y que no puede dar m¨¢s -no al menos de lo que podr¨ªa contentar al lehendakari en funciones-, por lo que no se ve que, pese a que no haya salido en la foto, el plan est¨¦ desaparecido. Por otra parte, hablar de paz ya es ponerse en el lugar de los que creen que hay una guerra, cuando s¨®lo hay una banda de asesinos en activo. La ¨²nica novedad ah¨ª radicar¨ªa en situar en otro plano la derrota policial y en excluir de la ecuaci¨®n instrumentos que hasta ahora parec¨ªan haber funcionado, como la ley de Partidos y el Pacto Antiterrorista. Ya le dijo Don Quijote a Sancho cuando ¨¦ste le anunci¨® que hab¨ªa visto a Dulcinea: "Mira, no me enga?es, ni quieras con falsas alegr¨ªas alegrar mis verdaderas tristezas". Pero a lo mejor era otra foto.
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