Vibra el Bar?a
La afici¨®n azulgrana se echa a la calle para festejar un t¨ªtulo que expresa el cambio experimentado en el club
Vibra el Barcelona, un club sentimental por naturaleza, referente inequ¨ªvoco de un pa¨ªs, motor de emociones en una Catalu?a a la que le cuesta hacerse entender en Espa?a, todav¨ªa partida por la mitad en muchos asuntos, y sobre todo en el f¨²tbol. El reencuentro con el bipartidismo ha acentuado precisamente el ¨¦xito azulgrana por cuanto significa de afirmaci¨®n propia y negaci¨®n del m¨¢ximo rival. La hinchada barcelonista ha tomado de nuevo la calle como en los mejores tiempos porque llevaba seis a?os sin pintar nada.
Abrumado por el Madrid y ninguneado igualmente por el Deportivo y el Valencia, el Bar?a se desorient¨® hasta el punto que consumi¨® tantos entrenadores como presidentes. Enferm¨® la entidad de mala manera y no hab¨ªa equipo capaz de echar ra¨ªces en un Camp Nou envenenado. Hasta Riquelme se convirti¨® en prescindible, m¨¢s que nada porque su melancol¨ªa resultaba contagiosa en un club que qued¨® retratado en una cabeza de cerdo, expresi¨®n del cabreo por el desgobierno al que le llev¨® la salida de N¨²?ez, la llegada de Gaspart y la maldici¨®n que le ech¨® Cruyff por despido improcedente.
La euforia que vive ahora el barcelonismo, desmesurada desde el punto de vista del adversario m¨¢s razonable, es explicable por el desconsuelo vivido antes de las ¨²ltimas elecciones presidenciales. El triunfo por mayor¨ªa absoluta de Laporta en verano de 2003 marc¨® un punto de inflexi¨®n decisivo en la instituci¨®n azulgrana. El socio pidi¨® un cambio radical, y el Barcelona de hoy poca cosa tiene que ver con el de ayer sin que a¨²n se sepa qu¨¦ le aguarda ma?ana.
No hay dudas respecto al equipo. Ha venido jugando con tanta determinaci¨®n como clase. Rijkaard encontr¨® la tecla cuando apareci¨® Davids y desde entonces la m¨¢quina funciona mejor incluso que con el pit bull holand¨¦s. M¨¦rito del entrenador y tambi¨¦n de Ronaldinho, que ha sabido delegar de manera desconocida en el mejor jugador del mundo, distinci¨®n que ha tenido a bien recordar en los partidos de mayor enjundia.
Los futbolistas no s¨®lo han aguantado sin pesta?ear el apret¨®n del Madrid sino que no se han dado por enterados del foll¨®n que se ha armado en la directiva. Tal ha sido la actividad y peculiaridad de la junta que su mayor opositor ha salido del propio consejo. Las cuitas entre Laporta y el vicepresidente Sandro Rosell se han avivado desde que el presidente tom¨® partido por el vicepresidente econ¨®mico, Ferran Soriano. Uno y otro han perdido complicidad y a d¨ªa de hoy ni se tienen confianza ni se llevan, ni bien ni mal, para disgusto de la afici¨®n, que est¨¢ en ascuas, preocupada por saber c¨®mo se gestionar¨¢ el ¨¦xito, despu¨¦s de habar guardado silencio para no molestar al equipo.
A Rosell le avala la capitalizaci¨®n deportiva y a Laporta, su liderazgo, muy necesario por otra parte para revitalizar a un club que estaba deprimido. La buena salud que transmite el presidente es contagiosa, y al grito de Que n? aprenguin [Que aprendan], el Barcelona ha perdido el miedo a equivocarse, al que dir¨¢n, a lo que puede pasar. Ocurre, sin embargo, que Laporta ha sido tan valiente, ha tenido tics tan autoritarios y su presidencialismo ha sido tan exhibicionista que ha avalado el papel de Rosell, representante de los barcelonistas que piensan que a la directiva le sobran los socios para poder aplicar la pretendida transformaci¨®n del club. Tal que ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil mandar si no hubiera control social y s¨ª mucha expectaci¨®n mundial.
Aunque se subraya el buen control del gasto, el culto al espectador ha sido m¨¢s esmerado que las atenciones al abonado, y ciertas noticias van y vienen sin cuidado para el chascarrillo medi¨¢tico. Un d¨ªa es la publicidad, al otro la ciudad deportiva y al tercero las secciones. Al club le toca encontrar el rumbo ya mismo despu¨¦s de los festejos por la Liga, que s¨ª expresaron precisamente el cambio provocado en el consejo. Una nueva generaci¨®n de barcelonistas progres¨® por una nueva ruta con una nueva iconograf¨ªa. Renace el barcelonismo en la misma medida que se reinventa el club a partir de un dec¨¢logo para toda la vida. Vibra el Bar?a, orgulloso de su historia, encantado de la vida, feliz por reencontrarse con la Liga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.