Los holandeses se rebelan
El desaf¨ªo de los votantes, que rechazan, seg¨²n los sondeos, la Constituci¨®n, muestra la ruptura entre el Gobierno y la poblaci¨®n
La actitud de los holandeses ante el refer¨¦ndum del mi¨¦rcoles podr¨ªa explicarse de dos maneras. La primera atribuye a la falta de experiencia oficial en la pr¨¢ctica de las consultas populares el hecho de que el no a la Constituci¨®n europea sumara ayer un 52% y el s¨ª, un escaso 36%. La segunda es preocupante: la mayor¨ªa est¨¢ insatisfecha con el rumbo de una Europa comunitaria que contribuyeron a fundar.
Para algunos europe¨ªstas como Hans van den Broek, antiguo comisario europeo y ex ministro holand¨¦s de Exteriores, el embrollo es la suma de varios malentendidos. En su opini¨®n, la gente cree que la Constituci¨®n confirma sus temores sobre el empleo, la adhesi¨®n de Turqu¨ªa o la supuesta p¨¦rdida de soberan¨ªa y llega hasta rechazar un texto que garantiza su bienestar. "Votar no es disparar contra nosotros mismos. Quebramos nuestra imagen e intereses frente a una Europa de la que dependemos econ¨®micamente, y a cuya integraci¨®n le debemos gran parte de nuestra riqueza", declar¨® al rotativo NRC Handelsblad.
Peter van Grinsven, experto en asuntos europeos del Instituto Clingendael de Estudios Internacionales, sostiene que el error m¨¢s com¨²n del votante es suponer que esa misma integraci¨®n le restar¨¢ libertad. "Es la primera vez que los holandeses pueden pronunciarse sobre la Europa unida. Sobre un proyecto pol¨ªtico que el votante medio identifica con el peso de Bruselas en la parte que m¨¢s le ata?e, ll¨¢mese euro o eutanasia. Se confunden, pero la reacci¨®n tard¨ªa de los pol¨ªticos no ha disipado sus dudas".
Es cierto que, analizados, los sondeos devuelven la imagen de una poblaci¨®n descontenta y en principio poco informada sobre el Tratado Constitucional, que piensa que Holanda se convertir¨¢ en la provincia de un superEstado controlador. Tambi¨¦n se quejan los encuestados de que la conversi¨®n del flor¨ªn al euro, una de las primeras se?ales de que la integraci¨®n iba en serio, les cost¨® cara. El flor¨ªn siempre se hab¨ªa mirado en el marco alem¨¢n para ajustar su cotizaci¨®n, pero la llegada de la moneda ¨²nica supuso una subida de los precios en Holanda. Que el Banco Nacional haya asegurado que no rindi¨® el flor¨ªn a bajo precio, y que lo esencial era evitar la inflaci¨®n y el paro, no ha convencido a la mayor¨ªa de partidarios del no.
"Es una situaci¨®n dif¨ªcil a la vez que interesante. Hay un miedo claro a la burocracia comunitaria y a la p¨¦rdida del poder de decisi¨®n que ha sorprendido al Gobierno", dice Van Grinsven. Una conmoci¨®n que tal vez tenga que ver con el hecho de que el Ejecutivo no quer¨ªa convocar un refer¨¦ndum sobre "un asunto tan complejo como la Constituci¨®n europea".
La consulta fue forzada por el Parlamento y nadie en c¨ªrculos oficiales consider¨® que fuera necesario efectuar una aut¨¦ntica campa?a. Una vez en marcha, su mensaje ha sido poco atractivo, resaltando los peligros del rechazo en vez de las ventajas de la aceptaci¨®n. Una torpeza evitada por la extrema izquierda de los socialistas radicales (SP), que han forrado el pa¨ªs de carteles con el no, y por la extrema derecha del diputado independiente Geert Wilders, con sus llamadas a "lograr la Europa que nos convenga y no la impuesta".
Es posible que los holandeses carezcan, como se?alan otros expertos, de la suficiente visi¨®n del proyecto europeo como ciudadanos. Tambi¨¦n puede serlo que, en la ¨²ltima d¨¦cada, sus distintos Gobiernos hayan considerado la UE como una parte de su trabajo sin expresar bien su parecer sobre lo que quer¨ªan de ella. Ambas actitudes alientan la percepci¨®n de una amenaza cuando se habla de otros valores unidos, m¨¢s all¨¢ del mercado. Si, adem¨¢s, se suma la escasa capacidad de entusiasmar mostrada por los partidarios del s¨ª (Gobierno, oposici¨®n y sindicatos) puede decirse que el rechazo a la Constituci¨®n llegar¨ªa de rebote, como un intento ciudadano de subrayar el malestar hacia sus gobernantes.
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