La Amazonia devastada
La masiva destrucci¨®n de selva brasile?a pone en entredicho la capacidad del Gobierno de Lula para preservar el mayor pulm¨®n medioambiental del mundo
La p¨¦rdida el a?o pasado de 26.000 kil¨®metros cuadrados de selva amaz¨®nica en Brasil (una superficie similar a la de Galicia) ha causado conmoci¨®n dentro y fuera del pa¨ªs. La enorme devastaci¨®n ha puesto de relieve que ni las promesas ni los esfuerzos realizados por el gobierno de izquierdas del presidente, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, est¨¢n consiguiendo parar la hemorragia de ese pulm¨®n de ox¨ªgeno de la humanidad, el mayor bosque tropical del mundo, que conserva adem¨¢s la mayor riqueza de biodiversidad del planeta. Si no se logra la contenci¨®n de esa hemorragia de la selva -que ya ha sido deforestada en un 17,5% seg¨²n el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF)-, la regi¨®n se convertir¨¢, antes de 50 a?os, en un desierto o, en el mejor de los casos, en un inmenso granero de soja y un pastizal de ganado vacuno, con todas las secuelas ambientales que ello comportar¨ªa, no s¨®lo para Brasil sino para el mundo. La Amazonia contin¨²a siendo la manzana de la discordia en Brasil, un campo de batalla entre preservaci¨®n ecol¨®gica y desarrollo.
Vilmar Locatelli, asesor de la Comisi¨®n Nacional de la Amazonia, afirma que, seg¨²n estudios realizados por sat¨¦lite, el ritmo de deforestaci¨®n de la selva y el aumento del efecto invernadero "pueden causar serias alteraciones en el clima amaz¨®nico". Y a?ade: "Sin la selva, las lluvias pueden verse reducidas entre un 20% y un 30% y la temperatura media subir de 3 a 5 grados".
?Qui¨¦nes son los culpables? El Gobierno se ha defendido por boca del secretario de Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, Jo?o Paulo Capobianco, afirmando que el Plan de Prevenci¨®n y Control de la Deforestaci¨®n de la Amazonia (lanzado por el presidente Lula el a?o pasado, en el que participan 13 ministros y cuyo responsable es el ministro de Presidencia, el poderoso Jos¨¦ Dirceu) a¨²n no ha podido dar sus frutos "porque lleva s¨®lo unos meses en funcionamiento". En nombre de la oposici¨®n ha respondido uno de los mayores l¨ªderes de la defensa del medio ambiente, el diputado del Partido Verde (PV) Fernando Gabeira, quien asegura que el problema es que el famoso plan "no est¨¢ funcionando por falta de recursos y porque el ministro Dirceu a¨²n no ha pisado la Amazonia".
Para los analistas, el gran problema que se le plantea a Brasil es c¨®mo conciliar el actual desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs (centrado en el agronegocio, sobre todo en el cultivo de soja y de ganado vacuno), con una defensa a ultranza de sus bosques, de su madera preciosa, de sus r¨ªos sin contaminar (posee el 23% del agua potable del mundo), de su biomasa y de sus inmensos yacimientos de minerales preciosos, principalmente diamantes.
La Amazonia es un territorio de cinco millones de kil¨®metros cuadrados, con s¨®lo 275 fiscales para vigilarla -un fiscal por cada 18.000 kil¨®metros cuadrados-, una regi¨®n codiciada por todos, incluidas las 27 multinacionales que act¨²an en el ¨¢rea.
En este momento, Brasil es el segundo exportador de soja del mundo, despues de Estados Unidos, y uno de los mayores vendedores de carne vacuna. El consumo de carne brasile?a en Europa y de soja para pienso es una de las causas de ese vertiginoso aumento de la deforestaci¨®n de la Amazonia, seg¨²n David Kaimowitz, director general del Centro Internacional de Investigaciones sobre Bosques (Cifor). La Uni¨®n Europea importa de Brasil casi el 40% de las 578.000 toneladas de carne bovina consumida cada a?o en el Viejo Continente. El n¨²mero de cabezas de ganado en Brasil supera ya los 60 millones, de las cuales m¨¢s del 30% se encuentra en la Amazonia. Brasil controla hoy el 20% del mercado de carne vacuna del mundo.
Para cultivo de soja y para pasto de ganado se talan millones de ¨¢rboles. El 80% de la madera usada s¨®lo en el estado de S?o Paulo es de procedencia ilegal. Los expertos calculan que por cada ¨¢rbol ca¨ªdo se destruyen otros 10, y que seis de ellos ni siquiera son aprovechados.
La defensa de la Amazonia estaba presente con fuerza en el programa electoral del presidente Lula, quien puso al frente del Ministerio del Medio Ambiente a Marina Silva, que, hija de una familia pobr¨ªsima del norte y analfabeta hasta los 16 a?os, lleg¨® dentro del sindicato hasta senadora. Sin embargo, el presidente Lula defendi¨® desde el principio que la Amazonia no pod¨ªa convertirse en un "santuario intocable", y que deb¨ªa llevarse a cabo all¨ª un "desarrollo econ¨®mico sostenible", es decir, compatible con la preservaci¨®n de su diversidad y riqueza natural. "No queremos prohibir, queremos reglamentar, hacer las cosas civilizadamente", dijo Lula.
