Iwasaki exprime los olores y los dolores del barroco en 'Neguij¨®n'
El escritor peruano viaja a la ¨¦poca del 'Quijote' para escarbar en el realismo m¨¢gico
De g¨¦rmenes trata Neguij¨®n (Alfaguara). De g¨¦rmenes malolientes y gusanos corrosivos, pero tambi¨¦n de aquellos que alumbran estilos lib¨¦rrimos que nos conducen hacia los caminos de las m¨¢s aut¨¦nticas verdades literarias. ?sa es la mezcla que busca Fernando Iwasaki (Lima, 1961) en su ¨²ltima novela, que describe las artes del sacamuelas sevillano Gregorio de Utrilla, testigo de los olores y los dolores de un barroco espa?ol tan rico que estall¨® en el Siglo de Oro con un trazo que, seg¨²n Iwasaki, llega hasta el presente: "En esa ¨¦poca, los tratados cient¨ªficos eran realismo m¨¢gico", dice.
Es una teor¨ªa que Iwasaki, con esa serenidad ir¨®nica que luce bajo sus gafas recias y su flequillo moreno, quiere probar en Neguij¨®n. No le han servido s¨®lo las lecturas de los literatos, ni los malabarismos de G¨®ngora y Quevedo, ni la incontestable verdad de Don Quijote. Se ha valido, sobre todo de las alucinantes lecturas que encierran los tratados cient¨ªficos, sanitarios y teol¨®gicos de los siglos XVI y XVII para trazar la implacable prosa de su nueva novela, la segunda tras El libro del mal amor. "Cuando uno se aleja de los ¨¢rboles y va al bosque, entre los m¨ªsticos y los m¨¦dicos, con sus obras y tratados, existe un mundo rocambolesco", dice el escritor.
Libros como los que escribi¨® Fray Francisco de Farf¨¢n, "contra el pecado de la simple fornicaci¨®n", como lo titulaba, o el Tratado sobre las curiosidades de la verga, conviv¨ªan con Cervantes y Quevedo. "?Qu¨¦ es eso? ?Realismo m¨¢gico o barroco? Aqu¨ª era barroco, pero all¨ª se puede considerar perfectamente realismo m¨¢gico", asegura Iwasaki, que entiende de mezclas bastante: ha nacido en Per¨², desciende de japoneses y vive en Sevilla con sus hijos andaluces, una ciudad en la que se gana la vida como director de la Fundaci¨®n Cristina Heeren de Arte Flamenco, dedicada sobre todo a la ense?anza del g¨¦nero.
Es el lugar donde tambi¨¦n se desarrolla Neguij¨®n y donde van a parar los lomos y las muelas de los personajes a los que trata Gregorio de Utrilla, a quien acompa?an el librero Linares, el caballero Valenzuela, el inquisidor Tortajada, El Mu?ones -que tiene guasa y sorpresa final- y por donde dejaron fama el marqu¨¦s de Montesclaros, la beata Luisa Melgarejo, que quiere arrancarse todas las muelas para ofrec¨¦rselas al Todopoderoso o el pirata Spielbergen. A todos les corroe por dentro y por fuera el gusano Neguij¨®n: "Era un bicho que nadie nunca vio pero que estaba en los tratados y en los diccionarios. Cre¨ªan que primero carcom¨ªa los dientes y luego precipitaba la corrupci¨®n del cuerpo", cuenta Iwasaki.
Con esa met¨¢fora, que lo es hoy, pero entonces se presentaba ante los mortales como una realidad implacable, el autor ha esculpido esta novela original, ins¨®lita, fascinante sobre el dolor y la locura colectiva: "Ahora el dolor lo contemplamos desde una perspectiva laica y pasajera. La medicina se ha dedicado principalmente a combatirlo. Pero en el barroco, se sublimaba y era garant¨ªa de salvaci¨®n, ten¨ªa un sentido".
Iwasaki reconoce haberse dejado llevar por alg¨²n impulso s¨¢dico. "S¨ª, aunque aplico algunos puntos de fuga, busco la distensi¨®n con algunos personajes y con una v¨¢lvula de escape fundamental: el sentido del humor". Con ese temple, se r¨ªe tambi¨¦n de quienes desde Espa?a contemplan Am¨¦rica Latina como un para¨ªso de hechiceros, brujas y personajes que levitan como en las novelas de Garc¨ªa M¨¢rquez: "Cuando escucho eso no puedo dejar de pensar que aqu¨ª son m¨¢s famosos los echadores de cartas que la gente que investiga en el Ciemat, que hoy se conoce m¨¢s a Rappel que a Bernat Soria, adem¨¢s hay una diferencia, antes, los brujos acababan en la Inquisici¨®n, ahora, van a la tele".
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