Dos maneras de ser sordo

Los sordos viven un encendido debate. Para muchos la sordera forma parte de su identidad y no es una estricta discapacidad. Al mismo tiempo, un nutrido grupo de ni?os y j¨®venes oyen y hablan ya como si no lo fueran, gracias al implante coclear. Este dispositivo (un electrodo instalado en el o¨ªdo interno y un aparato externo con micr¨®fono y procesador electr¨®nico) ha revolucionado su vida. Pero junto a sus ventajas, el uso de esta innovaci¨®n ha suscitado la pol¨¦mica en la comunidad sorda. ?Perder¨¢n su identidad? ?Se acabar¨¢n los sordos como tales? Para muchos sordos, el signo es su lengua natural. O¨ªr no es prioritario. Aunque conozcan el castellano y se consideren biling¨¹es, defienden su identidad cultural y ling¨¹¨ªstica. Por otro lado, una buena porci¨®n de ni?os sordos se encontrar¨¢n inmersos, gracias a esta tecnolog¨ªa, en la cultura oyente. La Seguridad Social cubre la operaci¨®n, pero los padres deben asumir un costoso tratamiento rehabilitador.

Un sordo sigue siendo sordo aunque lleve uno o dos implantes. Pero funcionalmente puede dejar de serlo en varias ¨¢reas. En FIAPAS (Federaci¨®n de Amigos y Padres de Sordos) apuestan por el implante. En la CNSE (Confederaci¨®n Estatal de Personas Sordas) admiten que puede ser una ayuda t¨¦cnica, pero exigen que la lengua de signos sea plenamente reconocida. Son dos sensibilidades distintas. Dentro de la CNSE y de la comunidad sorda conviven tambi¨¦n visiones plurales.