Abrazo
"LO PRIMERO que vamos a hacer es mirar las fotos", escribe John Berger en su comentario de las fotograf¨ªas sobre Giacometti de Marc Trivier, obra conjunta titulada Esa belleza (Bartleby Editores). "Deja de leer, por favor, m¨ªralas de nuevo". Esta cari?osa admonici¨®n pedag¨®gica tiene el tono parad¨®jico, no s¨®lo inusual en un profesor convencional de cualquier materia, sino, en especial, en la de un acad¨¦mico dedicado a la historia del arte que ¨²nicamente mira compulsivamente fotos cuando son reproducciones de obras de arte, como si temiera solazarse visualmente en directo ante ¨¦stas, a las que quiere documentar y clasificar, muy pocas veces comprender y, casi siempre, en absoluto "sentir". De manera que el consejo transcrito de Berger revela, para quien no lo sepa, que su autor ha sido el mismo pintor, escritor y cr¨ªtico, pero sin af¨¢n taxon¨®mico; esto es: por el puro placer gratuito de contemplar sin anteojeras, donde se encuentre, "esa belleza" que resplandece en mil salpicaduras de nuestra abreviada vida.
El consejo es ciertamente revelador de la postura de Berger frente al arte, pero tambi¨¦n lo es como comentario del mismo que, como siempre le ocurre, consiste en "salirse por la tangente", descolocando los prejuicios de sus eventuales lectores con la ¨²nica intenci¨®n de centrarlos en la perpendicularidad de la belleza, ese resplandor que es alumbrado por nuestro insaciable deseo. As¨ª, en relaci¨®n con las esculturas de Giacometti y con la forma con que Trivier las abraza visualmente con sus negativos, Berger nos habla de cosas inesperadas, pero tanto las que s¨®lo a ¨¦l conciernen como las que supone que lo hacen con los dem¨¢s, todas ellas est¨¢n cortadas por el mismo patr¨®n existencial.
El meollo es el deseo. Claro. Porque si no, ?cu¨¢l es la raz¨®n de la irresistible atracci¨®n visual o de cualquier otro sentido, no s¨®lo por una imagen, sino por lo que la ha inspirado? Los titilantes adelgazamientos de las figuras de Giacometti, tan t¨¢ctiles y, sin embargo, tan fugaces, ?no nos hablan acaso sobre nuestra vulnerabilidad interior y exterior? ?No nos suscitan la emoci¨®n del amor en fuga que habita en nuestra soledad, de nuestra radical insatisfacci¨®n de "m¨¢quinas deseantes", que es tambi¨¦n la mejor definici¨®n que puede darse al acto po¨¦tico de fotografiar? "Ante la mirada de una tercera persona", escribe Berger, "el deseo es un breve par¨¦ntesis. Desde dentro, una inmanencia y una entrada en plenitud. Normalmente la plenitud se considera una acumulaci¨®n. El deseo revela que es un despojamiento: la plenitud de un silencio, de la oscuridad". ?Atenci¨®n!: ?flash!, un s¨²bito deslumbramiento, un disparo.
Rememora tambi¨¦n Berger en otro lugar la respuesta que dio Giacometti a alguien que le preguntaba d¨®nde ir¨ªan sus esculturas al abandonar su estudio. "?Quiz¨¢ a un museo?". ?l respondi¨® que le gustar¨ªa que las enterrasen para que de esta manera pudieran hacer de puente entre lo que est¨¢ vivo y la muerte. He aqu¨ª la rememoraci¨®n de un artista del deseo de otro artista y, de paso, la ¨²nica raz¨®n de fondo para que el arte subsista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.