"Cada elemento organizado de la sociedad alemana, por pac¨ªfico que pareciese, particip¨® en el Holocausto"
Cuando volvi¨® de Alemania en 1948, despu¨¦s de servir como soldado estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, Raul Hilberg, un jud¨ªo vien¨¦s refugiado en Estados Unidos, decidi¨® abandonar sus estudios de qu¨ªmica para dedicarse a intentar comprender c¨®mo fue posible el Holocausto. En 1961 public¨® La destrucci¨®n de los jud¨ªos europeos, que muchos expertos consideran la obra de referencia m¨¢s completa sobre la Shoah. Desde entonces no ha parado de corregir y aportar datos nuevos a esta monumental investigaci¨®n, que acaba de publicar en castellano por primera vez la editorial Akal, cuando se han cumplido los 60 a?os del final de la II Guerra Mundial. A sus 79 a?os, Raul Hilberg, que visit¨® Espa?a para la presentaci¨®n de su libro, responde con un torrente de datos a casi todas las preguntas, menos una: ?ha encontrado alguna vez un porqu¨¦ al Holocausto? "No", asegura. "Toda mi investigaci¨®n se basa en encontrar el c¨®mo, no el porqu¨¦", agrega Hilberg, quien se?ala que es una pregunta que tambi¨¦n le hizo el cineasta franc¨¦s Claude Lanzmann. La investigaci¨®n de este profesor em¨¦rito de la Universidad de Vermont tuvo una influencia muy importante en el gran filme de Lanzmann, Shoah.
"Se pagaba por cada deportado, pero s¨®lo la tarifa de ida, la mitad del billete si eran ni?os"
Hilberg ha pasado casi toda su vida sumergido en lo que William Styron, el autor de La decisi¨®n de Sophie, llam¨® el "momento m¨¢s negro de la humanidad"; incluso como miembro del Ej¨¦rcito de Estados Unidos destinado, justo al final de la guerra, en la antigua sede del Partido Nazi en M¨²nich descubri¨® unas cajas de madera que conten¨ªan una parte de la biblioteca privada de Hitler. Cree que su investigaci¨®n, como cualquier trabajo hist¨®rico, no estar¨¢ nunca totalmente terminada, aunque ¨¦l ya ha decidido jubilarse. Pero asegura que el papel que ¨¦l, y casi todos los investigadores del Holocausto, est¨¢n buscando desde el final de la II Guerra Mundial no existe. "Hitler no firm¨® ning¨²n papel. Dio ¨®rdenes orales. Eso es algo que pasa en muchos gobiernos. En Estados Unidos, que es una democracia y un pa¨ªs libre, un oficial recibi¨® la orden de lanzar la bomba at¨®mica sobre Hiroshima de forma verbal y dijo: 'General, si me va a dar una orden como ¨¦sta, tendr¨¢ que ser por escrito", asegura Hilberg, que a veces parece tener en la cabeza todos los datos contenidos en las casi 1.500 p¨¢ginas de La destrucci¨®n
...
PREGUNTA. Una de las cosas m¨¢s impresionantes de Auschwitz es que fueron trasladados hasta all¨ª para ser exterminados jud¨ªos de todo Europa, desde Noruega hasta Grecia. ?No demuestra eso una organizaci¨®n impresionante y terror¨ªfica?
RESPUESTA. Fuera de la URSS o de Polonia no se produjeron asesinatos masivos al aire libre, no se asesinaba a los jud¨ªos y se tiraban sus cad¨¢veres al Rin. Hab¨ªa que llev¨¢rselos y que nadie supiese d¨®nde iban o lo que pasaba con ellos. Quiz¨¢ son los ferrocarriles los que mejor pueden explicar la historia. Me cost¨® muchos a?os encontrar documentos sobre los ferrocarriles, pero finalmente hall¨¦ los archivos sobre la construcci¨®n de Auschwitz en Mosc¨². La famosa l¨ªnea f¨¦rrea que pasa por debajo de la llamada Puerta del Martirio hasta las c¨¢maras de gas no entr¨® en funcionamiento hasta abril de 1944, fecha a partir de la que fueron exterminadas el 60% de las personas asesinadas all¨ª. Es fascinante la correspondencia entre los SS y los responsables del ferrocarril, ah¨ª est¨¢ todo. Los SS no pod¨ªan presionar a los ferrocarriles, que ten¨ªan un enorme poder, ya que el esfuerzo b¨¦lico depend¨ªa de ellos y eran quienes decid¨ªan las prioridades. Los SS exigieron la construcci¨®n de esa l¨ªnea hasta las c¨¢maras de gas y entonces los ferrocarriles dijeron que de acuerdo, pero que deb¨ªa ser pagada por las SS porque se trataba de una l¨ªnea privada, un argumento que utilizaron acogi¨¦ndose a una ley de Baviera. Era el tipo de correspondencia que descubr¨ª y es la forma de comprender la mentalidad de esa gente. Se pagaba por cada deportado, pero s¨®lo la tarifa de ida, la mitad de la tarifa si eran ni?os o una tarifa de excursi¨®n si eran m¨¢s de 500... Puede parecer muy extra?o, pero es la forma en que se hizo. Ellos intentaban te?irlo todo de normalidad, como si hablasen de la organizaci¨®n de unas vacaciones, no del exterminio masivo de seres humanos.