El gobierno Lula tom¨® toda una serie de medidas para intentar frenar la ocupaci¨®n ilegal de la selva amaz¨®nica amenazada. Para ello incentiv¨® un sistema modern¨ªsimo de vigilancia a¨¦rea, capaz de detectar los incendios, la deforestaci¨®n y la ocupaci¨®n ilegal. Exigi¨® el empadronamiento de todos los propietarios de m¨¢s de 300 hect¨¢reas para demostrar que eran tierras leg¨ªtimamente adquiridas y no bajo la ilegalidad. Se dispuso a conceder 13 millones de hect¨¢reas de ¨¢reas p¨²blicas de la Amazonia para un uso econ¨®mico sostenible en diez a?os, para intentar evitar las invasiones ilegales y la ocupaci¨®n de tierras p¨²blicas. Y al mismo tiempo se plante¨® la creaci¨®n de decenas de parques naturales, dentro de la selva amaz¨®nica, para blindarlos del pillaje. Los resultados, sin embargo, tardan en aparecer.
La ministra Silva, que ha perdido casi todas las batallas dentro del Gobierno y del Parlamento, comenzando por la guerra contra los transg¨¦nicos, prefiri¨® tras el anuncio de los ¨²ltimos datos sobre destrucci¨®n de la naturaleza echar la culpa a la sociedad civil tanto brasile?a como extranjera, que, seg¨²n ella, "critica la deforestaci¨®n de la Amazonia, pero contin¨²a consumiendo productos que contribuyen a dicha deforestaci¨®n".
Lo que le resulta dif¨ªcil a Brasil es explicar c¨®mo, poseyendo la legislaci¨®n m¨¢s exigente y moderna sobre defensa de la naturaleza y de sus santuarios, no consigue poner un freno a su devastaci¨®n, ni parar las pistolas que asesinan a cuantos se oponen a dicha destrucci¨®n, como lo demostr¨® la reciente ejecuci¨®n a sangre fr¨ªa de la religiosa norteamericana naturalizada brasile?a Dorothy Mae Stang, que llevaba 40 a?os luchando contra el pillaje y la desvastaci¨®n de la Amazonia, cuya muerte sac¨® a la luz internaconal la dificultad real de poner en pr¨¢ctica la ley, ante las connivencias entre terratenientes, polic¨ªas, pol¨ªticos locales y jueces corruptos en una trama de impunidad contra la que se dan de bruces, desde hace decenas de a?os, los esfuerzos de todos los gobiernos. Seg¨²n datos de la Comisi¨®n Pastoral de la Tierra, del Episcopado de Brasil, entre 1985 y 2004 se registraron 1.349 asesinatos de personas empe?adas contra los saqueadores de la Amazonia. S¨®lo 75 de esos asesinatos fueron juzgados, y s¨®lo 15 personas fueron condenadas. Y todas han apelado la sentencia.
Refiri¨¦ndose a los responsables de la deforestaci¨®n, el diario O Globo afirmaba en su editorial del martes pasado: "Son siempre los mismos, como es siempre la misma la ineficiencia del Gobierno en la preservaci¨®n del mayor patrimonio natural del pa¨ªs".
Internacionalizar el santuario
La ¨²ltima alarma sobre la destrucci¨®n de la selva la dio Pascal Lamy, nombrado el pasado jueves director de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC). Lamy pidi¨® que Brasil "sea castigado" por el nuevo aumento de la deforestaci¨®n de la Amazonia, un santuario con 30.000 especies de plantas, 2.500 de ¨¢rboles, 3.000 tipos de peces diferentes, un tercio de la madera tropical del planeta, y donde se registran cada a?o m¨¢s de 300.000 incendios, buena parte dolosos, obra de ganaderos, agricultores y madereros. Lamy pidi¨® tambien la internacionalizaci¨®n de la Amazonia. "No se trata", dijo, "de que Brasil pierda la propiedad del territorio, pero s¨ª de que se busquen reglas de gesti¨®n colectiva de la Amazonia".
La respuesta tajante del Gobierno Lula a Lamy se produjo a trav¨¦s del ministro de Asuntos Exteriores, Celso Amorim, quien afirm¨® que Brasil tiene sobre la Amazonia "un derecho de soberan¨ªa nacional intocable". Brasil siempre temi¨® que especialmente Estados Unidos pudiera un d¨ªa arrogarse el derecho de internacionalizar la Amazonia alegando que el pa¨ªs no consigue defender la integridad de ese santuario ecol¨®gico de inter¨¦s mundial.
En el mundo pol¨ªtico brasile?o, quien m¨¢s se ha opuesto a la internacionalizaci¨®n de la Amazonia ha sido el intelectual del Partido de los Trabajadores (PT), el senador Cristovam Buarque, ex gobernador de Brasilia y ex ministro de Educaci¨®n de Lula. Buarque, autor de m¨¢s de 40 libros, escribi¨®: "Como brasile?o, estoy contra la internacionalizaci¨®n de la Amazonia, a pesar de la degradaci¨®n ambiental de ese patrimonio. Como humanista, sin embargo puedo imaginarla. Pero entonces, que se internacionalicen tambien todas las reservas de petr¨®leo del mundo, todos los museos y toda la infancia para que deje de pasar hambre y tenga derecho a la educaci¨®n".
Interrogado por este peri¨®dico sobre si, tras la p¨¦rdida de 26.000 kil¨®metros cuadrados m¨¢s de selva en 2004, sigue manteniendo su rechazo a la internacionalizaci¨®n, Buarque dijo: "Empiezo a tener dudas, porque esa destrucci¨®n significa la incapacidad de todos nuestros gobernantes para defender semejante patrimonio nacional y mundial".
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