Filosof¨ªa
Una noticia ap¨®crifa refiere que un joven que aspiraba a un futuro bien acondicionado se encamin¨® a la Academia de Plat¨®n, con el fin de curtir su esp¨ªritu. Durante horas, oy¨® a aquella venerable boca referirse a la inmortalidad de las almas, al recuerdo de nacimientos pret¨¦ritos y al demiurgo que modela la materia como si fuera la greda de una vasija. Concluida la perorata, el ne¨®fito inquiri¨® con desaliento: "Maestro, ?y de qu¨¦ sirve toda esta filosof¨ªa?" Plat¨®n hizo venir a un criado y orden¨® que se entregara una moneda de plata al joven. "Ah¨ª tienes -le dijo-: ven¨ªas a esta escuela en busca de provecho y ya lo has obtenido. Ahora puedes marcharte". Seg¨²n el testimonio de Di¨®genes Laercio, Plat¨®n dispon¨ªa de una desahogada fortuna que le permit¨ªa decorar su casa con abrumadoras alfombras y consolar a sus alumnos descontentos mediante el dinero: yo, que no puedo compararme al maestro ni fuera ni dentro del bolsillo, debo resignarme a respuestas mucho menos vistosas cuando alguien me pregunta por la utilidad de la filosof¨ªa. Ante aquellos delineantes de sistemas educativos que desde su sede de Madrid se disponen una vez m¨¢s a borrar a la filosof¨ªa de los planos del futuro empleando el argumento de que el espacio que ocupa no es congruente con su valor real, no puedo sino inclinar la cabeza y concederles la raz¨®n: en efecto, la filosof¨ªa no es ¨²til, y a tales efectos jam¨¢s competir¨¢ con el tel¨¦fono m¨®vil, el depilador el¨¦ctrico y el enchufe trif¨¢sico, que a pesar de su modestia sirven para hacernos la vida m¨¢s feliz y llevadera.
Despu¨¦s de una brega larga y penosa, las distintas corporaciones de fil¨®sofos de nuestro pa¨ªs han logrado arrancar algunas concesiones al gobierno que miradas de lejos o con las gafas de la amargura podr¨ªan parecerse demasiado a migajas de pan, pero bueno, tambi¨¦n las migas son ¨²tiles, como se dec¨ªa Pulgarcito siempre que regresaba a casa para desesperaci¨®n de sus hermanos. Por fin, se sostendr¨¢ contra los vientos adversos la asignatura hom¨®nima en primero y segundo de bachillerato, bien que con un horario raqu¨ªtico que no satisfar¨¢ a muchos est¨®magos, y gracias a Dios o a cualquiera de sus sucursales (a Santo Tom¨¢s de Aquino, patr¨®n del pensamiento), desaparecer¨¢ esa asignatura de t¨ªtulo de m¨¢rmol, Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, que no hubiera desentonado en esas f¨¢bulas de color cemento que imagin¨® Orwell. La Asociaci¨®n Andaluza de Filosof¨ªa, a alguna de cuyas reuniones he asistido, est¨¢ todav¨ªa desorientada ante tanta rectificaci¨®n y descalabro y tachadura, y no sabe si aceptar¨¢ los ¨²ltimos apa?os del Gobierno, probablemente porque sospecha que ma?ana mismo ser¨¢n desbaratados por un nuevo cambio de destino. Por lo dem¨¢s, si quien ha concertado todo este carnaval pretende que la filosof¨ªa no es ¨²til y que por eso se merece la expulsi¨®n de las escuelas para ser condenada a vagar por las encrucijadas, no podemos quitarle la raz¨®n: claro que no es ¨²til, como no es ¨²til la Il¨ªada ni son ¨²tiles las cabezas de la Isla de Pascua, ni los escorzos de Miguel ?ngel, ni es ¨²til un edificio farragoso y escu¨¢lido como la Sagrada Familia de Barcelona. En los animales, no existe acto que no disculpen la reproducci¨®n, la nutrici¨®n, la sobrevivencia; la inutilidad, otro nombre del libre albedr¨ªo, es puramente humana.
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