P. Una de las innovaciones, quiz¨¢ la principal, que ofreci¨® su libro es que demuestra que todo el aparato del Estado nazi particip¨®, de una forma u otra, en el asesinato de seis millones de personas.
R. No digo que cada alem¨¢n, pero s¨ª que cada ministerio, cada elemento organizado de la sociedad, no importa lo pac¨ªfico que pareciese, tuvo su papel. A veces parec¨ªa que no era muy importante: hab¨ªa pastores que ten¨ªan abuelos jud¨ªos, ?los echaban de la Iglesia o los manten¨ªan? Ese debate exist¨ªa. Qu¨¦ se hac¨ªa con gente que aparec¨ªa en misa con la estrella amarilla, porque eran conversos. Se decidi¨® que los jud¨ªos no tuviesen tel¨¦fonos, cuando el tel¨¦fono era el medio m¨¢s eficaz para prevenir ante la llegada de la polic¨ªa; eso ocurri¨® en Francia, en Clermont-Ferrand, donde cientos de personas fueron avisadas de que iba a producirse una gran redada. Retirar los tel¨¦fonos es un trabajo de telecomunicaciones. Y los ferrocarriles: habl¨¦ con un ferroviario en M¨²nich en los a?os sesenta y me reconoci¨®, con brutal honestidad, que hab¨ªa estado en Auschwitz, que hab¨ªa conducido trenes con deportados. Y estaba el Ministerio de Econom¨ªa, que se ocupaba de los bienes robados. Y la lista sigue. Cuando investigo, mire donde mire, cualquier organizaci¨®n ten¨ªa un papel. No hab¨ªa una agencia dedicada exclusivamente al exterminio.
P. ?Cu¨¢ntas personas participaron directamente en los asesinatos?
R. Tambi¨¦n participaron directamente los que conduc¨ªan las locomotoras, los que saqueaban propiedades, pero si me pregunta por los asesinos, por los actos letales, sin duda decenas de miles. Pero el problema es que la mayor¨ªa no eran alemanes, el trabajo sucio era realizado por ucranios, lituanos...
P. Elie Wiesel, superviviente de la Shoah y premio Nobel de la Paz, asegur¨® una vez que nunca perdonar¨¢ a los aliados que no bombardeasen la l¨ªnea f¨¦rrea que conduc¨ªa a Auschwitz. ?Qu¨¦ sab¨ªan los aliados del Holocausto? ?Qu¨¦ posibilidades ten¨ªan de frenarlo con bombardeos a¨¦reos?
R. Es una cuesti¨®n sobre la que he reflexionado mucho y sobre la que he buscado todos los documentos posibles, sobre todo en Auschwitz. No exist¨ªa el bombardeo de precisi¨®n, la estrategia era enviar 500 o 1.000 aviones sobre una ciudad con el objetivo de destruir la moral: llegaban a su objetivo y soltaban todo lo que ten¨ªan sobre cualquier cosa que hubiese debajo. ?Era posible bombardear las c¨¢maras de gas de Auschwitz? Llegaron a bombardear la parte del campo donde se realizaba la producci¨®n industrial. Los informes desde tierra se?alaban que las bombas hab¨ªan hecho poco da?o y que las m¨¢quinas segu¨ªan funcionando. Los da?os en las l¨ªneas de ferrocarril fueron restaurados en horas, no en d¨ªas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.