Impactante estreno de William Forsythe en Venecia
El argumento es desolador (la agon¨ªa y muerte de su primera mujer a causa de un tumor canceroso), la est¨¦tica de You made me a monster puede resumirse en un completo de factores, riesgos e impactos, con el espacio manipulado del teatro del Arsenale, que se convierte en una especie de sala de paleontolog¨ªa imaginaria y surreal. S¨®lo 70 espectadores en cada sesi¨®n, y hace cuatro por d¨ªa. Dura una hora. Una gran pantalla desenfocada alberga im¨¢genes que pueden ser radiograf¨ªas, cuerpo doliente, cerebro que busca orientaci¨®n o consuelo; sobre esa nube desesperada y monocroma, un texto largo y terrible del propio Forsythe que empieza: "Mi mujer sangraba desde hac¨ªa meses..." y que termina: "Era un modelo de dolor".
En medio se relata c¨®mo una incomprensi¨®n m¨¦dica la lanza a una agon¨ªa injusta (la doctora lleg¨® a culpar a la danza de sus debilitamientos, de su ca¨ªda). Todo eso no se explica, se vive dentro de una instalaci¨®n cambiante, donde en varias mesas se intentan armar modelos del esqueleto humano en cart¨®n sin seguir las pautas reales, con lo que se crean monstruos que recuerdan dinosaurios, peces, seres volantes. Forsythe contin¨²a contando c¨®mo su mujer empez¨® a curvarse, no pod¨ªa estar recta. Y tres bailarines, una mujer y dos hombres, sin vestuario, sin maquillaje, despojados de cualquier artificio, navegan espasm¨®dicamente entre el p¨²blico y las mesas, se quejan, dejan escapar unos lamentos sin palabras. La m¨²sica es una sucesi¨®n de encontronazos, secuencias ¨¢cidas e hirientes que se agolpan a la luz, tan cruel como aquel relato sin esperanza.
Asombro de la cr¨ªtica
Este giro de muchos grados hacia las artes visuales, la performance, la instalaci¨®n o como se le quiera llamar, ha dejado a toda la cr¨ªtica internacional reunida aqu¨ª con la boca abierta de asombro, admiraci¨®n y tantas preguntas como aplausos. El core¨®grafo m¨¢s influyente de los ¨²ltimos 15 a?os rompe su baraja de ¨¦xito y da una lecci¨®n donde se mezcla humildad y determinaci¨®n de seguir adelante, mancilla la danza, pues la ama; toca fondo, hace catarsis para dejar volar una poes¨ªa desconocida, de ahnelos sordos y de t¨²neles misteriosos.
El core¨®grafo norteamericano, que despu¨¦s de despedirse de Francfort se ha establecido en Berl¨ªn con su nueva compa?¨ªa, no sonre¨ªa, pero se notaba en su rostro un reposo: y tras a?os de llevar dentro esa carga, ha establecido las distancias y se ha servido de ello para crear una obra extaordinaria. El veterano profesor de 95 a?os Gillo Dorfles, en su intervenci¨®n ayer en la Bienal, se refiri¨® largamente a este golpe de mano y de alma de Forsythe: "Debemos atender a esto que hemos visto con toda seriedad; es un cambio y una respuesta al arte de hoy, y demuestra que la danza, el cuerpo, sigue interesando a todos". El fundido de la agon¨ªa de la pantalla, la p¨¦rdida de las esperanzas y de la conciencia hacen de You made me a monster un fresco de lirismo descarnado y potente.
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